Cómo medir la fama de un investigador utilizando sus hits en Google

Por Francisco R. Villatoro, el 22 junio, 2009. Categoría(s): Bibliometría • Ciencia • Física • General • Physics • Prensa rosa • Science ✎ 1

La grado de fama de alguien se puede medir por el número de entradas (hits) que encuentra Google cuando buscamos su nombre. Mucha gente lo tiene muy claro. ¿Qué relación hay entre la fama y el número de logros? Según Simkin y Roychowdhury hay una relación exponencial. Tomando una serie de Premios Nobel de Física logran desvelar el número de logros para la ciencia que han obtenido. Todo un logro. Un artículo más en el ArXiv que, si acaba publicado, engrosará el largo compendio de artículos «basura» que pululan por doquier.

Hace ya unos años, M.V. Simkin y V.P. Roychowdhury observaron que se puede utilizar el número de entradas en Google para cuantificar la fama de una persona. Estudiaron los aces de la aviación comparando el número de hits en Google con el número de aviones enemigos derribados y observaron que crecía exponencialmente con el número de logros. Había una correlación del 0.7 (sobre 1.0) entre el número de logros y el logaritmo del número de hits. Más aún, el número de individuos que alcazaban cierto grado de éxito decrecía exponencialmente. Lo publicaron en «Theory of Aces: Fame by chance or merit?,» Journal of Mathematical Sociology 30: 33-42, 2006 (ArXiv). Por cierto, en este artículo observaron una ley de potencia cuyos parámetros determinaron por regresión lineal, sin usar un estimador de máxima verosimilitud. Obviamente, basura estadística. Les tendrían que haber rechazado el artículo, pero como a ellos, a miles de artículos que se han publicado en la última década. Hoy en día, la basura abunda por doquier.

Este artículo fue criticado por muchos (como es obvio se sustenta en alfileres). Pero como es habitual hoy en día, los críticos aprovecharon para publicar más artículos basura al respecto. Y cada vez en revistas de mayor impacto. Por ejemplo, James P. Bagrow, Hernan D. Rozenfeld, Erik M. Bollt, y Daniel ben-Avraham, estudiaron la fama (número de hits en Google de su nombre) de científicos e investigadores en física estadística y de la materia condensada y la compararon con sus logros (su número de artículos en el servidor de preprints ArXiv). Ambas medidas son extremadamente discutibles (¿por qué en ArXiv, sin revisores, y no en ISI WOS?). Encontraron una relación lineal entre la fama y el número de logros y por tanto una distribución exponencial en lugar de una ley de potencias (que también calcularon erróneamente). Lo publicaron en «How Famous is a Scientist? — Famous to Those Who Know Us,» Europhys. Lett. 67: 511-516, 2004 (ArXiv).

Pero M.V. Simkin y V.P. Roychowdhury no pueden consentir que otros publiquen en revistas de mayor impacto así que ¡a la carga, muchachos! Haciendo oídos sordos a la crítica, faltaría más, en su nuevo preprint en el ArXiv (no se sabe a qué revista lo han enviado y si será aceptado, en mi opinión, no debería serlo), le dan un rizo al asunto y no solo miden la fama con el número de hits en Google sino que además miden el número de logros con su propia ley. ¡Cómo ellos van a fallar! La ley que observaron para los aces del aire DEBE ser aplicable a cualquier asunto, como a los científicos y así determinan el número de logros de una serie de científicos famosos en base a su ley. Rizar el rizo, lo han rizado. ¿Habrá algún revisor que acepte que basura sobre la basura puede resultar en una joya? El artículo es «Estimating achievement from fame,» ArXiv, Submitted on 19 Jun 2009. ¿Qué argumento puede esgrimir un revisor en contra del artículo? P.ej. que la figura 2 está MAL calculada y por tanto el resto de su artículo cae por su propio peso.

Han estudiado científicos que han recibido el Premio Nobel de Física (A. Einstein, M. Planck, M. Cuire, N. Bohr, etc.). Si su estudio fuera correcto, p.ej., Pierre Curie habría contribuido justo la mitad que A. Einstein (en concreto 8,53/4,30) y Paul Dirac un poquito menos aún (en concreto 8,53/4,04). Otro ejempo, G. Hertz habría contribuido cuatro veces menos que A. Einstein (8,53/2,13).

Lo dicho, un sinsentido que posiblemente acabe engrosando el número de páginas publicadas con artículos de investigación (que desde este blog calificamos como «basura»).

Por cierto, ¿alguien se atreve a cuantificar los logros de los famosos de la prensa rosa? Basta estudiar los logaritmos del número de hits que aparezcan en Google. Por ejemplo, los grandes logros de «Cachuli OR Julián Muñoz» con 298.000 hits son similares a los de «Isabel Pantoja» con solo unos pocos más, 381.000 hits, y a los de «Ana García Obregón», con solo 339.000 hits. Logros muy superiores a los de «Isabel Preysler» con solo 60.300. No sé, no sé, … lo mismo hasta tienen razón. ¿Y los de «Julio Iglesias»? Con 2.400.000 se lleva la Palma de Oro del Cannes de los Famosos.



1 Comentario

  1. Yo no creo que debamos leer siempre todos los originales. Esto pasará como con todo: si uno quiere pisar sobre firme, lo mejor es contrastar; pero si uno sólo quiere tener una impresión general del asunto, entonces aceptará la opinión de los «expertos» – esto es, de los más citados.

    Hay que imaginarse quiénes son los expertos en nuestra sociedad, si vemos cómo se comporta la gente nos daremos cuenta que imitan o se parecen a esos como la Esteban o el Papuchi (no estoy muy al día en esos temas, lo siento si no son muy actuales), suelen citarlos mucho y se suelen acomodar apodos los unos a los otros por su parecido con cierto famosete… En temas, por tanto, del día a día, es como si se convirtieran en unos expertos. Y nos podremos imaginar hasta qué punto esto puede significar algo negativo: juicios de valor, cotilleos, no dar la cara…

    Por eso si uno quiere ser un buen filósofo, empezará por fiarse de la Esteban. Luego analizará y se dará cuenta de que esas fuentes están alteradas y se basan en novelas baratas rosas. Así que cambiaremos a otro novelista de carácter costumbrista un poco más profundo…, y así elegiremos al final a ese experto cuyas fuentes no analizaremos…, hasta que pase un tiempo y nos interese lo suficiente como para hacerlo. No existe respuesta absoluta al tema de encontrar a nuestro experto, pero sí existe un carácter absoluto a lo que defendemos o cómo lo hacemos: podemos ser incongruentes y decir las cosas de manera inadecuada que aún así, si somos famosetes, la gente seguirá apoyándonos como borregos.

    Es triste, pero eso mismo ocurre con la ciencia.

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