El sonido de la fricción entre la lengua y la leche ingerida permite estimar su contenido en grasas

Por Francisco R. Villatoro, el 13 febrero, 2013. Categoría(s): Ciencia • Noticias • Science ✎ 3

Dibujo20130212 Acoustic emission measurement of rubbing and tapping contacts of skin and tongue surfaces in relation to tactile perception

La tribología acústica estudia el sonido producido por la fricción entre dos superficies móviles en contacto. Gracias a un micrófono insertado bajo el labio superior se ha podido medir el sonido de la fricción con la lengua de la leche ingerida y se ha observado que permite determinar su porcentaje en grasas. El sonido es generado por las vibraciones de los mecanorreceptores de la lengua, responsables de la sensación de aspereza, astringencia, cremosidad, pegajosidad y tosquedad de los alimentos (tanto los que son fluidos como los sólidos). El holandés George van Aken ha logrado grabar en tiempo real el sonido generado por el frotamiento de la lengua contra varios alimentos al ser ingeridos. Colocando el micrófono en la superficie superior de la uña también se ha podido grabar el sonido de la fricción de un dedo al acariciar un material rugoso. Según el artículo técnico, la separación entre el sonido de la fricción en la lengua y el resto de sonidos de la boca al ingerir es muy sencilla utilizando sólo el espectro. Sin lugar a dudas, un curioso estudio experimental que la industria alimentaria podrá utilizar para cuantificar la experiencia tribológica del consumidor y para diseñar nuevos alimentos. El artículo técnico es George A. van Aken, «Acoustic emission measurement of rubbing and tapping contacts of skin and tongue surfaces in relation to tactile perception,» Food Hydrocolloids 31: 325–331, June 2013; vía Marc Abrahams, «The sound of the taste of your coffee,» Improbable Research, 11 Feb 2013, y George van Aken, «Listening to what the tongue feels,» NIZO, 30 Jan 2013.

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Este vídeo youtube compara los sonidos producidos por la fricción en la lengua de dos líquidos, café sólo (black coffee) y café con espuma de leche (coffee with cream). Por cierto, el vídeo y el artículo técnico no indican si el café sólo utilizado en el estudio tiene crema de café (imprescindible para los buenos cafeteros, pues se forma gracias a los aceites del grano del café y aporta indicios sobre la frescura del grano, su correcto tostado y si ha emulsionado a una temperatura y presión correctas). Volviendo al vídeo, el sonido que se escucha puede resultar extraño para muchos lectores, pero hay que recordar que no estamos acostumbrados a escuchar el sonido de la fricción de un líquido con la superficie de nuestra lengua. La figura que abre esta entrada (basada en el abstract gráfico del artículo técnico) muestra que la potencia sonora triboacústica es mayor para el yogur (ingerido con cucharilla) que para la leche (ingerida a sorbo), que a su vez es mayor que para el queso quark (también ingerido con cucharilla). Se han estudiado cuatro marcas de yogur (De Zaanse Hoeve, Wormer, The Netherlands y una marca blanca local) y cinco marcas de queso quark (Almhof Low fat French quark, Almhof, Veenendaal, the Netherlands y una marca blanca local).

Dibujo20130212 Acoustic signals series milks with increasing fat content

Lo interesante del nuevo estudio es que permite diferenciar entre alimentos que se diferencian sólo en su contenido en grasas. Por ejemplo, esta figura muestra la gran diferencia en el espectro sonoro de la fricción entre la lengua y la leche líquida en función de su contenido en grasa. La señal de mayor potencia acústica se ha obtenido al tragar saliva pasando la lengua por el paladar. El espectro entre 50 y 200 Hz permite determinar el contenido en grasas de la leche ingerida por el sonido de su fricción con la lengua. En mi opinión este es el resultado más curioso del artículo.

Dibujo20130212 Acoustic spectra picked up from the nail of a finger tip - digital

También se ha estudiado el sonido de la fricción de un dedo al acariciar un material rugoso gracias a la colocación de un micrófono en la uña. Esta figura muestra el resultado al acariciar la mejilla de la cara (por encima de la línea de la barba), dicha mejilla pero lubricada con saliva, una blusa de algodón, unos pantalones vaqueros de algodón, el plástico del brazo de un sillón, papel de impresora y el poliestireno de la caja de un CD.

En resumen, un curioso artículo digno de un Ig Nobel que nos recuerda la importancia de los mecanorreceptores de la lengua a la hora de disfrutar de los placeres de la buena mesa.



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