Un flaco favor para los jóvenes investigadores

Por Francisco R. Villatoro, el 3 diciembre, 2010. Categoría(s): Bibliometría • Ciencia • General • Prensa rosa • Science ✎ 1

Hay muchos investigadores jóvenes (postdocs) que creen que publicar un artículo en una revista de prestigio es más importante para su carrera académica que hacer ciencia de calidad per se. Hay muchos postdocs que pierden años enviando un artículo a una revista de alto impacto, que es rechazado de forma sistemática, pero que revisan una ya otra vez gastando muchos meses en esta tarea, en lugar de dedicarse a desarrollar nuevas ideas y a hacer ciencia de calidad. Es cierto que en la mayoría de los  países la financiación y la promoción de los investigadores jóvenes está condicionada a sus publicaciones en revistas de alto índice de impacto. Pero para la gente joven poner demasiado énfasis en la publicación en revistas de alto impacto es la mejor receta para acabar en un desastre, salvo excepciones. En el caso más extremo, provoca la tentación de falsificar los datos. Incluso para los que nunca lo harían, el mensaje es que el éxito en ciencia no es desarrollar ciencia de calidad sino publicar ciencia a cualquier precio. La hipocresía de las publicaciones, publicar en revistas por su índice de impacto y no por el contenido científico de lo que publican. Se olvida muy fácil que el índice de impacto se inventó para ayudar a los bibliotecarios a la hora de elegir las revistas que contratar. Se olvida que utilizarlo para evaluar la calidad de un investigador, un departamento o una institución académica es un claro ejemplo de efecto lateral y uso indebido de un concepto útil para lo suyo. Aunque las intenciones de los evaluadores sean las mejores posibles, nada bueno se puede esperar de una evaluación centrada en el índice de impacto. Todos estamos de acuerdo, supongo, pero a veces es necesario que nos lo recuerden, y nos lo recuerdan Eve Marder, Helmut Kettenmann, Sten Grillner, «Impacting our young,» Editorial, PNAS, Published ahead of print, November 22, 2010. Porque estas verdades a veces hay que recordarlas.



1 Comentario

  1. La necesidad de publicar en revistas reconocidas por parte de los físicos, y otros científicos, para mantener su posición y conseguir financiamiento para sus proyectos, me hace recordar la de un pariente político mío que se gana la vida escribiendo editoriales acerca de la actualidad política. No todos los días hay acontecimientos que comentar. Pero hay que cumplir con entregar un artículo de ene palabras o más para poder cobrar el cheque de fin de mes. Por tanto, si no sucede nada merecedor de comentario hay que convertir lo anodino que haya sucedido en algo que se pueda leer y de alguna manera mantenga la atención del lector.
    Muchas veces he visto que se recurre a lo que Durkheim, uno de los fundadores de la sociología, llamaba “la penosa elaboración de lo obvio”. Por otra parte, también se da el caso darle vueltas a un asunto cotidiano de tal manera que parezca de alguna manera significativo. Como anécdota, un tío mío solía decirme, medio en serio y medio en broma, que “para qué aclarar las cosas, cuando uno puede enredarlas de tal manera que no se entiendan y causen confusión; y, después, cobrar por desenredarlas y aclararlas”. Añadía: “si no mira a los abogados”.
    La obligación de mantenerse en el ranking me parece que no adelanta la ciencia ni el entendimiento de este nuestro mundo.

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