Que no se vea, que no se note, que no, es el futuro de los ordenadores

Por Francisco R. Villatoro, el 14 noviembre, 2008. Categoría(s): Ciencia • General • Historia • Informática • Libros

dibujo20081114conectorEstamos rodeados de ordenadores que vemos. Ordenadores de sobremesa, portátiles, ultraportátiles, PDAs, teléfonos móviles, etc. Muchos ordenadores más o menos potentes por todos los lugares. Molestar, molestan. Son incómodos de usar. Se ven. Se notan. En el futuro los ordenadores serán invisibles, como un conector ethernet ¿dónde está el más próximo a tí ahora mismo? Jesús Maturana, «Servidor de Linux en un conector Ethernet,» The Inquirer, 13 Nov 2008, nos habla de la presentación por parte de Digi International del ME 9210, un servidor Linux (kernel 2.6.26) empaquetado dentro del encapsulado de un conector RJ45 hembra.

Obviamente, el nuevo dispositivo no te servirá de nada, salvo que seas un profesional de la informática y te dediques a la instalación y mantenimiento de redes de datos industriales. En una fábrica, puede ahorrar mucho espacio.

Lo importante es que es un precedente de lo que nos espera. Dejar de ver ordenadores por doquier. ¡Son tan feos! Esta idea la tienen ya desde hace muchos años los ingenieros del M.I.T. de Boston. Os recomiendo el libro «The Invisible Computer: Why Good Products Can Fail, the Personal Computer Is So Complex, and Information Appliances Are the Solution,» de Donald A. Norman, The MIT Press, 1999. El futuro de los ordenadores es integrarse dentro de nuestro entorno, en todos los objetos que nos rodean, como los electrodomésticos, haciéndose invisibles pero manteniendo toda su funcionalidad. Vamos, como en las películas de ciencia ficción. Te pones a hablar (o pensar) «HAL léeme la última entrada de emulenews en su blog,» y mágicamente un altavoz (invisible) te la lee al oido, sin que nadie se entere o hayas tenido que hacer nada especial al respecto.

Antes de llegar tan lejos, el ordenador será parte de nuestra vestimenta, línea en la que desde el M.I.T. también llevan trabajando muchos años. Si eres profesional de la informática te gustará el libro de Hedrik Witt, «User Interfaces for Wearable Computers: Developement and Evaluation,» Vieweg+Teubner, 2008 , algo técnico para los que no lo son (es la tesis doctoral en informática del autor). Presenta una visión muy distinta a la de Norman, la visión de un joven con un prometedor futuro por delante. Witt propone que el uso de la expresión corporal «natural» es suficiente para lograr que nos comuniquemos con ordenadores. No es necesario hablarles. Los ordenadores del futuro (con interfaces hombre-máquina invisibles inscrustados en nuestra ropa) entenderán nuestros movimientos corporales más sutiles y responderán a nosotros sin que tengamos que gastar saliva en balde. Claro que desde el punto de vista de los directores de películas de ciencia ficción este futuro es «poco cinematográfico,» el espectador no podría seguir la historia salvo que una voz en off le fuera relatando qué está pasando.

Por supuesto, el futuro nos reservará sorpresas que aún no podemos imaginar. Recordad si no lo que se decía hace muy poquito tiempo:

– «Las computadoras del futuro podrían llegar a pesar poco más de 1 tonelada y media,» Popular Mechanics, previendo la implacable marcha de la ciencia, 1949.

– «Creo que existe un mercado mundial para tal vez… cinco computadoras,» Thomas Watson, presidente de IBM, 1943.

– «No existe ninguna razón para que alguien quiera tener una computadora en casa,» Ken Olson, presidente, director y fundador de Digital Equipment Corp., 1977.

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¿Cómo imaginaban hace 50 años el ordenador personal del futuro? La siguiente foto de la RAND Corporation es espectacular. Fijaros en la impresora y el espectacular monitor.

dibujo20081114computador

Bromas aparte. Os habréis dado cuenta de que se trata de un «fake». Es la foto del cuadro de mandos de un submarino al que le añadieron ciertos detalles para asemejarlo a un ordenador (impresora y monitor) para presentar la foto a un concurso de fotografías trucadas «creíbles.» Photoshop al canto.



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