La teoría matemática de la citación explica cómo los investigadores se citan los unos a otros

Por Francisco R. Villatoro, el 15 septiembre, 2011. Categoría(s): Bibliometría • Ciencia • Matemáticas • Mathematics • Noticias • Science ✎ 3

«Vengamos ahora a la citación de los autores que los otros libros tienen, que en el vuestro os faltan. El remedio que esto tiene es muy fácil, porque no habéis de hacer otra cosa que buscar un libro que los acote todos, desde la A hasta la Z, como vos decís. Pues ese mismo abecedario pondréis vos en vuestro libro; que, puesto que a la clara se vea la mentira, por la poca necesidad que vos teníades de aprovecharos dellos, no importa nada; y quizá alguno habrá tan simple, que crea que de todos os habéis aprovechado en la simple y sencilla historia vuestra; y, cuando no sirva de otra cosa, por lo menos servirá aquel largo catálogo de autores a dar de improviso autoridad al libro. Y más, que no habrá quien se ponga a averiguar si los seguistes o no los seguistes, no yéndole nada en ello. (…)» Extracto del prólogo del libro Don Quijote de la Mancha del archifamoso Miguel de Cervantes Saavedra.

Cervantes describe en el prólogo de Don Quijote de la Mancha el proceso utilizado por muchos científicos para elegir las referencias (artículos) a los que citar en  su próximo artículo: citar a quien todo el mundo cita, sin ni siquera molestarse en leer dicho artículo. Así lo demostró un estudio de la propagación de errores en las citas publicado en 2003 («Read before you cite!,» ArXiv). Los autores de dicho estudio (Simkin y Roychowdhury) presentan ahora un nuevo modelo matemático estocástico del proceso de citación al que denominan de forma gandilocuente «la teoría de la citación» («Theory of citing,» ArXiv, 11 Sep. 2011). No es el primer modelo de este tipo y sus conclusiones son las de siempre. Muchos artículos se vuelven famosos y son muy citados porque son muy citados, y son muy citados por pura lotería. Como una bola de nieve colina abajo. Curioso, yo trato de evitarlo, pero a veces caigo en la trampa… somos animales sociales y hacemos lo que todo el mundo hace, incluso cuando tratamos de evitarlo.

Ya nos hicimos eco del trabajo de 2003 de Simkin y Roychowdhury en «El problema de no leer la fuente original de una noticia,» 9 abril 2009. También recomiendo la lectura de mi entrada «Cómo medir la fama de un investigador utilizando sus hits en Google,» 22 junio 2009.



3 Comentarios

  1. Hay muchas formas de escribir citas: puedes usarla porque tienes entendido que da la respuesta a una pregunta que te es ajena, puedes citar una explicación que te interesa pero que aún no comprendes y la «comunidad» acepta, puedes citar una cita que te dieron y que aún no has comprobado pero que a alguien le interesa urgentemente, puedes citar a uno que conoces por otras obras y que ésta leiste sólo por encima, puedes citar para el estudiante al que tiene buenas citas pues (al hacerlo) demuestra parecer saber estar en el tema, puedes citar para dejarlo como objeto de estudio, o citar a alguien porque a este sí lo has leído y no te gustó lo que puso (razón por la cual lo criticas)…

    Y raro será encontrar autor cuya cita no sea objeto de cuestionamiento pues, en el fondo, suele haber objeto de error en cada artículo o afirmación: quizás de lo contrario el conocimiento no evolucionaría – ¿acaso iba a poder encontrarse una forma perfecta de decir o medir algo?

    En la medida en el que el modelo es más adecuado, fallará el método; esto es porque la determinación de modelo y método no conmutan, y se repercuten entre ellos. Por eso cualquier autor debería ser citado para ser objeto de crítica, y no al contrario.

  2. Este post es muy interesante.

    En ciertas disciplinas las revistas con mayor impacto (proporcional al número de citas que reciben sus artículos) tienen un gran número de publicaciones en forma de introducciones a una cierta temática que repasa la contribución de los artículos más importantes en ese área. Los científicos los citan para ahorrarse tener que introducir los temas en detalle y centrarse en aquello que supone una novedad en su artículo, paradógicamente «apoyan» en cierta medida en la labor de otros investigadores cuya novedad es mínima en ese sentido, pero que han ayudado a dar cierta perspectiva al tema.

  3. El tema de las referencias es muy delicado. Es un tema aparte, más propio de la sociología de la ciencia.

    Al go relacionado que me pasa es lo siguiente. Cuando veo las versiones previas de los artículos en arxiv.org, a veces en vez de leer el título del artículo, leo directamente el nombre de los autores. Y mira que no está bien, pero empiezas de la manera más tonta, buscando algún nombre conocido, y cuando te descuidas, terminas haciéndolo por defecto. Y se supone que no son los autores los que hacen el artículo interesante, sino el contenido del mismo.

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