«Mire usted por dónde, ha aparecido, en los últimos años, un «continente» nuevo, lo llaman el «séptimo continente.» Se encuentra entre Asia y América del Norte, en el océano Pacífico. Esta nueva «placa» no «flota» en el manto [de la Tierra], sino en el agua, no está hecha de granito y otras rocas, sino de plásticos, que servirán para que los arqueólogos del futuro daten los yacimientos de nuestra época (el «fósil director»). [Quizás] se pregunten: ¿Para qué usaban las botellas de agua mineral? ¿No salía por sus grifos agua abundante, clara y barata? Entonces, ¿por qué tomaban el agua de los manantiales de montaña, gastaban materias primas para embotellarla, la transportaban cientos de kilómetros a lugares donde no era necesaria, y arrojaban luego los envases a sus ríos y a sus mares?»
Me he leído de un tirón el libro de Juan Luis Arsuaga y Milagros Algaba Suárez, ilustrado con dibujos de Forges, «Elemental, queridos humanos. Vida y andanzas del ingenioso planeta Tierra,» Ediciones Planeta, Madrid, 2010 [295 páginas]. Este libro es de lectura ágil (24 capítulos breves de menos de unas diez páginas cada uno), al más puro estilo de Arsuaga, uno de los grandes divulgadores de paleontología en español, aunque las notas históricas de Algaba no desmerecen lo más mínimo. Aún así, lo mejor del texto son las deliciosas ilustraciones de Forges que lo decoran, a veces muy divertidas, pero que siempre te hacen pensar. Un libro altamente recomendable para todos.
Los que han leído otros textos más técnicos no encontrarán nada nuevo, pero el éxito del libro no es la novedad en los contenidos, sino la frescura de su presentación. Partiendo del origen de la vida en el planeta Tierra y de la biosfera, se adentra en la hipótesis de Gaia, de la mano de James Lovelock y Lynn Margulis, lo que nos lleva a la hipótesis de la endosimbiosis. El Cámbrico nos lleva al Cantábrico gracias a las lampreas y a preguntarnos ¿por qué no vuelan los elefantes y se suben a los árboles las ballenas? Yo no sabía que junto al cuerpo helado del capitán Scott se encontraron rocas con fósiles que recogió en la Antártida en el retorno de su fallida aventura.
El Pleistoceno se inicia en el capítulo 12, que nos lleva a los primeros restos de homínidos. «El genoma neandertal apunta a que los humanos actuales de Eurasia recibieron una pequeña aportación genética (en torno al 2%) de los neandertal , pero los pueblos subsaharianos no recibieron ninguna. ¡Con todo lo que han dicho los racistas de la superioridad y pureza de la «raza blanca»!» La aparición de la agricultura y la ganadería cambiaron la faz de la Tierra, y la cocina nos hizo humanos modernos. Se pregunta Forges con humor: «¿Llegaron los cretenses hasta Galicia en sus navegaciones? El recordado miñotauro de las leyendas gallegas parece confirmarlo.»
Acaba el libro con un alegato ecologista, ensuciamos mucho nuestro planeta, pero la Tierra sigue siendo un hermoso lugar (aunque Nietzche dijera «que tiene una enfermedad llamada hombre»). Los autores nos recuerdan que «no tienen soluciones mágicas a los problemas de la humanidad en relación con los recursos naturales, no son gurús poseedores de la verdad, sino sólo humildes y atribulados científicos.» La cita final de Popper merece aparecer aquí: «Intenten ustedes ver el mundo como lo que seguramente puede considerarse que es, como un lugar hermosísimo que, cual si fuera el jardín, nosotros tenemos la facultad de mejorar y cuidar. Y, al hacerlo, procuren ustedes utilizar la humildad de un jardinero experto y por eso mismo consciente de que muchos de sus intentos fracasarán.» Forges remata con «Algún día, hijo mío, si no lo cuidamos, todo esto será suyo. ¿De quién papá? De la nada, hijo, de la nada.»
Me ha gustado el libro, aunque es, como bien dice el título, elemental, muy elemental, pero y a quién le importa si su lectura se disfruta. Por cierto, «a los científicos no les gustan en general las metáforas, que a menudo sólo son pompas de jabón llenas de aire.» ¡Qué gran verdad!
Els homos sapiens d’Euràsia tenen el 2% de gens dels Nearthentals!!!
Puri, eso es lo que pone el libro de Arsuaga que se escribió en el año 2010 (el año en que se publicó dicha afirmación). Me gustaría aclarar que hay algunos especialistas que lo han puesto en duda. Un artículo de agosto de 2012 afirma que hay otra explicación (la existencia de un ancestro común a neardentales y humanos cuyos genes evolucionaron de forma diferenciada entre euroasiáticos y subsaharianos); a día de hoy, la comunidad científica está dividida y se requieren nuevos estudios para decidir la cuestión.
En el párrafo del Pleistoceno, aparece dos veces «neardental» y debería ser «neandertal». 🙂
Gracias, Sergio, me han jugado una mala pasada los dedos.