La obra «De Luce» («Sobre la luz») del inglés Robert Grosseteste (c. 1175−1253), escrita en 1225, propuso la gravedad cuatro siglos antes de Isaac Newton y la teoría del big bang (gran explosión) siete siglos antes de Georges Lemaître. Así lo interpretan Tom C. B. McLeish (Univ. Durham, Reino Unido) y sus colegas en un comentario en la revista Nature.
Grosseteste describe el nacimiento del universo en una gran explosiófn y la «cristalización» de la materia para formar las estrellas y los planetas. Eso sí, todo ello dentro de un conjunto de esferas concéntricas con la Tierra en su centro. Según McLeish y sus colegas es el primer intento de describir la Tierra y los cielos usando el mismo conjunto de leyes físicas. Más aún, Grosseteste sugiere que pueden existir otros universos con otras leyes físicas diferentes, es decir, la idea del multiverso.
El comentario es Tom C. B. McLeish et al., «History: A medieval multiverse,» Nature 507: 161-163, 13 Mar 2014; el artículo técnico es Richard G. Bower et al., «A Medieval Multiverse: Mathematical Modelling of the 13th Century Universe of Robert Grosseteste,» Accepted in Proceedings of the Royal Society, arXiv:1403.0769 [physics.hist-ph] (supplementary animations).
Recomiendo leer César Tomé, «Un multiverso medieval. ¿Qué pasaría si tratásemos con lo métodos matemáticos de hoy las ideas cosmológicas de un obispo del siglo XIII?,» Cuaderno de Cultura Científica, 14 Mar 2014.
El libro de Grosseteste ha sido traducido en un proyecto de investigación liderado por la Universidad de Durham, Reino Unido, que incluye filólogos expertos en latín medieval, historiadores medievales, físicos y cosmólogos. Durante el siglo XII, gracias a las traducciones del griego al árabe y del árabe al latín, se produjo un renacimiento de la ciencia de Aristóteles gracias a estudiosos como Grosseteste, Averroes (Córdoba, España) y Gerardo de Cremona (Toledo, España). ¿Qué es el color? ¿Qué es la luz? ¿Qué es el arco iris? Preguntas que llevan a Grosseteste a plantear: ¿Cómo se formó el universo? ¿Pueden existir otros universos diferentes?
«De Luce» aborda el problema del atomismo clásico: Si todo está hecho de átomos y los átomos son puntuales, ¿por qué los objetos tienen volumen? Grosseteste responde usando la luz (hoy en día hablaríamos de un campo electromagnético). El volumen finito surge por la acción de una «multiplicación infinita de luz» sobre la materia puntual (infinitesimal). Lo más sorprendente es que utiliza un razonamiento que sugiere que tiene en mente una formulación matemática. De hecho, afirma que el proceso conduce a un valor finito para el volumen de la misma forma que el cociente entre dos sumas infinitas puede ser finito. En concreto, McLeish y sus colegas creen que afirma que (escrito en lenguaje matemático moderno) el cociente (1 + 2 + 4 + 8 + ···)/(0,5 + 1 + 2 + 4 + ···) = 2. Por supuesto, se trata de una interpretación matemática de una descripción no rigurosa del concepto de límite.
La física de la luz y su interacción con la materia explica la solidez de los objetos ordinarios. Pero además, «De Luce» sugiere que también explica el cosmos como un todo. La luz nació de una gran explosión inicial que provocó la expansión del universo en una enorme esfera. En este proceso la materia redujo su densidad hasta un momento en que se «cristalizó» (alcanzando una densidad mínima). Para McLeish y sus colegas, un físico moderno hablaría de una transición de fase. Por supuesto, Grosseteste se limita a justificar la existencia de las nueve esferas perfectas del cosmos geocéntrico medieval: el «firmamento», las estrellas fijas, Saturno, Júpiter, Marte, el Sol, Venus, Mercurio y la Luna. En su descripción, la densidad se duplica en la segunda esfera, se triplica en el tercera, y así sucesivamente, produciendo un conjunto anidado de esferas concéntricas.
McLeish y sus colegas afirman que «De Luce» introduce el concepto de multiverso: la posibilidad de que existan otras leyes físicas diferentes a las de nuestro universo que se apliquen a otros universos diferentes. Por supuesto, hoy sabemos que un cosmos geocéntrico no es sostenible, pero hasta en el nuevo Cosmos de Neil deGrasse Tyson se dibujan los universos del multiverso como burbujas esféricas.
Las descripciones cualitativas de Grosseteste se pueden formular de forma matemática. El resultado son ecuaciones diferenciales para las leyes físicas que rigen el universo. Quizás McLeish y sus colegas están leyendo entre líneas en «De Luce» más de la cuenta. Pero es muy sugerente que la ciencia del siglo XIII estuviera tan «avanzada» (en el sentido moderno del término).
En mi opinión, lo más interesante de este trabajo es que combina ciencias puras con ciencias sociales y humanidades. Además, este tipo de trabajos ilumina la oscuridad de la ciencia en la Edad Media. Habrá que estar al tanto de sus futuros resultados.
[PS: 16 Mar 2014] César Tomé, «Hitos en la red #8,» Naukas, 16 Mar 2014, escribe en «El universo de Grosseteste, y aquí este cronista discrepa con Francis, ha sido tratado tanto por Francis como por un servidor. Francis en La idea del multiverso aparece en una obra del siglo XIII, titular que a nuestro modesto entender no es correcto puesto que el multiverso aparece cuando se intenta simular matemáticamente el universo de Grosseteste y las ecuaciones dan lugar a múltiples soluciones, de las que sólo una es el universo de Grosseteste; esto es lo que un servidor intenta explicar en Un multiverso medieval.» [Gracias César por la corrección].
Impresionante. Yo creía que Roger Boscovich había sido el más adelantado a su época. En la vieja revista Planeta, los divulgadores del «realismo fantástico» se preguntaron (medio en broma, medio en serio) si Boscovich no sería un viajero del tiempo. ¿Qué habrían pensado de Robert Grosseteste? ¿Un E.T. infiltrado? 🙂
Soy muy escéptico con estas cosas, que están metiendo los dos pies en Magufiland. No hay mucha diferencia entre el mito de los Dogon y esto. Como decía (y en mi opinión, muy bien) Carl Sagan, son pruebas psicológicas suprayectivas.
Nadie, nunca, en el pasado, pudo formular (aunque ahí lo sostengan) la ley de la Gravedad, tal y como Newton lo hizo. No es posible sin cálculo diferencial. Nadie, nunca, postuló la evolución de las especies ni el mero mecanismo darwiniano (a pesar de que es omnipresente en todo sistema en competencia por recursos finitos y con estrategias reproductivas), a nadie se le ocurrió ni de coña formular la tectónica de placas (a Wegener se lo comieron crudo por pseudo-hacerlo con pruebas bastante sólidas), en suma, la ciencia no nace por generación espontánea y como bien dice el adagio, vemos tan lejos porque literalmente, estamos en hombros de gigantes. No me creo el mito del iluminado medieval.
En todo caso, lo que prueba esto más bien sería que algunos de nuestros sólidos paradigmas más bien van a ser artefactos culturales como la copa de un chorro de cuásar.
P.S. He leído por ahí que la interpretación que hacen de los textos los autores es algo más que creativa.
Francis, si te lees la obrita de Grosseteste (está en la red) verás que en ningún sitio aparece la idea de multiverso. Es todo un «entretenimiento» llevado a cabo por los autores del artículo:
«We identified six physical ‘laws’ in the manuscript, including the interaction of light and matter, the critical criteria for perfection, and the re-radiation and absorption of lumen. We wrote down these laws mathematically, including modern concepts such as opacity, which were consistent with the text although not described explicitly in it. Then we computed the resulting equations, expressed in differential form, in three-dimensional spherical symmetry.
To assess the range of possible solutions to these novel equations, and out of curiosity, Durham cosmologist Richard Bower then computed the space of possible medieval universes by varying the values of four parameters: the gradient of the initial ‘Big Bang’ matter distribution, the coupling strength of light and matter, the opacity of impure matter and the transparency of the perfected spheres.
A rich set of solutions emerged. A narrow set of parameters did indeed produce the series of celestial perfected spheres and, within the Moon’s orbit, a further four spheres corresponding to fire, air, water and earth — as the medieval world view demanded. But most choices of the four parameters yielded no spheres, or a disordered mess of hundreds of concentric spheres with no radial pattern to their densities. Other possible model universes contained infinite numbers of spheres, some with unbounded density. The project had unwittingly stumbled on a medieval multiverse.»
Además, a la teoría de Grosseteste habría que llamarla «Gran Implosión» en lugar de explosión, porque va de fuera a dentro. Y ni siquiera es «explosión», en el sentido de suceso único e instantáneo, sino «generación infinita de luz», es decir, una formación constante de luz en la esfera del firmamento (multiplicationem et infinitam generationem luminis) que acaba transformándose en materia (los cuatro elementos) en la esfera sublunar.