Éxitos y fracasos de la Phoenix en Marte (o no es oro todo lo que reluce)

Por Francisco R. Villatoro, el 8 agosto, 2008. Categoría(s): Astronomía • Ciencia • Noticias • Viajes

¿Que el explorador Phoenix ha «tocado» agua en Marte es una noticia? No, la noticia es que la haya «tocado» tan tarde. Le ha costado demasiado, como nos recuerda Richard A. Kerr, «Phoenix’s Water May Be Gumming Up the Works,» Science, vol. 321. no. 5890, p. 758, 8 August 2008 . Fue un éxito su aterrizaje (por cierto con hardware y software de la «fallecida» Mars Polar Lander), lo ha sido su intrumentación (que funciona correctamente y ha encontrado que el suelo marciano es alcalino y no ácido, como se creía), y lo ha sido que encontrara hielo (aunque las observaciones orbitales indican que la Phoenix está rodeada de hielo por doquier). Pero, ¿para qué se envió la Phoenix a Marte? Para encontrar señales inequívocas de que la vida fue posible en el pasado geológico marciano. ¿Las ha encontrado? No, todavía no. ¿Hay esperanza? Según R.A. Kerr, desafortunadamente, no. 

En los 1970s, las dos Viking confirmaron que en el polo norte marciano había agua helada (H.H. Kieffer et al. «Martian North Pole Summer Temperatures: Dirty Water Ice,» Science, vol. 194, no. 4271, pp. 1341-1344, 17 December 1976, gracias a las observaciones térmicas y de reflectancia) y que en el polo sur había fundamentalmente dióxido de carbono helado (H.H. Kieffer, «Mars south polar spring and summer temperatures. A residual CO2 frost,» J. Geophys. Res., vol. 84, pp. 8263-8288, 1979), más recientemente también se ha encontrado agua. El agua que encontraron las Viking en Marte estaba «sucia» pero no se pudo determinar exactamente qué la ensuciaba.

Una de las misiones de la Phoenix es analizar la «suciedad» del hielo que se encuentra en el suelo marciano en busca de materiales orgánicos. Entonces, ¿por qué le ha costado tanto «tocar» hielo marciano? La Phoenix ha tenido problemas con su Analizador TEGA (Thermal and Evolved-Gas Analyzer). El brazo robótico introduce una muestra de tierra marciana en una pantalla, se procede a removerla para separar la «suciedad» de la tierra, y luego se introduce ésta en la celda de muestras de la TEGA. Sin embargo, todo ha sido más complicado de lo esperado. Los científicos han tenido que vibrar la pantalla muchas veces durante varios días con objeto de conseguir que se rellenara la celda de muestras. Nadie sabe el porqué ha costado tanto (palabras de uno de los encargados del «meneo,» Douglas Ming del NASA’s Johnson Space Center, de Houston, Texas). Las ideas tratando de explicarlo «rebosan» las mentes de los técnicos. Por ejemplo, quizás las partículas más finas se cargan electroestáticamente, triboeléctricamente, como cuando nos da una descarga la puerta del coche tras habernos cargado por frotamiento entre nuestra ropa y el asiento. No se conoce la respuesta, aún.

La presión sobre las «cabezas» de los científicos encargados de la misión es muy grande. De hecho, algunas de las vibraciones de la pantalla del analizador TEGA, aparentemente, causaron un cortocircuito eléctrico, lo que hizo pensar a algunos científicos que el próximo análisis con la TEGA podría ser el último. Por ello, decidieron ir a lo fácil, «tocar» hielo de agua «sucio» recogido a 5 cm de profundidad. Quizás pudiesen encontrar alguna materia orgánica preservada en dicho hielo. Pero ha costado muchos días, casi 30, un tercio de la misión planificada originalmente, lograrlo. Lo que debería haber sido «trivial» ha costado muchísimo. ¿Y qué es lo que ha encontrado el TEGA? Nada, ninguna señal de restos orgánicos. El experimento se repitió, según el investigador Raymond Arvidson, de la Washington University en St. Louis, Missouri, con más vibraciones (meneos) y tampoco encontramos nada. «De todas las cosas que pensamos que podrían ir mal, esta era la menos esperada.»

¿Por qué ha sido todo «tan difícil»? ¿Por qué ha costado tanto? Nadie lo sabe. Quizás están afectando los grandes cambios de temperatura que sufren las muestras durante el «meneo» de varios días (en las pruebas previas en la Tierra no se sometió a TEGA a cambios térmicos tan drásticos). ¿Tendrían que haber hecho pruebas más «rigurosas» en la Tierra antes de enviar la Phoenix camino de Marte?

«¡Qué pena que hayamos necesitado 30 días para sólo «tocar» hieo!» se lamenta Arvidson. Quedan 6 células de muestras de la TEGA por usar, cada una requiere unos 7 días (terrestres) de trabajo. NASA ha prolongado la misión 30 días más. Hay tiempo suficiente. «Todavía queda mucho trabajo para nosotros» según Arvidson. ¿Podrán resolver el misterio que envuelve el análisis de las muestras y desde Tierra realizar las correcciones que logren que los próximos análisis sean todo un éxito? Muchachos, está en vuestras manos. Ánimo.

 

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