Reseña: «Experimentos de ciencia improbable» de Pierre Barthélemy

Por Francisco R. Villatoro, el 8 junio, 2019. Categoría(s): Ciencia • Libros • Recomendación • Science

«Todos contamos con un lado privilegiado para besar, inclinando la cabeza ya a la derecha, ya a la izquierda». El autor lo publicó en su blog. «Aquel día, el contador de visitas del blog se volvió loco y superó alegremente la barrera de las cien mil visitas. Me di cuenta de que [la] investigación improbable daba pie a que la divulgación saliera de su territorio, tan demarcado, tan pulcro y tan bien señalizado. [El] segundo volumen de mis crónicas de ciencia improbable tiene un objetivo idéntico al del primero: sacar una sonrisa y reflexionar, ver hasta qué punto el método científico es capaz de responder a múltiples preguntas, por muy absurdas o cómicas que estas sean. Además, la ciencia brinda buenas historias de humor. Solo hay que saber besarla».

Disfruté mucho de «Crónicas de ciencia improbable», Blackie Books (2014) en su momento y he disfrutado mucho con su segunda parte, Pierre Barthélémy, «Experimentos de ciencia improbable», Blackie Books (2019) [207 pp.], traducido por Regina López Muñoz. Ya sabes que todos los años me hago eco de los Premios Ig Nobel y que leo con asiduidad la revista Improbable Research. Ciencia divertida fácil de divulgar porque primero hace reír (o al menos sonreír) y después hace pensar (o al menos es lo que a mí me interesa).

El autor, Pierre Barthélémy, es periodista y fue redactor especializado en ciencia del periódico Le Monde, aunque ahora es periodista independiente. Sus dos libros sobre ciencia improbable recopilan entradas de éxito en su blog Passeur de sciences de la web de Le Monde. He consultado en varias ocasiones su anterior libro para preparar la sección La Traca en el podcast Luciérnagas. Si te gusta la ciencia divertida, seguro que disfrutarás con su nuevo libro. Crónicas muy breves, pero muy bien escritas; sobre cuestiones curiosas que podrás contar en múltiples ocasiones y quedarás estupendamente. Además, todas están decoradas con una explicación sencilla de la metodología científica usada, así como de sus limitaciones. Sin lugar a dudas, un libro muy recomendable para todos.

Este libro recopila 50 crónicas de dos páginas que se publicaron en el suplemento semanal Science et Médicine, del diario Le Monde, entre noviembre de 2012 y diciembre de 2013. El libro no tiene cien páginas y pico porque el diseño de los capítulos hace que las dos páginas de texto se presenten como tres páginas, con menos de seis líneas en la tercera página. El libro se inicia con la introducción, «Nota del autor. Lo que este libro debe a un beso» [pp. 7-9], de la que he extraído el párrafo que abre esta reseña.

«Pero… ¿¿qué hace este boli en mi vejiga??» [pp. 11-13], nos habla de «las estupideces que un ser humano puede cometer con su tracto urinario» que desafían la imaginación y fueron publicadas en The Journal of Urology. «Cómo funciona el estómago de un ogro» [pp. 15-17], donde por ogro se entiende comedor profesional que participa en las competiciones IFOCE (International Federation of Competitive Eating) y se discute un artículo de radiología publicado en el American Journal of Roentgenology. «Mientras que el órgano del sujeto control había conservado más o menos su tamaño inicial, el del ogro empezó a inflarse como un globo. [El] experimento demostró que el rendimiento de los comedores profesionales no está vinculado al vaciado acelerado del estómago, sino a la elasticidad del órgano, incrementada a base de  entrenamiento».

Las crónicas son muy variadas, como muestran sus títulos: «Indiana Jones 1 – Bomba atómica 0» [pp. 19-21], «Por las barbas del investigador casto» [pp. 23-25], «La tenia, el investigador y el condenado» [pp. 27-29], y «Más vale billete crujiente que ciento blando» [pp. 31-33]. «Entre dos billetes de veinte euros, ¿cuál valdrá más para nosotros, el nuevo o el viejo? ¿El limpio o el cochambroso? ¿El inmaculado o el cuajado de bacterias?» La conclusión es que «el dinero sucio (en el sentido literal del término) quema más en las manos».

Mis reseñas suelen extraer trozos del texto para informar sobre el estilo de escritura del autor. Hacerlo con crónicas tan cortas tiene el problema de que destripa su contenido. Así que me limito a mencionar los títulos: «El redondo de cerdo da buenos pechos» [pp. 35-37], «El calcetín, arma antiescarcha» [pp. 39-41], y «¿Morimos antes para evitar los impuestos?» [pp. 43-45]. «En un estudio publicado en mayo de 2003 por The Review of Economics and Statistics, se preguntaron si los cambios de fiscalidad sobre las herencias modificaban la distribución temporal de los fallecimientos. [La] perspectiva de ahorrar hasta diez mil dólares en impuestos aumentaba en un 1,6 % las «posibilidades» de espicharla en la franja temporal más conveniente».

«El cirujano que se operaba a sí mismo» [pp. 47-49], «Cómo reconocer a un cerdito feliz» [pp. 51-53], y «Sin olfato no hay paraíso» [pp. 55-57], que nos sorprende con que «los señores sin acceso a los olores lo pasan regular a la hora de ligar, y no porque los efluvios ayuden, sino porque no percibirlos los acompleja. Nada de eso afecta a las mujeres». «G. I. Joe no es un hombre cualquiera» [pp. 59-61], «¿Es fiable un testigo ebrio?» [pp. 63-65], «¿Dónde nadamos más rápido: en agua o en moco?» [pp. 67-69], «Chagall, Van Gogh y los palomos especializados» [pp. 71-73], y «Las convincentes chorradas del doctor Fox» [pp. 75-77]. En esta última crónica podemos leer que «el «efecto doctor Fox» designa la capacidad de un docente carismático para obtener una evaluación positiva por parte de sus alumnos sin haberles enseñado gran cosa».

El libro no incluye figuras, pero basta con la precisa pluma del autor para disfrutar de todas las crónicas. «Los ciclos del deseo según… Google» [pp. 79-81], «¿Voluntarios para probar el veneno de la viuda negra?» [pp. 83-85], «El exuberante misterio de los pechos permanentes» [pp. 87-89], «El azar, ¿martingala bursátil?» [pp. 91-93], «Sentidos averiados» [pp. 95-97], «El analgésico bueno da dolores de cartera» [pp. 99-101], «La no-vida de los despojos de la carretera» [pp. 103-105], y «Medidas para la igualdad entre sexos» [pp. 107-109]. En esta última leemos que «compara el tamaño de los atributos viriles es un deporte universal en los vestuarios de los jugadores de fútbol. [Ahora] la ciencia y los vestuarios de jugadoras de fútbol están ávidos de información sobre la «normalidad» de las dimensiones del aparato genital femenino. [El] coño no tiene cuño. El artículo concluye que muchas de las operaciones se llevan a cabo en mujeres sin anomalía alguna».

El lenguaje de las crónicas es informal, más próximo al de un blog que al de un libro, pero no puede ser de otra forma, pues la fuente de las crónicas es el blog del autor. «¡Viva el escroto libre!» [pp. 111-113], «Circulemos cabeza abajo por el túnel de Mónaco» [pp. 115-117], «El investigador más maniático de la historia» [pp. 119-121], «Sentados o tumbados, ¿en qué postura estudiar?» [pp. 123-125], «Billetes de banco como analgésicos» [pp. 127-129], «¿Incita al suicidio la música country?» [pp. 131-133], «Tener o no tener» [pp. 135-136], y «En las redes de Spider-Man» [pp. 137-139]. Esta última crónica me permite destacar que al autor le gusta tanto como a mí la revista Journal of Physics Special Topics, «publicación de la Universidad de Leicester (Reino Unido) que reúne los trabajos de estudiantes que se entrenan en el arte del artículo científico. [A] diferencia de cualquier otra revista, deja mucho espacio para el humor».

«La nueva tortura de la rueda» [pp. 141-143], se plantea la cuestión ¿qué le pasa a un pie pisado por la rueda de un coche en movimiento? «Ocho cadáveres, quince pies (¿había una pata de palo en el lote?), separados de sus legítimos dueños mediante una amputación a la altura de la tibia e introducidos en diversos modelos de zapatos más o menos abiertos. [Ante] ellos, un Volkswagen Passat (sí es un estudio alemán) de 1,35 toneladas, neumático delantero izquierdo inflado a 1,8 bares, circulando al paso». ¿Resultado? «En ningún caso se registra fractura alguna. La única lesión relevante es una abrasión superficial de la piel cuando el calzado era abierto por delante. Conclusión: con un coche que avanza despacio no hay que tener miedo de sacar los pies del tiesto».

Crónicas como «El sabor del otro» [pp. 145-147], «Terror rima con olor» [pp. 149-151], y «Se valora mejor a un músico sin el sonido» [pp. 153-155]. «Los vencedores de los concursos [de piano] eran en su mayor parte aquellos cuyas posturas insinuaban pasión, creatividad, entrega en la interpretación… Ser buen músico está muy bien, pero todavía mejor es ser un buen actor». Y también como «Concepción oral» [pp. 157-159]. «La china nació sin vagina. Por lo tanto, no había habido coito. De ahí la pregunta: ¿por dónde entró el espermatozoide que llevó a la concepción de ese niño? [El] ginecólogo supone que la cuchillada, al atravesar el estómago, recogió parte del semen que acababa de aterrizar ahí y a continuación, siguiendo su trayectoria, lo trasladó hasta el útero de la apuñalada».

La improbablología es realmente fascinante. «En la Luna podemos caminar sobre las aguas» [pp. 161-163], «¿Qué hay en esta salchicha?» [pp. 165-167], «Mirada canina, chute de oxitocina» [pp. 169-171] (LCMF, 19 abr 2015), «Embarazo gaseoso, instrucciones de uso» [pp. 173-175], «Las mieles del amor» [pp. 177-179], «Unas gotitas de ciencia-micción» [pp. 181-183] (LCMF, 23 sep 2015), y «La mujer pone a su pareja marcando el paso» [pp. 185-187]. «La velocidad óptima de los hombres era de 5,51 kilómetros por hora, mientras que las mujeres caminaban a 5,18 kilómetros por hora. Y cuando ambos avanzaban por el estadio en parejas, ellos se adaptaban al ritmo de ellas, que no aceleraban ni una pizca. En cambio, si el hombre iba acompañado no de su pareja sentimental, sino de una simple amiga, ya no se andaba con contemplaciones. Pagaban a pachas, a una velocidad de 5,33 kilómetros por hora».

Las últimas cinco crónicas son «¿A qué hora somos más sinceros?» [pp. 189-191], «El deporte en la cama ¿es realmente deporte?» [pp. 193-195], «Los aficionados a la «fiesta de la guarrería»» [pp. 197-199], «La revista Playboy, herramienta científica» [pp. 201-203], y «La cofradía de los medidores de uñas» [pp. 205-207]. «En los dedos de las manos, la uña del anular es la más rápida (3,65 milímetros al mes), y la más lenta, la del meñique (3,08 milímetros mensuales). Pero las hay más tardonas, porque, de media, las uñas de los pies avanzan la mitad de rápido que las de las manos». Eso sí, hay que «tener presente que la muestra era un pelín limitada», en concreto, «las manos y los pies de veintidós jóvenes estadounidenses».

En resumen, un libro que sorprenderá y divertirá a todos los lectores. Ideal para leer a ratos, quizás viajando en bus o en metro, aunque habrá que aceptar las miradas de los otros cuando uno suelta una carcajada. Sin lugar a dudas, un libro muy recomendable, como el anterior de Barthélemy.



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