Un filósofo convertido en «neuroteólogo» (o sobre «Dios está en el cerebro»)

Por Francisco R. Villatoro, el 5 septiembre, 2008. Categoría(s): Cerebro • Ciencia • General • Libros ✎ 5

Dibujo20090912_cover_book_dios_esta_en_el_cerebroLo confieso, a veces leo libros siguiendo las recomendaciones de revistas. MUY INTERESANTE recomendaba «Dios está en el cerebro. Una interpretación científica de Dios y la espiritualidad humana» de Matthew Alper, Granica, mayo 2008.

El libro se lee fácil y puede recomendarse como lectura veraniega. En los capítulos 1 y 2 el autor busca convencernos de su necesidad de hacer una carrera científica (en realidad estudió Filosofía) para tratar de comprender la esencia detrás del concepto Dios, o sea, a Dios.

El capítulo 3 es una historia del universo desde el Big Bang hasta la aparición del hombre sobre la Tierra, que deja mucho que desear. Me parece que se ha visto la serie documental Cosmos de Carl Sagan, la primera edición, y ha copiado de allí todo lo que presenta. En casi 30 años han cambiado muchísimas cosas y me hubiera gustado que el autor estuviera un poco más actualizado al respecto.

El capítulo 4 se centra sobre Kant (yo hubiera trabajado más este capítulo citando también a Hegel) y el 5 sobre «Dios como palabra». Ambos están muy flojos, pero supongo que el autor (siendo filósofo) no quiere escribir un libro sobre filosofía.

En el capítulo 6 empieza el «grano» del libro. Hay patrones de conducta universales en las diferentes cultura humanas. El autor expone su hipótesis de que dichos patrones de conducta están determinados por nuestros genes (como llorar cuando uno está triste). El capítulo 7 tratan sobre las conductas universales de la creencia en la «espiritualidad» y de la práctica de ritos religiosos. Cita a Freud y sobre todo a Jung, con su inconsciente colectivo, como aval para sus ideas.

¿Por qué nuestro cerebro tiene partes dedicadas a la espiritualidad y a la religiosidad? En el capítulo 7 el autor trata de dar las razones para ello. Básicamente «el miedo a la muerte». El ser humano es el único animal que sabe que va a morir (todos los animales le tienen miedo a la muerte). ¿Cómo vivir con dicho miedo? La evolución a generado una «función espiritual» en nuestro cerebro que nos hace concebir que nuestro «yo» es eterno, inmortal y que nos conforta dicho miedo. El autor se recrea en el capítulo 8 en dichas ideas y en la importancia del «ego» en la percepción humana del mundo.

¿Alguna prueba empírica de que Dios está en nuestro cerebro? Ciertas experiencias «místicas» se pueden provocar mediante drogas (cap. 10); la religiosidad en gemelos que se han criado separados respecto a mellizos en las mismas circunstancias le hacen aludir a un «gen» de la religiosidad (cap. 11); las propiedades curativas de la oración sobre todo en enfermedades psicosomáticas ampliamente contrastadas en la literatura médica (cap. 12); los beneficios del ritual de la conversión religiosa, que salva a muchos «desamparados» que en otro caso deberían recurirr a un psicólogo (cap. 13); las experiencias cercanas a la muerte, que se pueden provocar con drogas (cap. 15); y la glosolalia, «hablar en lenguas desconocidas» (cap. 16), este último muy flojo. Todos estos datos, según el autor, ratifican su hipótesis «neuroteológica» o «bioteológica».

Si la religiosidad es una necesidad humana que tenemos imbricada en nuestro genes, ¿por qué hay ateos? Igual que hay personas con mejores actitudes para la música que otras, también hay personas con mejores actitudes para la religiosidad o la espiritualidad (cap. 15). En la mayoría de los países de la OCDE el ateismo y el agnosticismo son muy numerosos, porcentajes superiores al 30% de la población, sin embargo, EEUU es la excepción que confirma la regla (más del 90% de la población se confiesa creyente en Dios). El autor trata de explicarlo aludiendo a que los inmigrantes originales buscaban en América la «libertad religiosa» que se les negaba en Europa, luego tenían el «gen de la religosidad» especialmente «desarrollado» (cap. 17).

En un libro escrito por un filósofo sobre Dios no puede faltar un capítulo sobre «el bien y el mal» (cap. 18). El autor afirma que en su opinión hay regiones en el cerebro para lo religioso, lo espiritual y lo moral, separadas y en diferente grado de expresión en cada individuo. La componente moral es muy importante para mantener la cohesión de grupo en un animal tan social como el humano.

Los tres últimos capítulos (19-21) se dedican al siguiente problema: bien, Dios es un producto de nuestro cerebro, de nuestra evolución por selección natural como seres inteligentes y sociales, ¿y qué? ¿pasa algo? ¿afecta ello a quienes tienen fé en su existencia? Pues no. El autor considera que las sociedades modernas deberían aceptar como un hecho la necesidad humana de la religión y lo espiritual y que deberían ponerse de acuerdo todos los credos religiosos para desarrollar un corpus común que evite las guerras entre religiones (alude entre otros a la tragedia del 11 S y a los fundamentalistas de diferentes bandos). Todo esto me suena a la «cienciología».

El irriosorio apéndice «Experimentos que podrían demostrar la existencia de una función espiritual» es un pésimo colofón para este libro. Que lo dicho, dejarse leer, se deja leer.

Yo me considero «humanista racional» (que el autor confronta a agnósticos y ateos) y las ideas expresadas en el libro no me desagradan, pero en el presente estado de la ciencia son sólo pseudociencia. Aún así, prefiero las ideas de Alper a las que sugieren el «carnicero» von Daniken y sus seguidores sobre unos extraterrestres que convirtieron a los monos en hombres para usarlos de esclavos, se les escaparon de las manos y acabamos surgiendo nosotros (el único animal de inteligencia probada (por él mismo) sobre la Tierra).

Si te parece curiosa esta entrada, te recomiendo la lectura del libro «Dios está en el cerebro. Una interpretación [pseudo]científica de Dios y la espiritualidad humana.»



5 Comentarios

  1. Muy interesante estos temas, que desde cierto punto de vista, hoy podrían considerarse como pseudociencia. Pero si se quiere ir más allá, con un pensamiento abierto, pero más «pegado» a la ciencia, recomiendo la página de wordpress sobre la simbiosis entre Ciencia y Filosofía: «Simbiótica». (http://simbiotica.wordpress.com/). Saludos:
    Alejandro Álvarez

  2. Creo que antes de hacer una crítica sobre un autor (haciendo referencia a Von Däniken) deberías informarte un poco más sobre él. Él sugiere la intervención extraterrestre en la creación de ciertos monumentos de la antigüedad y la adquisición de conocimientos notablemente avanzados para los pobladores de civilizaciones antiguas; quizás en algún momento llegue a suponer que fueron los extraterrestres quienes plantaron la semilla de la inteligencia en el humano (todo esto muy bien sustentado con pruebas), pero jamás dijo que la intención explícita de esos extraterrestres era convertirnos en sus esclavos y que nos salimos de su control. Däniken respalda todo lo que dice y eso me parece una suposición demasiado grande y absurda como para haber venido de él. Dudo que el adjetivo «carnicero» sea correcto para describirlo, pues la carnicería ha sido en su contra por parte de la terca comunidad científica, que descartan todo lo que dice sin siquiera considerarlo.
    También debes tener cuidado con los errores ortográficos y de redacción en tus escritos, le quitan mucha credibilidad a lo que dices.
    Aún así, felicito tu iniciativa por crear reviews de libros, se necesitan más artículos de este tipo en Internet.

  3. No quiere decir que al escribir un libro debe exponer solo verdades, son opiniones que se dan de manera lo ética posible, un escritor al crear una versión ayuda a dilucidar una pregunta. Hay que agradecer ese esfuerzo y quitarse de la cabeza que No es posible la equivocación, pero que si puede haber verdades. Si nos interesa un tema tenemos que ver varias fuentes para sacar nuestras propias conclusiones.

  4. El ateísmo viene de largo y es tan antiguo como la creencia en Dios, sostiene el profesor Tim Whitmarsh, que enseña Cultura Griega en la Universidad de Cambridge y se desmarca estos días con un libro, Battling the Gods, indagando como pocos en la raíces de la «no creencia» en seres divinos.

    Asegura Whitmarsh que la idea de que el ateísmo es un «invento» de la Ilustración, propulsado por los avances de la ciencia, ha sido un mito que pervive hasta nuestros días por la influencia del cristianismo. El profesor de Cambridge reconoce que ha tenido que excavar «bajo los escombros acumulados durante siglos de censura cristiana» para encontrar indicios de ateísmo en culturas milenarias.

    Whitmarsh se rebela también contra idea de que la religión es un producto inevitable de nuestra evolución como especies. «Estoy intentando rebatir la noción de que los humanos estamos «programados» para creer», declara a The Guardian el experto en cultura clásica, que ahonda sobre todo en las huellas de ateísmo en la Grecia politeísta, pasando por Sócrates y Platón.

    https://latunicadeneso.wordpress.com/tag/batallando-con-los-dioses/

    Y sin embargo, hay otros que argumentan, que » Decía Sánchez Vidal que preferimos las ficciones a la realidad—nos atraen irresistiblemente, es una predisposición genética que tenemos a ellas. Pero quizá también sea cierto que de todas las ficciones, preferimos las que parecen reales. De hecho, aún más—preferimos las ficciones que creemos que son reales. Así es como logramos construir un mundo virtual para habitarlo, con el lenguaje, con las historias de ficción, pero también con todas las mitologías vivientes, esas que analizaba Roland Barthes, y que no llamamos mitologías, sino religiones, ideologías, verdades sin más, verdades construidas: Creeos mis

    Una religión autocrítica e ilustrada, como la que parece promover Hegel, sería una religión desmitologizada, que se entendería a sí misma como una fase del espíritu. En realidad dejaría de ser religión y se convertiría en filosofía que simula ser religión.

    «una ficción pública colectivamente mantenida».

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