Reseña: «Un ascensor al espacio» de Kelly y Zach Weinersmith

Por Francisco R. Villatoro, el 31 diciembre, 2018. Categoría(s): Ciencia • General • Libros • Noticias • Recomendación • Science ✎ 3

«Este es uno de esos libros en los que se predice el futuro. Es algo que, afortunadamente, resulta bastante fácil. [Lo] de acertar con tus predicciones ya es más difícil, pero, siendo sinceros, ¿a alguien le importa? [Las] nuevas tecnologías son una maravilla, pero al igual que sucede con la Piedad de Miguel Ángel o El pensador de Rodin, materializarlas es un peñazo. Queremos que, además de entender en qué consiste una tecnología en concreto, comprendáis por qué el futuro se resiste tan obcecadamente a que lo adivinemos».

A veces se necesitan libros que te hagan reflexionar sobre el presente y el futuro. Y si además incluyen buenas dosis de humor, el disfrute está asegurado. Me ha gustado mucho el libro de Kelly Weinersmith, Zach Weinersmith, «Un ascensor al espacio. Un viaje fascinante por las innovaciones que marcarán nuestro futuro», Blackie Books (2018) [469 pp.], traducido por Pablo Álvarez Ellacuria. Un libro divertido e instructivo a partes iguales. Además de sus excelentes ilustraciones, se aprende mucho. ¡Qué más se puede pedir!

Los autores confiesan que «hicimos cuanto pudimos para dar con la nota precisa de información y humor, pero nuestro mayor miedo durante todo el proceso fue que alguien nos dijese que nos faltaba rigor. Eso sí que habría sido rigor mortis para nosotros (juas, juas)». Y ese es el mejor resumen de la tónica del libro. Una gran labor de documentación, combinada con entrevistas a expertos, decorada con buenas dosis de humor. El resultado es un libro que ha sido un gran éxito en EE.UU. y que seguro que también lo será en su edición en español. ¡Te animas a disfrutarlo!

El libro está dividido en tres secciones y doce capítulos, incluidos la introducción y la conclusión. El primer capítulo es la «Introducción. De aquí a nada, creemos. Lo de creemos subrayado» [pp .5-16]. «Si somos sinceros, es dificilísimo afirmar que, en un plazo determinado, cualquiera de las tecnologías que se recogen en este libro se materializará por completo. [No] sabemos cuándo sucederá nada de lo que veremos en este libro».

Cada capítulo se divide en una introducción a la tecnología, seguida de «¿cuál es la situación actual?», un resumen de las «preocupaciones» actuales, «¿cómo podría cambiar el mundo?» y finalmente una «nota bene» que destaca «alguna de las rarezas (o cochinadas, o maravillas)» que los autores se han encontrado. «Y hablamos de auténticas chifladuras. En plan «pulpos hechos de pan de maíz»». Todos los capítulos están decorados con divertidas ilustraciones de Zach (muchas de ellas con los propios autores como protagonistas) y gran número de anécdotas personales durante las entrevistas realizadas por los autores a científicos e ingenieros.

La primera sección, «El universo, de aquí a nada», se inicia con el capítulo 2, «Acceso al espacio a bajo coste. Hay que ver lo cara que sale la última frontera» [pp. 21-50]. La clave es que «ahora mismo, mandar medio kilo de lo que sea al espacio cuesta del orden de diez mil dólares». Se consideran 4 métodos: «cohetes reutilizables» (tipo SpaceX), «lanzaderas que respiran y aviones espaciales» (como SABRE de Reaction Engines), «supermegacañones ultraenormes» (como Slingatron de NIAC), «supermegaultraenorme… ¿pogo saltarín?» y la «ignición por láser». Y esta sección continúa con el capítulo 3, «La exploración minera de los asteroides. Cómo rebuscar en las canteras del sistema solar» [pp. 71-92], que nos recuerda que «si conseguimos establecer una base minera en un asteroide, seríamos capaces de disparar materiales refinados hacia la Tierra a coste muy reducido».

La segunda  sección «La materia, de aquí a nada» se inicia con el capítulo 4, «Energía de fusión. Mola que sea la fuente de energía del Sol, pero ¿me vale para encender la tostadora?» [pp. 97-132]. Tras destacar «el problemilla que plantean los reactores de tipo «confinamiento magnético», lo complicado que resulta confinar el plasma cuando este tiene aproximadamente la misma temperatura que el interior del Sol», se discuten las iniciativas actuales más prometedoras: NIF, MagLIF, ITER y otros proyectos. «El verdadero problema de la fusión, al parecer, es simplemente conseguir que funcione. De hecho, «la fusión es la energía del futuro, y seguirá siéndolo siempre»». Espero que esta opinión esté equivocada, por la cuenta que nos trae.

«Materia programable. ¿Y sis todas vuestras cosas pudiesen ser cualquiera de vuestras cosas?» [pp. 133-172], el quinto capítulo, nos presenta los «materiales programables», el «origami robótico», las «casas reconfigurables», la «cooperación robótica», la «arcillatrónica, gátomos y molécubos», «el doctor Duff y su «bucket of stuff»», y cómo «coordinar el movimiento de múltiples robots». El mayor riesgo es la plaga gris: «materia programable capaz de reproducirse a sí mismo y que esta se expanda por el mundo destruyéndolo todo». La nota bene de este capítulo es muy interesante, sobre experimentos psicológicos que indican que confiamos en los robots desconocidos mucho más que en las personas desconocidas.

El capítulo 6, «Construcción robotizada. ¡Constrúyeme una sala de juegos, mi metálico sirviente!» [pp. 173-209], sobre «robots albañiles», «impresoras 3D gigantes» y «enjambres de robots ruedapiernatrónicos«.  Así llegamos a «Realidad aumentada. ¿Y si e nvez de reparar la realidad…?» [pp. 211-244], el séptimo capítulo. «¿Qué pasaría si vamos conduciendo con las gafas de realidad aumentada puestas y un hacker nos echa encima un pterodáctilo virtual, provocando que demos un volantazo? Molaría, seguro que sí, pero lo más probable es que además la palmásemos». La «nota bene sobre el ciclo nasal» es muy sugerente.

Me ha gustado especialmente el capítulo 8, «Biología sintética. Pues… como Frankenstein, solo que el monstruo se pasa el libro entero creando medicamentos y aplicaciones industriales como un bendito» [pp. 245-290]. Este capítulo me sirve como excusa para destacar que este libro es de divulgación científica dirigida a legos, por ello se introducen muchos temas casi desde cero. Por ejemplo, se explica la diferencia entre ADN y ARN, cómo se codifica la información genética, y todo ello con analogías lingüísticas. «Combatir enfermedades», «diagnóstico y tratamiento médico», «órganos no humanos», «[bio]combustibles» y «vigilancia ambiental» son las aplicaciones destacadas. Sin olvidar que «generalizar la biología sintética» nos lleva a «el organismo más sencillo», los «biohackers y piezas estándar [o biobricks]», y a Craig Venter entrevistado.

La sección 3, «Vosotros, de aquí a nada», se inicia con el capítulo 9, «Medicina de precisión. Un enfoque estadístico de TODOS los problemas que tiene uno específicamente» [pp. 295-329]. «En el futuro quizá tengamos acceso a diagnósticos médicos rápidos y correctos a los que se llegará gracias a miles de biomarcadores, y también tratamientos específicamente a nuestra medida individual. [Nos] acercamos al momento en el que un ordenador ofrecerá el diagnóstico perfecto y seleccionará el tratamiento ideal». Se presentan las «enfermedades genéticas», el «diagnóstico, tratamiento y seguimiento de cánceres», «el metaboloma», y «otras cosas que intentan matarnos».

«Alphabet (una empresa que controla Google) está invirtiendo ya cantidades considerables en un proyecto llamado «The Baseline Study» (‘El estudio de referencia’), con el que se pretende identificar biomarcadores relacionados con enfermedades. No sabemos cuáles son sus planes a largo plazo». Me gustaría destacar que los autores se comportan como periodistas y entrevistan a muchos mujeres expertas sobre los temas que discuten. Que hayan hecho el esfuerzo de recabar opiniones de científicas e ingenieras, además de científicos e ingenieros, siempre se agradece.

El capítulo 10, «Bioimpresión. ¿Por qué parar al séptimo margarita si podemos imprimirnos un hígado nuevo?» [pp. 331-360], contiene interesantes dilemas éticos sobre el comercio asociado a los transplantes de órganos. Me ha gustado la «nota bene sobre los mercados de emparejamiento de órganos» (yo no conocía esta idea). «Un mercado de órganos no tendría que ser la pesadilla distópica que imaginamos. [A] lo mejor ahora lo estáis flipando un poco. [Una] cosa importante que hay que tener en cuenta ala pensar sobre los mercados es si un sistema, por muy feo que sea, será mejor o peor que el actual».

«Interfaces cerebro-ordenador. Porque tras cuatro mil millones de años de evolución seguimos sin recordar dónde dejamos las llaves» [pp. 361-402], explora la futurología neurocientífica. «Hay buenas razones para pensar que el cerebro que es similar a un ordenador. O, para ser más exactos, hay buenas razones para pensar que un ordenador podría actuar como un cerebro. [Si] la «mente» es en cierta forma un programa, deberíamos ser capaces de ejecutarla en un ordenador convencional». Así se podrían lograr cosas como «leer mentes», tanto por métodos invasivos como no invasivos, «mejorar el cerebro» y «escribir en el cerebro».

El último capítulo, el duodécimo, «Conclusión. De aquí a un poquito más (el cementerio de los capítulos perdidos)» [pp. 403-425], nos presenta de forma breve varios temas que se han quedado en el tintero. Los tumbas para dichos capítulos son «energía solar espacial», «prótesis avanzadas», «superconductores a temperatura ambiente» (por cierto, comentan que «al entrevistar a los expertos nos quedamos con la sensación de que veían con bastante pesimismo la posibilidad de que los superconductores a temperatura ambiente se popularizaran en algún momento») y «computación cuántica» (que «estuvo a punto de acabar con nosotros. Pese a que a ningún otro capítulo le dedicamos más tiempo de investigación que a este, al final hubo que eliminarlo. Lo verdaderamente terrible es que casi no podemos ni explicaros por qué»).

Finaliza el libro con los «agradecimientos» [pp. 427-429], la extensa «bibliografía» [pp. 431-454], que por desgracia no está citada en el texto, ni en las notas a pie de página, y el «índice onomástico» [pp. 455-469]. En resumen, un libro divertido que te hace pensar. Y reflexionar es algo muy importante hoy en día. Reflexionar sobre el futuro quizás es la reflexión más relajante.



3 Comentarios

  1. Hay tantísimos experimentos y estudios en marcha, tantas posibles futuras evoluciones, que hacer previsones es casi imposible. Es como si ahora mismo estuviesemos en una superposición de todas las posibles evoluciones futuras de la ciencia y nuestra linea espacio-temporal siguiese en un futuro solo una de ellas ¿Cual será esta? ¿Veremos una teoría de gravedad cuántica? ¿Dimensiones ocultas? ¿Inteligencias artificiales que nos desvelen los misterios pendientes? ¿Bacterias que eliminen residuos? ¿Nanopartículas que curen enfermedades y multipliquen la esperanza de vida? ¿Cerebros artificiales para tertulianos de tele5? 🙂
    Sea como sea, creo que vivimos una época apasionante y espero que este grandísimo blog nos siga informando de todo lo que suceda y que su grandísimo autor no cese de realizar su grandiosa labor divulgativa. Si existiese un premio a la constancia, el rigor, la calidad y el amor por la ciencia ese tendría que ser para Francis. Mientras unos esperan el premio gordo de Navidad los amantes de la ciencia esperamos que los Físicos, Matemáticos, Biólogos, Neurocientíficos y demás descubran los secretos del Universo y de los seres vivos… ¿Que nos deparará este nuevo año? ¡Feliz año 2019 a todos los lectores de este gran blog !

  2. Me uno sin reservas a las felicitaciones de mi amigo Max y hago míos también sus deseos de ver colapsar esa gran superposición de resultados científicos (¡son reales!). Feliz 2019 a todos los lectores. Firmado: Albert.

  3. Hace muchos años ( muchos antes de Naukas ) que os sigo,
    gracias es una palabra que se me hace pequeña para tanto
    trabajo, tanta dedicacion.
    No solo agradezco el trabajo, tambien la forma de hacerlo,
    con total honestidad, sin sensacionalismo, llamando a las
    cosas por su nombre…. ( si Francis publica que hay un
    elefante en mi baño.. salgo corriendo a comprar alimento
    para elefantes y despues voy al baño… esto dicho por
    alguien como yo, que tiene como premisa dudar de todo,
    habla a las claras de la tu forma de trabajar ).
    No queria que este fuese otro año sin hacer lo mínimo que
    tengo que hacer…
    Insisto, es una palabra pequeña, asi que la voy a hacer mas
    grande..
    GRACIAS FRANCIS!!!
    y espero que este año que comienza sea el mejor de todos
    los has vivido.

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Por Francisco R. Villatoro, publicado el 31 diciembre, 2018
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