Sábado, reseña: «El error del pavo inglés» de Antonio José Osuna Mascaró

Por Francisco R. Villatoro, el 2 febrero, 2013. Categoría(s): Biología • Ciencia • Libros • Recomendación • Science ✎ 2

Dibujo20130130 antonio osuna - biotay - el error del pavo ingles - book cover

El título y el autor me hicieron pensar en un libro de etología animal, o de etología comparada. Nada más lejos de la realidad. La etología brilla por su ausencia, salvo en los capítulos finales. El libro ofrece la respuesta de un biólogo docto, de la mano de la evolución, a preguntas como ¿qué es la vida?, ¿cuál es el sentido de la vida? o ¿qué es la consciencia? Brillante en ciertos pasajes, en otros decepciona. Pero una ópera prima de 245 páginas tiene que ser así. Tiene que dejar la puerta abierta a obras futuras que demuestren todo el potencial del autor. Sin lugar a dudas, recomiendo la lectura de «El error del pavo inglés» de Tay (@BioTay en Twitter), pero empezando por el capítulo séptimo, y último, «La escalera de cristal,» para más tarde retomar los capítulos del cuarto al sexto, de «El error del pavo inglés» al «¿Quién soy yo? ¿Qué es la consciencia?,» y finalmente acabar con la introducción y los tres primeros capítulos, a quien apetezca completar la obra, por completarla, pues no se pierde nada si no se leen.

Pido perdón al autor, Tay, por mi atrevimiento al recomendar un cambio en el orden de los capítulos, pero he de confesar que me costó leer los primeros capítulos y solo continúe leyendo la obra porque, y no me preguntes el porqué, quería abrir la nueva sección de este blog «Sábado, reseña,» con este libro. De hecho, me costó adquirir un ejemplar más de lo que hubiera pensado. Ninguna librería en Málaga (ninguna de las grandes) lo tenía en sus estanterías; lo encargué en una de ellas y se supone que llegó, pero fue traspapelado (¿quién lo disfrutaría por mí?); lo volví a encargar y las fiestas navideñas quedaron atrás (mi sección «Sábado, reseña» no podría empezar con el inicio del nuevo año). Al final, anulé el pedido y lo encargué a la librería granadina por excelencia de Málaga y en una semana ya lo tenía entre mis manos (el libro está editado por la Editorial Universidad de Granada). Unos se preguntarán ¿por qué no lo compraste online?  No sé, pero mi idea con «Sábado, reseña» es reseñar libros que atesoro en papel. Una idea, es una idea, o quizás solo «un error del pavo inglés.» Algunos amigos, autores de libros recientes que he tenido estos días entre mis manos, se preguntarán ¿por qué no empezaste por mi libro? No sé. No importa. No os preocupéis que vuestros libros saldrán en esta sección, faltaría más. Al grano.

Se inicia el capítulo séptimo, «La escalera de cristal,» con «Allí estaba, tan alta como el cielo, brillante, sagrada, bellísima, ¡sólida como el acero! [Desde allí arriba] el ser humano, el único ser creado a imagen y semejanza de la perfección, miraba a todos los demás desde las alturas. Lo que no sabía era que el pavo real ya había construido una escalera igual, pero para alcanzar un surtidor de gasolina.»

¿Qué nos hace humanos? ¿Qué nos diferencia del resto de los animales? «Un error del pavo inglés» nos lleva a creer que «el Universo ha sido «para» que seamos. Pero los acontecimientos no tienen un para sino un porqué. Las ideas teleológicas asociadas a la evolución están plenamente superadas hoy en día. No tenemos ojos para ver, vemos porque tenemos ojos.» No hay ninguna característica humana que no se dé en algún otro animal. Todos los recursos más abstrusos de los intelectuales para demostrar que somos superiores a los animales son rebatibles. Solo los ignorantes de lo que les rodea en nuestra planeta creen que somos el único animal autoconsciente, el único «animal racional.»

La historia de A.L.EX. (Animal Learning EXperiment) y la cognición animal no podían faltar en el libro [charla de Tay en Naukas 2012]. «Alex era sólo un loro, y un loro único, y un único individuo capaz de hacer algo es invisible a la ciencia. La corteza cerebral de un loro es minúscula en comparación con la de los primates, pero los resultados que se obtuvieron llegaron a superar a los de éstos. Un «bicho raro» de la naturaleza, [pero] la empatía, la moral y el raciocinio no son de nuestra exclusiva propiedad.» ¿Pero por qué nos gustan tanto las orcas? «El viejo Tom, «el humorista,» cumplía la «ley de la lengua»: [Los balleneros] se llevan el cuerpo de la ballena y las orcas se deleitan esa noche con la lengua.»

Somos animales. «Nuestra preciosa escalera de cristal era ficticia, debemos asimilarlo y digerirlo, ya no vivimos sobre el resto [de los seres vivos de la Tierra], vivimos con el resto. Si algunos se empeñan en mantenerse de puntillas probablemente lo único que van a conseguir es autoengañarse, ofrecer una estampa ridícula y que les acaben doliendo los tobillos.»

Se inicia el quinto capítulo, «¿Cuál es el sentido de la vida?» con una cita de Eccles: «Hemos llegado al convencimiento de que somos criaturas con algún significado sobrenatural que aún no hemos desentrañado.» Una noticia de sucesos como cualquier otra. «Un abogado que se peleó con su ordenador y lo tuvo que «matar» (le disparó cinco veces con un revólver del calibre 38) por haberle traicionado; llevaba diez años trabajando en un caso y el ordenador le había introducido un grave error en el texto.»

«¿Quién soy yo? ¿Qué es la consciencia?» son preguntas que todos nos hacemos y que Antonio trata de responder en el sexto capítulo de su libro, siguiendo la estela de Ramachandran (experto en sinestesia autor de «Los laberintos del cerebro» y «Lo que el cerebro nos dice»). Un repaso de algunos experimentos neurocientíficos curiosos que tratan de desvelar el misterio del «yo mismo,» le sirven para exponer la idea de los qualia (¿existe el color azul?). No me gusta de este capítulo la referencia a las neuronas espejo, que yo matizaría en gran medida.

El primer capítulo del libro, «La evolución y el cubo de Necker,» Antonio destaca la diferencia entre «evolución» y «teoría evolutiva,» aunque yo habría puesto mucha más carne en el asador al respecto de la existencia de múltiples teorías evolutivas. La evolución es un hecho, pero hay muchas teorías que la explican y ninguna es más verdadera que las demás, todas se complementan en ciertos aspectos; la realidad es así, ofrece múltiples prismas, pero que todos colapsan gracias al contexto, a ese contexto común a todo nuestro conocimiento que obtenemos gracias al método científico. La ciencia no está escrita, no está acabada. La ciencia está viva, se construye y deconstruye cada día, confome las teorías se matizan y refinan, se descartan y mutan.

No me gusta el concepto de «neguentropía» de Schrödinger, ni las ideas de Prigogine que Antonio expone brevemente en su segundo capítulo «¿Qué es la vida?» Aún así, quiero destacar del final de este capítulo su definición de vida: «La vida es una propiedad que nosotros asignamos a un sistema abierto, neguentrópico, autopoiético, alejado del equilibrio termodinámico, disipativo y autoorganizado gracias a la sinergia emergente de sus subsistemas; además, este sistema es capaz de reproducirse, mutar y reproducir sus mutaciones.» Como bien nos recuerda Antonio, «no existe una línea en la naturaleza que delimite lo vivo de lo inerte, las líneas divisoras las creamos nosotros.»

El brevísimo capítulo tercero, sobre la importancia de que los doctos se confiesen ignorantes, sobre todo si son docentes, porque la ciencia es la ignorancia compartida, deja una sensación extraña. Con perdón, Antonio, pero los tres primeros capítulos del libro, o bien sobran, o bien piden a gritos una discusión más detallada, quizás un nuevo libro específico. A mí no me han gustado, como tampoco me han gustado las referencias a la física en muchos pasajes del libro (para decir «En 1959» sobra toda la retórica sobre el big bang, la evolución del sistema solar, la de la Tierra, etc.).

En resumen, me ha gustado el libro y lo recomiendo a los lectores de este blog. A quienes también recomiendo, para abrir boca, la charla de Tay en este vídeo sobre «El error del pavo inglés,» y la reseña de Uhandrea para Naukas.



2 Comentarios

  1. Gracias Francis por una crítica tan sincera. : )

    El orden de los capítulos es algo que me planteé hasta el mismísimo último momento, incluso me planteé reescribirlo haciendo más hincapié en el tema final… pero decidí ser fiel a la idea de la que partí, y es que no se puede entender el último capítulo plenamente si no se han leído (o se conocen) los primeros. La pena es que el último capítulo (y casi la mitad del libro) es en apariencia el más fácil. Pero es solo la superficie.

    ¿Por qué no lo pediste a Amazon? 😀

  2. Me ha encantado la crítica al libro y también la idea de la nueva sección. Para ser sincero llevo bastante tiempo deseando una sección así, recuerdo tus excelentes reseñas con gran agrado (especialmente del último libro de LIsa Randall ).

    Con el error del pavo inglés me han dado muchas ganas de leerlo especialmente tus críticas a los primeros capítulos y a la línea argumental me han animado más, ya lo he encargado en una librería en una semana espero poder disfrutarlo.

Deja un comentario