Reseña: Episodio 2 de la revista “Principia” dirigida por Enrique Royuela

Por Francisco R. Villatoro, el 9 enero, 2016. Categoría(s): Libros • Recomendación • Science ✎ 3

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El segundo número de la revista Principia ya ha visto la luz. La revista que aboga por una única cultura merece que le dedique una reseña sabatina. También he leído, pero no reseñaré, el primer número de la revista Principia Kids. Por cierto, puedes adquirir tus ejemplares (o suscribirte) en la tienda de Principia.

Lo primero que debe quedar claro es que, en rigor, yo no me encuentro entre el público objetivo de la revista Principia. He de confesar que si no fuera uno de los miembros del proyecto Principia es muy posible que no hubiera adquirido un ejemplar. Ello no quita que haya disfrutado con la lectura de sus artículos. Se leen muy fácil y están ilustrados de maravilla. El único problema es que he aprendido poco con ellos. Y peor aún, que a priori sabía que iba a aprender poco con ellos. Leo todos los meses los nuevos números de revistas como Investigación y Ciencia, Scientific American, New Scientist y La Recherche, entre otras. Por ello tengo muy poco tiempo para otras revistas de divulgación.

A pesar de lo dicho, si eres aficionado a la divulgación de calidad con foco educativo, si te gusta disfrutar de la lectura y de las buenas ilustraciones, merece la pena que adquieras el nuevo número de Principia. Que no te echen atrás los 15€ que cuesta el ejemplar; la relación precio/calidad es muy buena.

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Tras el editorial, los tres primeros artículos no me han gustado (salvo por sus cuidadas ilustraciones e infografía). César Sánchez, «Una bombilla, medias, Ford T y una impresora» [pp. 4-5], Isidoro Martínez, «¿Colores que curan?» [pp. 6-7] y Alfredo Manteca Cano, «Científicos de película» [pp. 8-11], son artículos dirigidos a un público entre el que yo no me encuentro. Me ha gustado Antoni Torres, «El blues de la melatonina» [pp. 12-13], que nos habla de la melanopsina, del núcleo supraquiasmático y del órgano apodado ‘tercer ojo’ por el movimiento New Age. Me ha gustado menos Jesús David Tavira, «El sueño del oso» [pp. 14-19], que contesta a las preguntas «¿los osos hibernan? ¿Podría usted acariciar a un oso que duerme profundamente?»

Quizás soy demasiado viejo, pero tampoco me ha gustado el cómic de Carlos Romá y Gerardo Sánz, «Oobik. Colesterol en vena» [pp. 20-21]. Por fortuna, me ha resultado muy atractivo el artículo de José Ramón Alonso, «Supera ese examen» [pp. 22-23], que muchos estudiantes y padres de estudiantes disfrutarán (sólo echo en falta alguna recomendación bibliográfica para profundizar).

Fernando Gomollón-Bel, «Los secretos del otoño» [pp. 26-31] es el primer artículo de la revista que refleja la máxima «una única cultura» (en mi opinión, claro está). Un cuento con el gigante de la química como protagonista. Buen ritmo, buena letra y buena divulgación. Muchos aficionados a la literatura, que no a la divulgación, disfrutarán con este artículo de corte tan literario. Sin embargo, Aitor Ameztegui, «Mitos micológicos» [pp. 32-33] y José Manuel López Nicolás, «Frío en la cocina» [pp. 34-35] nos devuelven a la divulgación más convencional.

Tras otro par de artículos sin literatura, Moisés Herradón, «Armonía numérica» [pp. 36-39] y Nahúm Méndez, «Precisión mineral» [pp. 40-41], vuelve la otra «cooltura» con Patricia Rodríguez, «El diario imaginario de Ingrid» [pp. 42-47]. Creo que Patricia domina el arte del monólogo rememorativo, aunque la historia de la señora Christensen tiene poco de divulgación científica. Tras esta pieza literaria llega la infografía «Welcome to Boston & Cambridge» [pp. 48-49] que destaca algunos lugares científicos que visitar en estas ciudades. Me gusta la idea, pero la tipografía de la letra es demasiada pequeña y cuesta leer el texto.

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Tres artículos de cultura general, lo que suelo llamar divulgación con fines docentes, Josep Biayna, «El alfabeto químico de las hormigas» [pp. 50-53], Dani Moreno, «La vida en suspensión» [pp. 54-57] y JAL Guerrero, «La menos española de todas las gripes» [pp. 58-59], dan paso a Carlos Romá-Mateo, «Terror ex-machina» [pp. 60-63]. Otro monólogo rememorativo de unas memorias ficticias del Dr. Kindread. Los aficionados al transhumanismo disfrutarán del texto que finaliza con «coevolución, mutualismo entre máquinas y humanos».

Estamos en invierno y el frío ausente este año es el protagonista de Sergi Vila, «Defensas contra el frío» [pp. 64-67], Santi Campillo, «Vivir más allá del círculo polar ártico» [pp. 68-71] y la infografía de elabrelatas, «Bajo las leyes del hielo» [pp. 72-73]. También en una línea que podríamos calificar de invernal, pero más curiosos en mi opinión, encontramos a Dani Gómez, «No te gires» [pp. 74-75] y a Rafael Medina, «Gélida espera» [pp. 76-79].

La literatura retorna con Ana Ribera (Molinos), «Un criminal invisible y famélico» [pp. 80-83]. Me ha gustado Marta Pérez Folgado, «Lo que el hielo nos dejó» [pp. 84-87], aunque empieza mucho mejor de lo que acaba. De las glaciaciones pasamos a la extinción de los dinosaurios con Silvia Mielgo Gallego, «Unos centímetros de iridio» [pp. 88-89], rematado por una bonita ilustración a doble página de Atómico García [pp. 90-91]. En la misma línea de diseño podemos leer a Juan Manuel García-Ruíz y Angels Canals, «El futuro de los cristales gigantes de Naica» [pp. 92-93], con dos ilustraciones a doble página de Laura Wächter [pp. 94-97].

Un relato breve de Galiana, «Claro de Luna» [pp. 98-99], buena literatura, da paso a un poco de astronomía navideña con Antonio Pérez-Verde, «El camino que lleva a Belén» [pp. 100-103]. Finaliza así el segundo número de la revista Principia, muy en la línea del primero, aunque con un poco más de literatura, algo que se agradece si el público objetivo comprende a los mal llamados de humanidades y de ciencias.

Habrás observado que he tratado de criticar muy poco los artículos. La razón es sencilla, mis opiniones sobre los del primer número de Principia fueron mal acogidas por muchos colegas. La verdad es que, en general, los artículos están muy bien, pero no están escritos para mí. Quizás debería reseñar la revista alguien más próximo al área de las humanidades. Su opinión será más precisa que la mía. Pero echo en falta literatura y me da la sensación de que la mayoría de los autores lee muy poca literatura. Por supuesto, debo estar completamente equivocado.



3 Comentarios

  1. Francis, cuando uno lee algo que ya conoce, lo que tiene que buscar es el que le inspire, el que esté tratado de forma que a uno le genere nuevas ideas. Si no es el caso, entonces la malas críticas están muy fundadas, pues la excusa de que es para nuevos lectores NO SIRVE. Creo que debes de ser riguroso a pesar de las críticas de los compañeros.

    El que el lector sea de humanidades no implica que no puedan explicarse las cosas de forma profunda, es difícil, y se necesita una muy buena comprensión, una maña literaria importante, y haber pensado sobre ello lo suficiente como para tener una metáfora o punto de vista nuevo; pero quedarse en la anécdota y repetir lo de siempre con esa excusa, es de ser negligente

  2. Hace ocho años que soy moderador de un foro de ciencia para aficionados, y cuando leo frases semejantes a «invocación fatua y extrema del método científico» suelo acordarme de demasiados lances en que quienes se autodefinen como moderados, entienden como una postura científica equilibrada aquella situada a medio camino entre la ciencia y la mera creencia, y apelan a las hipotéticas bondades de un diálogo entre ambas con igual presunción de veracidad, sin darse cuenta que al pretender disolver la clarísima frontera de conceptos y voluntades existente entre ambas, la segunda no mejora en absoluto su patente grado de incultura, y la primera acaba en cambio contaminada por todo tipo de subjetividades y simplezas, desde las religiosas o de cariz filosófico irreal, hasta de los miles de tecno-embustes que crecen en esta especie de teatro de variedades multimedia en que se ha convertido la mayor parte de Internet.

    Pienso que quien pretenda opinar en el ámbito científico ha de aceptar sus reglas y sus métodos, y formarse y esforzarse lo necesario para entender su lenguaje, sus garantías y sus límites, y que ha sido precisamente esta mal llamada «invocación fatua y extrema del método científico» lo que han permitido el enorme salto realizado en los dos siglos anteriores, rompiendo con un larguísimo pasado que salvo en loables excepciones, permanecía secuestrado por el misticismo y la superstición.

    Un saludo a todos

  3. Muchas gracias Francisco por tu reseña de la revista en general y de mi aportación en particular. Creo que las críticas deben ser tomadas como tales, y es responsabilidad del criticado tomárselas o bien como una mala crítica o como una oportunidad para el aprendizaje y la mejora. Y el que critica debe ser consciente de la posibilidad de herir sensibilidades. Es un tema muy complejo que ha dado infinidad de novelas y de guiones.
    Pero creo que es súper de agradecer que le des visibilidad a la publicación desde aquí. Por eso, de nuevo té lo agradezco.

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