Se nota que estoy leyendo Scientific American. Pero bueno, lo siento, me gusta. La opinión de los editores en el número de diciembre de 2008 (pág. 45) será el objeto de esta entrada. Son radicales, cual editores de una revista de gran prestigio. Sir John Maddox lo era (fue editor de Nature) y los grandes editores, necesariamente lo son. ¿Recuerdas «Ciudadano Kane»? Yo la veo todos los años y, sorprendentemente, la disfruto.
¿Quiénese serán los culpables de la peor crisis financiera desde la Gran Depresión en una película de Hollywood? Según los editores de Scientific American, obviamente, los físicos y los matemáticos. ¿Cómo? Ciertas «voces» achacan la actual crisis a los modelos matemáticos del riesgo inversor desarrollados por ciertos «genios» de la física y la matemática que lograron convencer a los «grandes» de que sus predicciones eran fiables a medio plazo, cuando eran espectacularmente fiables a corto plazo. Los «grandes» ganaron mucho dinero con ello.
Los modelos software desarrollados por estos genios anónimos permitían estimar los riesgos de una cartera de inversiones en un periodo de tiempo dado con ciertos márgenes de confianza. Nos recuerdan los editores, que el genial Benoit Mandelbrot, pionero de los fractales, publicaba en 1999 en Scientific American una dura crítica a los «adivinos matemáticos» que utilizan la matemática del caos y de los fractales para predecir el futuro de los mercados financieros. Sin embargo, los «grandes» no lo leyeron. O no quisieron «leyerlo.»
Ley de vida es leer lo que uno necesita, releer lo que uno disfruta, y no leer lo que no le interesa (aunque no sepa si le interesa o no hasta después de haberlo leído).
El comportamiento irracional de los inversores «racionales,» según los modelos matemáticos, claro.
Ahora, esos genios anónimos de la física y matemática están aplicando la teoría de «agentes inteligentes» para comprender la «irracionalidad» de los inversores a la hora de tomar decisiones. Es lo que necesitan oir los «grandes.» Necesitan confiar. Confiar en algo. Qué mejor que la verdad. La verdad verdadera. La matemática.
La irracionalidad de lo racional. Lo racional de la irracionalidad.
¿Se puede adivinar el futuro? ¿Quién es el mejor adivino, el que acierta en el futuro del futuro o el que acierta en lo que hay que decir ahora para que el futuro del futuro sea «el que tiene que ser»?
«Adivinando el futuro,» comenta que Niels Bohr afirmó «Predecir es muy difícil, especialmente si es sobre el futuro.» El autor de Euribor.com afirma que «es curioso que un científico se atreva a decir lo que muchos economistas se callan, nuestra imposibilidad de saber qué ocurrirá. No obstante cuando las previsiones son positivas solemos creernoslas y se tienen más en cuenta que cuando son negativas, el más claro ejemplo es la crisis actual.» El autor no se queda corto. Afirma, más en broma que en serio, «si queréis montar un blog que funcione ahora, tendréis que hablar de la crisis, haciendo predicciones de que en el 2023 el Dow Jones estará a 158 puntos y que el petróleo estará a 1.312$.»
Me quedo con uno de los comentarios de esta entrada, de sesenta_y_cuatro: «Puestos a decir curiosidades sobre la vida de Niels Bohr: ¿por qué no decir que le encantaban los westerns? ¿Por qué no decir que su mente era tan lenta que era incapaz de entender ninguna película a la primera? ¿Por qué no decir que a pesar de su lentitud, su mente era metódica, rigurosa y brillante?» Curiosos comentarios, «sacados» del libro «Biografía de la Física,» de George Gamow, Alianza Editorial, 1980, reimpreso en 2003, en inglés «The Great Physicists from Galileo to Einstein: from Galileo to Einstein,» Dover Publications, 1988 .
Para acabar, un chiste de economistas: «Naufragan 3 hombres: un físico, un matemático y un economista (neoclásico), y junto con ellos llega a la isla, flotando, una lata de atún en conserva. Cuando llegan los tres, hambrientos, todos piensan en comerse el atún, por lo que acuerdan dar cada uno una alternativa para solucionar el problema de abrir la lata.
FÍSICO: «pues deberíamos poner la lata entre dos rocas, con un ángulo de 25 grados para que los rayos del sol la dilaten, y con pocos golpes se abra.
MATEMÁTICO: «Pues yo creo que cogiendo la lata y dándole 23,5 golpes en los bordes, al final acabará abriéndose sin perder el contenido.
Y finalmente el economista escupe: «Supongamos que tengo un abridor…»
¿Malo? ¡Malo! Malo es.