Pocos divulgadores españoles tienen una pluma tan elegante, tan precisa y tan pasional como José Ramón Alonso Peña. Muchas de sus historias serán bien conocidas por los buenos aficionados a la neurociencia, pero su manera de relatarlas hace que rejuvenezcan. José Ramón Alonso, «El hombre que hablaba con los delfines, y otras historias de la neurociencia,» Guadalmazán, 2015 [302 pp.] son 32 historias fascinantes. Su prólogo lo describe a la perfección: «El objeto de este libro es enseñar, divertir, captar la atención y el interés del lector por la Ciencia y, en particular, por la Neurociencia. Su historia está llena de fracasos y de pasión, de risas y de miedo, de valientes y malvados, de lo mejor y de lo peor de los hombres.»
La buena divulgación anglosajona tiene pocos ejemplos en español. Uno de ellos es este Catedrático de Biología Celular en la Universidad de Salamanca (la más antigua en activo de España), donde llegó a ser Rector entre 2007 y 2009. Historias muy bien engarzadas, con un toque lúdico, con un final que conecta con el inicio e invita a la relectura, con un artículo o una monografía científica como leitmotiv. La amplia cultura humanística del autor decora todas sus historias. Por ello este libro será disfrutado por todos, tanto por los aficionados a las humanidades, pues la neurociencia está repleta de historias muy humanas, como por los aficionados a las ciencias, ya que José Ramón no duda en demostrar su amplio conocimiento de la biología y de la bioquímica de las neuronas.
Te recomiendo encarecidamente este libro, cuya lectura no te defraudará. Además, la edición del libro está muy cuidada, con gran número de fotografías, algunas realmente curiosas. Por cierto, muchas de las historias las puedes degustar gratis en su blog UniDiversidad (omito enlaces), que también debo recomendarte.
La primera historia, «El hombre que hablaba con los delfines,» trae a colación el libro de John C. Lilly, Man and dolphin (1961), que relata un experimento atroz para los cánones actuales. Una joven, Margaret Howe, compartió 24 horas al día su vida con un delfín, Peter, en un cohábitat (una casa inundada con medio metro de agua marina), para estudiar si un delfín puede aprender el lenguaje humano (inglés). «Peter empezó a intentar seducir a Margaret. (…) Empezó a nadar boca arriba para enseñarle sus genitales erectos. (…) Margaret utilizó su mano para satisfacer la lujuria del delfín. (…) Si [ella] le decía una frase formada por 35 sílabas que duraba ocho segundos, el delfín respondía con una serie de 35 ruidos que duraba exactamente ocho segundos.» La historia de Lilly, que trató con premios Nobel como el físico Feynman, no dejará frío a ningún lector.
«Los tres jesucristos de Michigan,» la segunda historia, también se basa en un libro, Milton Rockeach, The three christs of Ypsilanti; a psychological study (1964). El psicólogo social «Rockeach decidió tratar de una forma novedosa y no exenta de polémica a tres esquizofrénicos paranoicos.» No quiero desvelar más. La tercera historia, «¿Nacemos racistas?», nos habla del síndrome de Williams, «uno de los mejores ejemplos donde se pude seguir la cadena de anomalías en los genes, que generan cambios en la estructura cerebral.»
Imagina que te pones en el papel del autor y quieres hablar del estudio publicado en 2011 en «Nature demostrando que la transfusión de sangre de ratones jóvenes en ratones viejos multiplicaba la proliferación de nuevas células en sus cerebros.» ¿Cómo empezarías la historia? «La sangre y la eterna juventud» tiene como primera frase «Dos de los seres literarios más malvados, temidos y conocidos nacieron en el mismo sitio, junto al lago Lemán de Ginebra y el mismo mes de 1816.» ¿Y cómo acabarías? Parece razonable hablar de la historia de Erzsébet (Elizabeth) Báthory, «la asesina en serie más famosa y homicida.» ¿Pero cómo acabarías? José Ramón decide acabar con los médicos llamados «vampiros,» ¿sabes cuáles son?
«El artista del hambre» (pp. 49-59) es un relato corto de Franz Kafka y el autor lo aprovecha para hablar, entre otros temas, de la anorexia masculina. A doble página, pp. 88-89, aparece un cartel de teatro de la obra Dr. Jekyl and Mr. Hyde, ¿de qué tema científico puede tratar la historia en la que aparece? Te ayudo un poco, se titula «La memoria y el olvido» y José Ramón aprovecha para contarnos que «un cerebro sano tiene que ser capaz de recordar pero también, y con parecida importancia, de olvidar.» Si has acertado a la pregunta ya sabrás que el tema es «la proteína borradora de memorias Rac.»
«Tu pupila es azul, y cuando ríes…» (pp. 93-99) te sonará a un poema de Bécquer. «Originalmente todos los humanos tenían los ojos marrones. Una mutación genética que afectó al gen HERC2, que se supone que interactúa con el promotor del gen OCA2, generó un «interruptor» que hace que algunas personas hayan perdido esa capacidad, la de teñir intensamente de color oscuro el iris de los ojos.» El origen de esta mutación es «alguien que nació en un poblado neolítico al noroeste del Mar Negro, en el territorio de la actual Rumanía.» Como sigue Bécquer «Tu pupila es azul, y si en su fondo / como un punto de luz radia una idea, / me parece que en el cielo de la tarde / una perdida estrella.»
«Parece que el oído absoluto sería una destreza prácticamente universal que cualquier niño puede tener y que la inmensa mayoría perdemos a lo largo de la primera infancia.» ¿Por qué? Lo sabrás si lees «Mozart y el oído absoluto» (pp. 101-108). Yo te ofrezco un nuevo reto. En la página 116 aparece una foto de «El coronel Kurtz (Marlon Brando) en la magistral Apocalypse Now, dirigida y producida por Francis Ford Coppola en 1979.» ¿Qué tiene que ver con la neurociencia? Te ayudo, se encuentra en el capítulo «Poliovirus y talibanes» (pp. 115-123). ¿Qué tiene que ver la polio con Kurtz? «Había una pila, una pila de bracitos. Y recuerdo… lloré.» ¿Te acuerdas tú?
Por desgracia en los últimos tiempos en España este tema está de actualidad. «Los movimientos anti-vacunas [son] un ejemplo de egoísmo e ignorancia. Egoísmo porque piensan que si su hijo no se vacuna pero todos sus compañeros sí, su hijo estará protegido y no sufrirá los riesgos de un posible efecto adverso (inmunización de rebaño lo llaman los veterinarios). Ignorancia porque mucha gente viaja a sitios exóticos y recibimos inmigrantes de todos los continentes.»
«El efecto placebo y el señor Enero» (pp. 135-143) se inicia con la curiosa etimología de la palabra placebo, continúa con una explicación evolutiva a este efecto, «ideas polémicas [sobre] economía biológica,» su uso en la medida de la acción de los medicamentos, el papel del procesamiento cerebral de la información, y acaba con el relato «El viejo Enero y la joven Mayo o los mercaderes.»
Los hermanos Grimm publicaron en 1812 el cuento Blancanieves y los siete enanitos, que «Disney consiguió hacer suyos, pero los siente enanos de Ovitz fueron reales y su historia es mucho más impresionante, emotiva y necesaria.» En «Los siete enanos de Auschwitz» (pp. 169-179) «de la Troupe Lilliput» José Ramón aprovecha para hablarnos de muchas cosas. Entre ellas que «la forma más común de enanismo es una mutación puntual, un único cambio en los millones de letras del ADN, localizado en el cromosoma 4, y que causa la acondroplasia.»
Películas como La naranja mecánica y Minority Report también tienen su hueco y justificación en el libro. Pero cambiando de tema, «La charla más fascinante de la historia» (pp. 199-207), la historia de la Viagra, te la han contado muchas veces, pero nunca como lo hace José Ramón. Parece que lo vive en directo. «¿En qué se parecen Copito de Nieve y Noé?» (pp. 208-221) es una pregunta no te voy a desvelar. Lo siento si no sabes quién era Copito de Nieve. Otra historia que José Ramón cuenta como si la viviera en directo es de «Ötzi y el trauma craneoencefálico» (pp. 232-239). No recuerdo haberla leído nunca antes con tal lujo de detalles.
Al visitar Rumanía tras la caída de Ceausescu, uno no puede imaginar, o no quiere imaginar, que haya ocurrido una historia como la que cuenta «Los huérfanos de Ceausescu» (pp. 247-258). Prefiero cambiar de tema. «Los ojos y el meningioma de Elizabeth Taylor» (pp. 281-285) nos recuerda esos ojos de color violeta (azul oscuro), ese meningioma (tumor cerebral) del tamaño de una pelota de golf y, quizás no lo sepas, la doble fila de pestañas debida al gen FOXC2. «La anestesia y los nazis» (pp. 287-294) precede a la última historia «El príncipe Rana y la bufotenina» (pp. 295-301). «Cómo actuar ante los desconocido y los peligros, cómo superar los miedos, cómo actuar con rectitud, cómo encontrar el amor y la felicidad. (…) A veces nos sentimos una hoja en medio de un vendaval. La respuesta está clara: lame unos cuantos sapos y busca unos enanos que te ayuden.»
Me ha gustado mucho el libro. Confieso que ya había leído muchas de las historias en el blog del autor, UniDiversidad, pero las he vuelto a degustar. Será que ya soy un poco viejo, pero prefiero leer con un libro entre las manos. Hojear las páginas, detenerme en una historia, concentrarme en ella. Además, como José Ramón Alonso es amigo, cuando leo sus historias las escucho en mi mente con su voz y las disfruto más. «El hombre que hablaba con los delfines» es una lectura ideal para este verano. Si te atreves a acercarte a sus páginas, el deleite está asegurado.
[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=MlOzbv-aeKk]
Gracias por la reseña Francis, buen ponente para Encuentros con la Ciencia, no?
Sin lugar a dudas, Enrique.
Hola Francis !
De este tema no te parece buen libro el escrito por Sebastian Seung ??
Proyecto Conectoma se llama. Y tengo mucho interés en leerlo por ver si hace referencia a los fenómenos cooperativos. No lo habrás leído tú por casualidad, verdad ??
Ces, no lo he leído (S. Seung, «El Proyecto Conectoma,» RBA, 2012). Lo siento.