Reseña: Revista «Principia» dirigida por Enrique Royuela

Por Francisco R. Villatoro, el 1 agosto, 2015. Categoría(s): Ciencia • Noticias • Recomendación • Science

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El primer número de la revista Principia ya ha visto la luz. La revista que une las dos coolturas es más parecida a un libro de divulgación que a una revista de divulgación. Por ello he decidido dedicarle una reseña sabatina. Puedes adquirir tu ejemplar (o suscribirte) en la tienda de Principia.

Lo que más destaca son sus ilustraciones y su cuidada edición. Los textos están dirigidos a un público general poco aficionado a la divulgación científica, por ello la mayoría se centran en contar historias. Salvo contadas excepciones la ciencia es sólo una excusa. Ello no quita que haya disfrutado con su lectura y que por ello os la recomiende a todos (aunque sé que muchos preferís una divulgación más dura).

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César Sánchez, «Basura tecnológica» (pp. 4-5), tras una cita de Gandalf el Gris, nos habla de «un negocio macabro, enmarcado en un círculo vicioso en el que los países del ‘primer mundo’ quieren mantener sus condiciones y estatus.» Sergi Vila, «La invasión del mar» (pp. 6-7), nos cuenta que «las medusas presentan ciclos de unos once-doce años [en los que hay] explosiones [de su número] que estarían ligadas a un fenómeno llamado ‘Oscilación del Atlántico Norte,’ parecido al fenómeno de ‘El Niño’.»

Daniel Gómez, «¿Cómo lo ves?» (pp. 8-9), recuerda que «si falla alguno de los conos, los demás colores son percibidos como si viéramos a través de unas gafas tintadas, por eso resulta que los daltónicos pueden leer textos escritos en colores muy similares.» De los primeros cuatro artículos breves el que más me ha gustado es el de José Ramón Alonso, «La primavera, ¿la sangre altera?» (pp. 10-11), que discute «las variaciones estacionales de los niveles de neurotransmisores tales como dopamina y serotonina, que a su vez están mediadas por hormonas.»

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Jesús D. Tavira, «El veneno de las serpientes» (pp. 12-17), tras hablar de las cuatro familias de serpientes y sus cuatro tipos de dentición nos recuerda que «el veneno es una saliva modificada» y que «todas las serpientes poseen glándulas parotídeas y salivares superiores que segregan líquidos más o menos venenosos.» En esta foto aparece la culebra rayada (Elaphe taeniura frisei) cuyo veneno es casi inocuo comparado con el tapián del interior (Oxyuranus microlepidotus), «considerada la serpiente más venenosa del mundo.»

Me ha resultado un poco infantil la historieta (cómic) «La odisea del azúcar» (pp. 18-19) de Carlos Romá y Gerardo Sanz, muy alejada de «La amargura de Rasputín» (pp. 20-21) de Daniel Torregrosa. «¿Por qué no hizo efecto el cianuro en el intento de asesinato de Rasputín? La respuesta está en la química.» Y la química de la mano de Enrique Royuela, «Una botánica inusual» (pp. 22-23) es la excusa para la única página de publicidad de toda la revista (su contraportada).

Me gusta «El ocaso de los gigantes» (pp. 24-33) de Aitor Ameztegui y Rafael Medina. Divulgación educativa que presenta conceptos básicos destacando anécdotas y curiosidades para retener la atención del lector. «El hombre ha jugado un papel fundamental, aunque indirecto, en el delicado estado de conservación actual de la secuoya gigante. [Las piñas], los conos, de esta especie no se abren de forma espontánea. Solo el calor de un incendio consigue activar el mecanismo. [Los gestores de las reservas naturales] han evitado que haya incendios durante mucho tiempo, y por este motivo no hay regeneración ni plantas jóvenes. (…) El tiempo y las decisiones que se tomen marcarán el futuro de estas especies.»

Fernando Gomolión-Bel, «La portadora de luz» (pp. 34-39) me recuerda al SciFest, Festival de Cultura Científica, organizado por Principia del 14 al 15 de noviembre de 2014 en Cuenca (España). Uno de los asistentes preguntó (fuera de contexto) por qué no se usaban luciérnagas (o un sistema inspirado en ellas) para iluminar las ciudades. «La luminiscencia tiene lugar cuando un cuerpo frío emite luz. [La molécula] luciferina reacciona de alguna manera al entrar en contacto con el aire y emite luz. La reacción funciona gracias a [la enzima] luciferasa. [Se está estudiando] usar la bioluminiscencia como un medio eficiente de iluminación. [Quizás a quien preguntó en SciFest] le encantaría ver las calles iluminadas con bacterias luminiscentes. Quizás estas ideas estén más cerca de la realidad que de la ficción.»

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Ana Ribera (Molinos), «Soy celiaco en 2015, ¿qué hago?» (pp. 40-41) antecede a Bernardo Herradón, «A hombros de gigantes» (pp. 42-51) quien nos habla de Newton y de la historia de sus Principia. «Aunque la recepción de los Principia fue favorable casi unánimemente, también recibió críticas.» Quizás yo también debo criticar algo. No me gusta el artículo de Molinos, próximo a artículos de autoayuda que leemos en los suplementos sabatinos de los periódicos. Tampoco me gusta el enfoque de historia whig que nos propone Bernardo, un químico interesado por la historia de la ciencia, que no aprovecha toda la riqueza bien documentada sobre la historia de los Principia. Por supuesto, para quien nunca haya leído nada sobre estos temas… ¿pero quién se encuentra en dicho caso?

Me gusta «Turismo científico en Moscú» (pp. 52-53) de Antoni Munar y Enrique Royuela. Esta serie promete mucho en próximos números de Principia. El geólogo Nahúm Méndez en «El origen de miedo y terror» (pp. 54-57) nos habla de la teoría del impacto gigante que dio lugar a las lunas de Marte. No me gusta las vueltas que le da Nahúm a esta teoría, debería ser más mucho claro, y tampoco me gusta la edición de las páginas 56 y 57, quizás la más pobre de todo el número inicial de Principia.

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Antonio Pérez-Verde, «La carrera espacial» (pp. 58-63), habla frío como el hielo de un tema apasionante en la historia de la segunda mitad del siglo XX. La pasión que le falta a Antonio la derrocha Patricia Rodríguez, «Querido Fiodor» Dostoyevsky (pp. 64-65), que redacta una carta apócrifa de Sonia Kovalevskaya (por cierto, yo habría escrito ‘Fyodor’). María Docavo, «Droga, guerra y medicina» (pp. 66-67), nos lleva a Antoni Munar, «Iluminando ciudades con arena» (pp. 68-69), una oportunidad perdida. Nos habla del LED rojo de Nick Holnyak para presentarnos los nombres de los galardonados con el Premio Nobel de Física 2014. Pero se echa en falta una discusión sobre qué han hecho estos señores y cómo funciona el LED azul (y el LED blanco). No me ha gustado este artículo de Antoni.

Tampoco me gusta «Carne y metal: el alma biónica de Darth Vader» (pp. 70-75) de Carlos Romá-Mateo, aunque supongo que los aficionados a Star Wars disfrutarán con la respuesta a la pregunta «¿convertirnos en máquinas nos hará menos humanos?» El hilo conductor de toda la revista Principia, con objeto de atraer a lectores potenciales que no sean aficionados a la divulgación de la ciencia, es la historia. Buenos ejemplos son Antoni Torres, «El poder del picante» (pp. 76-77), sobre el pimiento, la capsaicina y la piperina, y Julián Royuela, «La revolución de la sangre» (pp. 78-81), que nos lleva de Leonardo da Vinci hasta Ambrosio Paré, pasando por el palentino Juan Valverde.

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Daniel Moreno, «Por qué las mujeres ven más colores» (pp. 82-83), discute los indicios moleculares y genéticos para esta creencia popular. Josep Biayna, «Más allá de la ceguera» (pp. 84-86) nos habla de superhéroes y visión (no soy aficionado a usar los superhéroes para atraer a los aficionados al cómic a la divulgación, pero acepto que es un recurso muy socorrido). Enrique Royuela, «La paradoja del remedio defectuoso» (pág. 87), nos lleva a JAL Guerrero, «Vacúnate contra el papiloma» (pp. 88-89), un artículo breve que me ha gustado mucho.

«Vamos a la playa» (pp. 90-93) es un sugerente título que aprovecha Marta Pérez Folgado para hablarnos de la geomorfología litoral. Acaba con un rotundo «hayas estado leyendo esto en la playa o no, espero que a partir de ahora la veas con otros ojos.» Y acaba la revista con «Cóctel con regusto amargo» (pp. 94-95) de Galiana, que nos cuenta una historia centrada en su hijo, que es dermatólogo. ¿Se puede quitar un bulto que te haya salido en la cara en un centro de estética? Ni se puede, ni se debe, siendo la visita al oncólogo lo más recomendable. Porque la sobreexposición solar durante muchos años acaba dañando la piel.

«Y esto es solo el principio… encuentra mucho más en: principia.io, shop.principia.io» y no olvides hacerte una foto con tu Principia en las manos y subirla a las redes sociales con la etiqueta #ILovePrincipiaMag (sí en inglés, pero y qué importa).

Te recomiendo la revista Principia, no sólo para tu disfrute, sino también para el disfrute de tus familiares y amigos que no sean aficionados a la divulgación científica. Seguro que les gustará. ¡Qué mejor regalo para este tórrido verano de 2015!



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