Por qué muchos hombres insultan a sus parejas

Por Francisco R. Villatoro, el 11 octubre, 2010. Categoría(s): Ciencia • General • Prensa rosa

Una de las lectoras de este blog, Beatriz, me ha hecho recordar una de las primeras entradas que escribí en este blog, «Hombres, mujeres, psicólogos y sus cosas (o el amor y otras pasiones),» 28 Enero 2008. Como le he comentado a ella, no soy psicólogo, soy físico e informático, luego la información sobre psicología en este blog hay que leerla de puntillas. Como trato de recordar siempre que hablo de medicina, extrapolar la información ofrecida en este blog a un caso concreto es muy peligroso. Hay que consultar con un profesional de la salud (médico o psicólogo) especializado en el tema. Aún así, rescataré la línea argumental de dicha entrada y la complementaré con algunos datos más sobre estos asuntos de pareja.

¿Por qué muchos hombres insultan a sus parejas? Puede parecer una contradicción pero lo hacen para retenerlas, pero evitar que les sean infieles. Muchos hombres con una baja autoestima de pareja temen perderla, por lo que actúan insultando y minusvalorando a su mujer, con objeto de que la autoestima de ella también caiga y a ella le parezca imposible lograr una pareja alternativa fuera de su relación actual. Retienen a su pareja  con «malas artes» ya que esta práctica es un arma de doble filo y existe el riesgo de que la mujer reaccione rompiendo la pareja. Aún así, estas conductas de retención están muy extendidas y muchas mujeres tienen un nivel de aguante mucho más alto de lo que uno esperaría a priori. Los interesados en más información al respecto pueden consultar la traducción al español de un tal Rafael del artículo técnico de Miner et al, “Atracción, retención y expulsión de la pareja,” INSUCAP, 16 de Febrero de 2010 [los que se atrevan con el inglés pueden leerlo directamente, es gratis, Emily J. Miner, Todd K. Shackelford, “Mate attraction, retention and expulsion,” Psicothema (revista editada por la Universidad de Oviedo, España) 22: 9-14, 2010]. Todd K. Shackelford tiene muchos artículos sobre el tema de la retención en la pareja, por ejemplo, Farnaz Kaighobadi, Todd K. Shackelford, Aaron T. Goetz, “From Mate Retention to Murder: Evolutionary Psychological Perspectives on Men’s Partner-Directed Violence,” Review of General Psychology 13: 327–334, 2009.

La retención de la pareja. Las conductas de retención de pareja son actos ejecutados para asegurar la continuidad de la relación y la fidelidad de la pareja. Hombres y mujeres gastan esfuerzos y energía en pro de la retención de pareja, especialmente cuando el riesgo percibido de infidelidad de la pareja es alto. Los hombres dedican más esfuerzo a la retención de pareja cuanto más tiempo ha pasado desde la última cópula con nuestra pareja, una medida intuitiva del riesgo de infidelidad de ella. También lo hacen cuando piensan que su mujer tiene «alto valor sexual» (tal como una mujer joven y atractiva).

Los hombres usan dos clases de conductas de retención de la pareja. Las que infligen costos a la pareja y las que conceden beneficios. Los hombres de «bajo valor» según sus parejas (los hombres con pocos recursos económicos, los hombres poco atractivos, los hombres desagradables) ejecutan más conductas que infligen costos, por ejemplo, blandiendo insultos dirigidos a la pareja (diciéndole a la pareja que todo es culpa de ella o que ha perdido atractivo físico), y menos conductas de provisión de beneficios que los hombres de «alto valor» según sus parejas (los hombres con recursos para gastar, los hombres atractivos, los hombres amables), quizás porque los primeros creen que carecen de los recursos necesarios para ejecutar suficientes conductas de provisión de beneficios como para retener a sus parejas.

Las mujeres también ejecutan conductas de retención de la pareja. Aunque el tipo de conductas difiere entre ambos sexos. Los hombres ejecutan más a menudo ciertas conductas que pavonean sus recursos ante la pareja, como dar a la pareja un regalo costoso, en tanto que las mujeres ejecutan más a menudo conductas para realzar su propia apariencia en beneficio de su pareja y para crear cierta amenaza de infidelidad. Tras intuir una infidelidad, un hombre desea practicar el sexo con su pareja, sin saberlo, para inducir una competencia espermática en el tracto reproductivo de la mujer (donde el esperma de dos o más machos compiten para fertilizar el óvulo). Al asegurar que su esperma está compitiendo por fertilizar el óvulo de su pareja, el hombre siente menos el riesgo de ser «cornudo» y garantiza ser el único progenitor de su descendencia. Los hombres que pasan cierto tiempo separados de sus parejas opinan que las ven más atractivas y más interesadas en el sexo, por lo que ellos también están más interesados en copular con ellas. Más aún, opinan que creen que otros hombres también las encuentran más atractivas.

En la pornografía, los hombres prefieren ver un trío de dos hombres con una mujer a un trío de dos mujeres con un hombre. Según los psicólogos, los hombres perciben en el primero una representación (guión) de la competencia espermática. No es solo una opinión. Estudios de la motilidad (movilidad) de los espermatozoides en el esperma eyaculado demuestran que es más alta tras visionar porno entre dos hombres y una mujer que entre dos mujeres y un hombre [para los interesados en el artículo técnico: N. Pound, «Male interest in visual cues of sperm competition risk,» Evolution and Human Behavior 23: 443-466, November 2002; también es interesante Sarah J Kilgallon, Leigh W Simmons, «Image content influences men’s semen quality,» Biol. Lett. 1: 253-255, 22 September 2005].

No quisiera acabar sin dejar de mencionar que según algunos psicólogos los casos extremos de las conductas de retención de pareja pueden ser el origen de muchos casos de violencia de género. Hay mucha información en la web sobre esta tema. Recurriendo a los trabajos de Shackelford, recomendaría los dos siguientes: Farnaz Kaighobadi, Todd K. Shackelford, Aaron T. Goetz, «From Mate Retention to Murder: Evolutionary Psychological Perspectives on Men’s Partner-Directed Violence,» Review of General Psychology 13: 327–334, 2009; y Farnaz Kaighobadi, Todd K. Shackelford, «Suspicions of female infidelity predict men’s partner-directed violence,» Behavioral and Brain Sciences 32: 281-282, 2009.