«Mi intención, de hecho, es proveerte de datos y de mi visión de las cosas para que puedas contrastarlos con otras fuentes y formar tu propia opinión. (…) La dosis media anual medida en el entorno de las centrales nucleares es menor de 0,0001 mSv (0,1 μS). Curiosamente, es la misma dosis que recibe una persona al comerse un solo plátano. O sea, tu desayuno equivale a que vivieses un año entero en un radio de 30 km de una central nuclear. (…) Aproximadamente el 10 % de la electricidad mundial se genera gracias a unos 442 reactores nucleares. Alrededor de 53 reactores más están en construcción. (…) Las cifras demuestran que la energía nuclear es la segunda fuente de energía baja en emisiones en el mundo, después de la hidráulica y casi doblando a las energías solar y eólica juntas».
He disfrutado mucho con la lectura del primer libro de Alfredo García Fernández @OperadorNuclear, «La energía nuclear salvará el mundo. Derribando mitos sobre la energía nuclear,» Planeta (2020) [335 pp.]. Aunque no me gustan los libros sobre mitos (o leyendas urbanas), la escritura del autor es muy fluida, con lo que se lee tan fácil, que casi me he leído de un tirón sus 41 breves capítulos. En ellos he descubierto muchas cosas que desconocía, sobre todo de la tecnología nuclear, pues los físicos no las estudiamos y solo un supervisor nuclear te las puede contar de primera mano. Me encanta aprender y he aprendido mucho. Además, el libro está ilustrado de forma exquisita por Álvaro García Bienvenido, joven promesa de la ilustración e hijo del autor. Y no puedo olvidar el excelente prólogo del doctor Javier Santaolalla, uno de los grandes divulgadores españoles de la física.
Alfredo es el gran divulgador de ciencia y tecnología nuclear en español. Más aún, no conozco a ninguna figura a nivel internacional con un rol similar. Premio de Comunicación de la Sociedad Nuclear Española, trabaja como supervisor en la Central Nuclear de Ascó, Tarragona (España). Su vasto conocimiento de la tecnología nuclear le ha permitido realizar un labor necesaria para derribar las leyendas urbanas y las falsedades que rodean la energía nuclear. Además, escribe muy bien, lo que siempre es de agradecer. Por ello, te recomiendo de forma encarecida la lectura de esta magna obra de la divulgación científico-tecnológica.
[PS 17 jul 2020] Perdón por la errata que había en el título del libro, había puesto «salvará al mundo» cuando debía poner «salvará el mundo». [/PS]
El libro está compuesto de 41 capítulos divididos en cuatro bloques temáticos, tras el prólogo y la introducción. Me ha gustado mucho el excelente prólogo de Javier Santaolalla (pp. 15-21). «En toda buena historia tiene que haber un Caballero Oscuro, alguien que asuma el peso de ser un superhéroe proscrito, diana fácil de críticas y recelos y defensor de causas perdidas. El superhéroe en el exilio. Ese es el autor de este libro. Yo comparo a Alfredo García con Bruce Wayne no solo por su carisma, talento y liderazgo para cumplir con su misión. No solo porque ambos han tenido que llevar a cabo su misión en el anonimato, uno escondido bajo una máscara, el otro bajo un alias en Twitter. Los comparo porque, anteponiendo el bien común a sus intereses personales, ambos han llegado al extremo su propia máxima y son víctimas de este dilema».
En la «Introducción. Breve historia de Operador Nuclear» (pp. 23-31), Alfredo nos cuenta cómo se inició en la divulgación en la web Naukas con «Carta de un jefe de sala de control de una central nuclear española», Naukas, 21 mar 2011. «Se batió el récord de comentarios del blog». Continuó en Twitter con la cuenta @OperadorNuclear desde marzo de 2016 y se desvirtualizó (salió del anonimato) en Naukas Bilbao 2019 con su charla «Derribando mitos sobre la energía nuclear» EiTB, 21 sep 2019. El siguiente paso parecía obvio, escribir el presente libro.
El primer bloque temático «Ciencia y Tecnología» se inicia con el capítulo 1, «Cómo funciona la fisión nuclear» (pp. 35-40), que me sirve para destacar que todos los capítulos tienen maravillosas ilustraciones en blanco y negro de Álvaro García Bienvenido (ilustrador e hijo del autor). El capítulo 2, «Todo es radiactivo» (pp. 41-50), se inicia rotundo: «¿Tienes miedo de la radiactividad? Tengo una buena y una mala noticia, como en los chistes. La mala noticia es que estamos rodeados de radiactividad. Tú mismo eres radiactivo. (…) La buena noticia es que la dosis de radiactividad que recibimos, salvo en casos excepcionales, supone un riesgo extremadamente bajo para nuestra salud». Por supuesto, no falta el plátano en este capítulo: «comer un plátano te produce una mayor dosis radiactiva que vivir un año junto a una central nuclear». Como bien sabe Alfredo, la fruta que más me gusta son los plátanos.
El capítulo 3, «Cómo funciona una central nuclear» (pp. 51-57), nos recuerda lo más básico de los reactores de agua a presión (PWR) y de agua en ebullición (BWR), lo que nos lleva a «Una central nuclear no es una bomba atómica» (pp. 58-64), que introduce la famosa masa crítica. Ya lo sabes, pero por si acaso, «Los operadores no somos como Homer Simpson» (pp. 65-74), el capítulo 5, que introduce cómo se obtienen las licencias de operador y supervisor, destacando el necesario entrenamiento constante (todo ello con una nota mínima de 8 sobre 10). Las torres de refrigeración de las centrales son «Fábricas de nubes» (pp. 75-80). Un físico que ha estudiado física nuclear ignora muchos detalles de ingeniería nuclear que aparecen en el libro, por ejemplo, «Cómo «reposta» una central nuclear» (pp. 81-89).
«Los reactores PWR de Westinghouse (Almaraz, Ascó y Vandellós II) utilizan 157 elementos combustibles. Cada uno de ellos permanece tres ciclos de 18 meses en el reactor. En cada recarga se renueva algo más de un tercio, concretamente 64 elementos». ¿Cómo se para un reactor? ¿Qué actividades se realizan durante una parada? ¿Y cómo se arranca? Alfredo nos contesta estas preguntas, entre otras, y nos lleva a «Esa fascinante luz azulada en la piscina de combustible» (pp. 90-95). ¿Qué pasa si te caes en la piscina? Cuestiones muy interesantes que acaban en el capítulo 9, «¡Que nadie se haga daño!» (pp. 96-101), sobre el criterio ALARA (As Low As Reasonably Achievable) y el 10, «Aplicaciones pacíficas de la tecnología nuclear» (pp. 102-110). Sin lugar a dudas se aprenden muchas cosas tras la lectura del primer bloque temático.
El segundo bloque temático «Accidentes», muy de moda tras la teleserie Chernobyl de HBO, se inicia con el capítulo 11, «Three Mile Island, el accidente desconocido» (pp. 113-119), que nos lleva a «Chernóbil no es un argumento válido contra la energía nuclear» (pp. 120-129), una prueba suicida que nos lleva a «un grave accidente nuclear del cual hemos aprendido muchas y muy valiosas lecciones, pero en ningún caso es un argumento válido contra el uso de las energía nuclear por las insalvables diferencias sobre los reactores actuales». Continúa el capítulo 13, «Chernóbil no será inhabitable durante miles de años» (pp. 130-134) y el 14, «¿Es la serie Chernobyl de HBO fiel a la realidad?» (pp. 135-141). Nos confiesa Alfredo que «considero que Chernobyl es una excelente serie que tendrás unas consecuencias positivas sobre el futuro de la energía nuclear».
El capítulo 15, «Fukushima no causó muertes por radiactividad» (pp. 142-146), nos presenta el libro blanco de la UNSCEAR sobre este accidente en el que «hubo víctimas mortales, pero no por radiactividad. (…) Muchas personas no podían pagar la factura eléctrica y pasaban los inviernos sin encender la calefacción, aumentando de este modo la mortalidad. Parece una cadena de desdichas macabras». Seguimos con «Podemos comer pescado de Fukushima» (pp. 147-151), sobre el tritio y el sushi, y «La industria nuclear no tropieza dos veces con la misma piedra» (pp. 152-160), donde se discute el impacto de Fukushima sobre las centrales nucleares españolas; confieso que yo ignoraba que el impacto había sido tan relevante. Finaliza este bloque temático con «Seguridad es el segundo nombre de una central nuclear» (pp. 161-170), que nos aclara que los reactores españoles son «intrínsecamente seguros» cuando Chernóbil era «intrínsecamente inseguro». Te recomiendo leer este capítulo para disfrutar de los detalles.
El tercer bloque temático «Residuos» se inicia con el capítulo 19, «Conoce los residuos radiactivos» (pp. 171-179), sobre sus diferentes tipos en función de su origen, minería del uranio, centrales nucleares, desmantelamiento y aplicaciones no energéticas. «Vivimos rodeados de residuos radiactivos y no solo los generan las centrales nucleares, sino también la medicina, la investigación y otras industrias. Pero puedes dormir muy tranquilo, porque estos residuos se gestionan con un grado de seguridad y profesionalidad que, insisto, ojalá tuviéramos en otros sectores de nuestra sociedad».
El capítulo 20, «Riesgos de los residuos radiactivos » (pp. 180-184), nos lleva al 21, «Ideas absurdas para deshacerse de los residuos radiactivos» (pp. 185-189), y al más interesante «Almacenar residuos radiactivos con seguridad» (pp. 190-199). Desde las piscinas de combustible usado en las centrales, a los almacenes temporales (ATI y ATC), al almacén geológico profundo (AGP). «La opción del AGP es considerada por el consenso internacional como la más segura y viable para la gestión final de los residuos radiactivos de alta actividad y larga vida y está basada en el concepto de barreras múltiples». Por cierto, Alfredo no olvida mencionar el reactor nuclear natural de Oklo, en Gabón (África) hace 2000 millones de años. «En ese momento de la vida de la Tierra, la concentración de U-235 en todo el uranio natural era aproximadamente del 3 % (actualmente es del 0,71 %). ¡Estos reactores nucleares naturales funcionaron durante unos 500.000 años antes de desaparecer!»
Algo que causa miedo a la gente es «¿Cómo viaja el material radiactivo?» (pp. 200-204). «Puedes estar tranquilo, desde 1971 se han transportado al menos 25.000 contenedores de combustible usado —que se dice rápido— sin accidentes radiológicos, cubriendo millones de kilómetros por tierra y mar. (…) Entre 1971 y 2004 ocurrieron cuatro accidentes durante el transporte de contenedores cargados con combustible usado, pero en ninguno de ellos se produjeron emisiones radiactivas». Y así llegamos al capítulo 24, «Combustible usado: ¿residuo o recurso?» (pp. 205-214), sobre el reciclado del combustible usado. «¿Te cuento un secreto? No existen las energías limpias, como tampoco existe la agricultura ecológica. (…) Todas las energías generan residuos en algún momento de su ciclo de vida».
El cuarto bloque temático, «Controversia», se inicia en el capítulo 25, «Ecologistas en contra y a favor de la energía nuclear» (pp. 215-220), que nos habla de los ecologistas antinucleares, de los verdes pronucleares y del ecomodernismo (o ecopragmatismo). Me gusta la conclusión final del capítulo, que nos lleva a «La controvertida España nuclear» (pp. 221-228), sobre la moratoria nuclear, la transición energética y el cierre nuclear. El capítulo 27, «Transparencia nuclear» (pp. 229-234), destaca la importancia de organismos de inspección que garantizan la seguridad, como el CSN, el OIEA, la WANO y la ARN. Quizás ARN (Aseguradora de Riesgos Nucleares) es el menos conocido: «Aunque existe un mito muy extendido de que ninguna compañía quiere asegurar las centrales nucleares, es mentira; existe tal aseguradora y además todo está regulado por ley».
El capítulo 28, «Las centrales nucleares no producen más cáncer» (pp. 235-238), nos habla de la vigilancia radiológica ambiental, y el 29, «Una herramienta de uso pacífico o militar» (pp. 239-245), nos tranquiliza sobre el uso de centrales civiles para fabricar armas nucleares. En este sentido me han gustado el 30, «Submarinos hundidos y residuos de pruebas nucleares» (pp. 246-250) y el 31, «Terrorismo en centrales nucleares» (pp. 251-256).
Así llegamos al quinto bloque temático, «Perspectivas», iniciado con el capítulo 32, «Panorama nuclear mundial» (pp. 259-264), que repasa los reactores operables en todo el mundo y las extensiones de su vida de diseño; se redunda en este tema en el 33, «Los cuarenta son los nuevos veinte» (pp. 265-270), «no es lo mismo vida de diseño que vida útil (…) El equipo más limitante de cara a la operación a largo plazo es la vasija del reactor. (…) Los cálculos iniciales cuando se diseñaron los reactores, y sin experiencia previa, indicaban que las vasijas de los reactores podrían degradarse a partir de los cuarenta años de operación. (…) Con los nuevos cálculos, basados en la experiencia internacional, se demuestra que la validez de las previsiones iniciales puede ser extendida al menos hasta sesenta años, y quizá más».
El capítulo 34, «No nos acabaremos el uranio» (pp. 271-276), acaba con la potencial «extracción de uranio del agua del mar. Se calcula que los 4000 millones de toneladas de uranio disueltas en los océanos alimentarían mil centrales nucleares durante unos 100.000 años. (…) Si se consigue que el proceso de extracción del uranio del mar sea rentable económicamente, la energía nuclear podría ser considerada una energía renovable». Y así llegamos al 35, «El torio es el nuevo uranio» (pp. 277-281), el 36, «La revolución de los pequeños reactores modulares» (pp. 282-287), y el 37, «Reactores que consumen residuos radiactivos» (pp. 288-292).
El último bloque temático, «Soluciones», se inicia con el capítulo 38, «El hombre del hidrocarburo» (pp. 295-303), sobre el cambio climático y la necesidad de medidas de mitigación. Todos los que estamos concienciados con este problema sabemos que «Necesitamos energía nuclear» (pp. 304-310): «Cada país tiene su propio mix energético condicionado sin duda por sus recursos naturales, pero también por razones económicas e ideológicas. La energía nuclear es un aliado imprescindible de las energías renovables. (…) Defender el imprescindible papel de la energía nuclear no significa menospreciar la necesidad de seguir avanzando en las energías renovables, pero no podemos olvidar sus carencias. (…) Las centrales nucleares son capaces de adaptar su producción a la demanda, lo que llamamos «seguimiento de carga», algo que realizan las centrales francesas y alemanas». Esto último nos lo explica Alfredo en detalle en el capítulo 40, «La energía nuclear es la mejor aliada de las renovables» (pp. 311-314).
Finaliza el libro con el capítulo 41 sobre «La fusión nuclear o cómo tener el Sol en la Tierra» (pp. 315-321), muy breve pero muy necesario como colofón para este muy instructivo aporte a la divulgación científica y tecnológica. Tras los «Agradecimientos» (pp. 323-327), que incluyen uno «a Francis Villatoro por sus múltiples consejos y por su apoyo a mi labor desde el principio», encontramos la «Bibliografía» (pp. 329-335), separada en capítulos.
Sin lugar a dudas un libro necesario y de imprescindible lectura. Se lo recomiendo de forma encarecida a todo el mundo, pero en especial a los más críticos con la energía nuclear; la mejor forma de criticar algo es conocerlo en detalle y para ello qué mejor que aprender de un experto. Hay muchos libros sobre energía nuclear, pero pocos te cuentan la tecnología nuclear de una forma tan clara y con tantos datos que solo conocen los supervisores nucleares. Auguro un gran recorrido al primer libro de Alfredo García. ¡Qué lo disfrutes como yo!
Evidentemente el autor del libro está muy interesado en la energía nuclear, de la que vive. Durante la expansión de la llamada «energía nuclear para fines pacíficos», después de la segunda guerra mundial y del lanzamiento, por parte de EEUU, de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki con millones de muertos y cuyas secuelas aún perviven, se crearon decenas de centrales nucleares para la generación de energía, empezando en EEUU y extendiéndose por todo el mundo, bajo su autorización y tecnología (Westinghouse, General Electric) con el argumento de ser intrínsecamente seguras bajo estrictos protocolos de seguridad. Los desastres de las centrales instaladas en Three Islands ( EEUU) primero y Chernobil ( URSS), después para terminar, por ahora, en Fokushima (Japón) con millones de afectados, nos llevan a concluir que la seguridad en tales centrales, deja mucho que desear, quizá porque no sea posible garantizarla.
Y no debemos olvidar los «cementerios» de residuos nucleares de elementos combustibles utilizados, cuya vida media es de millones de años y que, enterrados en minas abandonadas, no se conoce, o mejor dicho, si se conoce pero no se informa, el efecto en flora y fauna contaminada y, por ende, en el ser humano circundante. Tampoco se ha informado, al menos al gran público, de la desaparición de peces y demás fauna en ríos de los que se benefician centrales nucleares para la refrigeración de sus circuitos secundarios debidos, no a la contaminación radiactiva por posibles fugas del circuito primario a aquél, que también, si no, principalmente, por contaminación térmica al elevarse la temperatura aguas abajo y alterar el hábitat de aquellos.
Y sé de lo que hablo después de haber visitado como ingeniero las centrales de Almaraz, Vandellos y alguna más en España y Alemania , incluyendo el buque mercante alemán OTTO HAN segundo y último intento fallido de incorporar a la marina comercial la tecnología nuclear como propulsión.
Soy Ingeniero Naval y Oceánico y he sido Profesor Adjunto Encargado de Curso de Tecnología Nuclear y Reactores Navales Nucleares en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales y Oceánicos, Universidad Politécnica de Madrid.
Curioso que no haga mención a nínguna información relatada en el libro….muy curioso
«Los desastres de las centrales instaladas en Three Islands ( EEUU) primero y Chernobil ( URSS), después para terminar, por ahora, en Fokushima (Japón) con millones de afectados»
Me temo que los datos que manejas son incorrectos. Yo no hablaría de «desastre» en Three Mile Island» (ese es su nombre). Al fin y al cabo no hubo muertos ni personas contaminadas. Y, como dice el autor, en Fukushima hubo CERO muertos por la central.
Si queremos tener una correcta perspectiva de la seguridad de las fuentes de energía comparando el volumen de energía producida por cada fallecido con cada sistema, recomiendo este video (puedes usar el traductor automático):
https://www.youtube.com/watch?v=4E2GTg7W7Rc
Donde podemos encontrar los datos sobre la desaparición de peces y demás fauna que mencionas?
Lamentablemente es un libro mucho más útil para aquellos que confiamos en la energía nuclear, dado que podría servirnos para acomodar nuestros conceptos y proveernos de información a la hora de divulgar nuestras propias ideas sobre las bondades de la energía nuclear, que para cambiar la mente de aquellos que están convencido de que la energía nuclear es mala cosa. Por esas cosas del sesgo de confirmación, la inmensa mayoría de los que piensa que la energía nuclear es el diablo personificado no leerían jamás algo que saben de antemano contradice sus conceptos.
La gente que está en ciencias como vos Francis, quizá también sufra de un sesgo llamado «deformación profesional». El trato constante con gente inteligente y bien preparada en ocasiones puede hacernos sobrestimar las capacidades de lo que llamamos «el común de la gente». Puedo decir de primera mano que hay muchísima gente que está preparada para quemar brujas hoy, en 2020, si acaso apareciese un permiso para ello.
Pero bueno, estoy divagando. Si aparece este libro en los anaqueles de Argentina, me lo compro. Un saludo.
Todavía hay algo que me molesta e incomoda de la divulgación científica, motivo por el cuál ya no leo divulgación alguna y solo me dedico a lo que investigo y me interesa fruto de mi propia experiencia vital y carreras; y es que los títulos y el lenguaje que usan los cientifistas para sus artículos y libros en su negocio no se corresponden con lo que, a veces y sólo a veces, pretenden hacernos creer a quienes se dirigen.
«qué sí, pero que no… qué no, pero que de todas formas», etc.
Si la energía nuclear va a salvar el mundo, entonces para qué la economía, la ecología, la política y la filosofía. Si la energía nuclear va a salvar el mundo, porque enfocarnos en otras energías como las renovables. No tiene ningún objeto involucrarse en esas áreas, si la nuclear va a «salvar el mundo». Estoy convencido de que, esto es el vivo ejemplo de que investigar en una sola área del conocimiento es un problema social y cultural genuino y además, peligroso.
Por lo pronto, este libro, guste o no a muchos, no es para críticos de la energía nuclear. Y esa es la naturaleza de la gran mayoría de libros de divulgación, y es que no promueven el pensamiento y la refelxión, sino el consumo de información que termina paralizando, pues el mensaje de fondo que es el más importante, no genera más que lujuria estética.
De todas maneras, seguro leo ese libro.
Santiago, los títulos de los libros de divulgación buscan atraer el público objetivo (tanto el ya ganado por la labor previa del autor, como el que se ve atraído por lo llamativo del título). A diferencia de los artículos científicos, los títulos de los libros no tienen que reflejar su contenido; y en muchos casos son elegidos por el editor entre varias propuestas del autor.
Te pongo un famoso ejemplo: un libro titulado «La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?». No sé si lo has leído, pero supongo que imaginas de qué va el libro. Pues no, no es un libro sobre el bosón de Higgs, que solo se menciona de pasada en el último capítulo; tampoco sobre el universo, cosmología o similar. ¿De qué va este libro? Se trata de una biografía del premio Nobel Leon Lederman escrita por Dick Teresi. Te cuenta su vida para explicar por qué recibió el Premio Nobel y cómo acabó siendo director del fallido colisionador SSC en Texas (uno de cuyos objetivos era buscar la partícula de Higgs). ¿Por qué no aparece la palabra «biografía» en el título? Muy fácil, ¿quién compraría una biografía de Lederman? El libro fue un éxito de ventas porque contiene la palabra «Dios» en el título (obviamente, una decisión del editor). Así funciona el mundo bibliográfico.
Siempre que se habla de energía nuclear se omite el proceso de la minería. Está claro que una vez tienes uranio enriquecido en la central es una energía bestante “limpia”, pero me gustaría saber cuánta energía hace falta para llegar a tener un gramo de uranio enriquecido. He estado viendo y uno de los países exportadores de uranio es Níger, uno de los países más pobres del mundo. Creo recordar que de los países más ricos (G20) sólo Australia, Rusia y Canadá tienen minería para extraer Uranio, países ricos poco densos. ¿Alguien sabe cuánto CO2 cuesta que llegue un gramo de Uranio enriquecido a Tarragona?
Viendo los países que extraen Uranio ¿Es segura la minería para extraer Uranio?
Si extraes 1 tonelada de mineral, más o menos ¿cuánto uranio enriquecido podrías llegar a tener? Alguien me dijo que de 1 tonelada podrías llegar a tener alrededor de unos pocos gramos de uranio enriquecido, ¿Es verdad?
Muchas gracias
Efectivamente has dado con uno de los inconvenientes de la nuclear.
En primer lugar usa un combustible, que no es fósil pero a los efectos da igual. El caso es que es un recurso escaso y muy singular, me parece un derroche quemarlo para producir electricidad en la tierra algo que podemos hacer de forma más barata y eficaz mediante medios renovables. Mejor reservarlo para usos más «espaciales» por ejemplo.
Pero es que además es una minería peligrosa, tóxica, supongo que cuando cuentan los muertos que provoca la nuclear no cuentan los trabajadores que se intoxican en sus minas. Que seguro que serán unos cuantos pero a saber.
Luego, como dices todo ese proceso extractivo actualmente se hace a base de un consumo fósil. En el futuro si electrificásemos los procesos esas emisiones podrían reducirse pero claro, es que para producir electricidad tenemos ya las renovables, más baratas, más limpias, más seguras y cuya fuente de energía es virtualmente inagotable, al menos mientras el sol luzca. Ese es el futuro inmediato y hacia ahí vamos.
Me cuesta de entender el empeño de algunos por revivir una tecnología zombie cuando además honestamente pienso es mejor guardarnos ese uranio, evitar generar más residuos y centrarnos en las tecnologías que van a descarbonizar más rápido y a menor coste.
Alemania abandona progresivamente la energía nuclear y con ello se obliga a mejorar las formas no tan contaminantes de generar energía que existen, tendrá que echar mano a sus mejores cerebros para encontrar la fórmula menos dañina y seguro pagará un precio .
No olvidemos que EEUU en la segunda guerra mundial ante el apremio de la invasión de Japón en el Pacífico y los nazis por el otro frente desarrolló el Proyecto Manhattan . Cientos de cerebros abocados a una causa ; Ahora con una razón radicalmente opuesta Alemania puede hacer lo mismo y desarrollar un modelo que también le sirva al resto del mundo.
Lamentablemente el ser humano necesita estar en situaciones extremas para crear soluciones a problemas que aparentemente no tienen solución ; la historia de la humanidad está repleta de estos casos .
Creo que el principal sesgo es pensar en energia nuclear como centrales nucleares, su uso se extiende cada vez mas en otras ramas de la ciencia y la transformación que aporta es tremenda, una pequeña investigación lo demostrará. No por nada es la forma como opera la naturaleza.
Tuvo un profesor que decía que «la energía nuclear es la mejor energía, cuando todo va bien. Pero es la peor, cuando todo sale mal».
Entiendo el entusiasmo de Alfredo Garcia y me parece necesario que se hable y se explique como funciona.
Aún así tengo que reconocer que, en cierta medida, lo nuclear me da miedo. No tanto por los fallos en la centrales, mas bien porqué no tengo muy claro que sepamos exactamente como reaccionan las cadenas de ADN a la radiación (y que cambios puede producirlas. Hay gran parte de lo genético que seguimos sin entender completamente). El ejemplo de Chernobyl es interesante, pero me temo, siguen faltando datos. Parece que la naturaleza a recuperado ese espacio, pero no sabemos a que coste (¿cuantos abortos y partos con crías que no llegaron a adultas se han dado?). Es muy interesante, también, el tema de los hongos negros (y ranas negras, creo que también hay) y su relación con la radiación. Pero extrapolar todo eso a «niveles normales para las personas», me parece un poco optimista.
Y quizás esa sea la única forma de saber todo lo que funciona (o deja de funcionar) de la energía atómica. Poner centrales en el centro de las grandes ciudades del mundo y ponerse a contar. Si no hay desviación importante, todo bien. Si la hay, empezar a preocuparse. Entiendo que nadie quiera correr el riesgo. Nadie va a dejar crecer a sus hijos en un entorno así. Y por otro lado, nadie confía 100% en la respuesta política si eso sale mal (Fukushima quizás sea un buen ejemplo de qué pasa cuando las dinámicas políticas son incapaces de reaccionar ante un desastre cercano a una central nuclear. Creo que en ese sentido, todas las dudas se pueden entender).
Por cierto, sabemos «exactamente cómo reaccionan las cadenas de ADN a la radiación y qué cambios estocásticos pueden producir en ellas». Además, se conoce desde hace más de 50 años (pues se usa en laboratorio de forma habitual en ingeniería genética).
He leído bastantes art. de Operador Nuclear y todos me han parecido excelentes.
Desgraciadamente no apostaría ni un mísero euro a que un solo creyente antinuclear cambiará de ideas en base a los precisos datos, sólidos argumentos y buenas explicaciones que se muestran, tanto en este libro como en el resto de sus art.
Mi pesimismo (o realismo) se basa en que buena parte de nuestras creencias tienen mucho más que ver con la religión (en sus innumerables variantes) que con el contraste razonado de datos objetivos.
Aunque hablando en general estoy de acuerdo con la premisa del libro y la mayoría de sus afirmaciones, hay muchas razones por las que la fisión nuclear ni va a «salvar el mundo», ni es tan ideal como la suele pintar Alfredo (ni en términos absolutos ni relativos con respecto a otras fuentes, sobre todo en lo que respecta a los residuos generados; en varias instancias en algunos de sus hilos en Twitter datos contrastados y precisos que refutaban parte de su argumento se han quedado sin contra más que una reiteración del mismo más tarde) – por otra parte un profesional como la copa de un pino, que lo cortés no quita lo valiente.
Aparte de lo anterior, hay un dato en concreto que por su importancia debería ser corregido, y más en un libro como este si no se quiere caer en absolutismos incorrectos: sí que ha habido al menos una muerte directamente causada por el accidente de Fukushima: https://www.bbc.com/news/world-asia-45423575 El mensaje del libro seguiría vigente ateniéndonos a la verdad en cualquier caso (aunque sea una desgracia para el afectado y sus seres queridos, convendremos que un accidente industrial de esta magnitud con una sola víctima directa tras varios años, es un resultado mejorable pero magnífico), pero creo que no conviene minimizarlo.
Se puede hablar de cero muertes por síndrome radiológico agudo, o señalar la incertidumbre en muchas muertes futuras por tumores u otras dolencias exacerbadas por la radiación en la región (estimaciones con mucha dispersión, de 0 a cientos), pero decir «hubo víctimas mortales, pero **no por radiactividad**. (…) Muchas personas no podían pagar la factura eléctrica y pasaban los inviernos sin encender la calefacción» es una simplificación burda – y además es verificable desde 2018 que no es una afirmación ni exacta ni certera.
Estaría bien un libro «a dos manos» con un detractor tan solvente como el autor. Nadie está libre de sesgos.
Me parece genial que se desmientan muchos mitos o datos que son inexactos respecto a la nuclear de fisión. Pero me gustaría hacer una pequeña prueba mental.
¿Cuantos de los que leéis este comentario tenéis el móvil encendido, la tablet, el portátil, el equipo de música, o la televisión y no estáis utilizando una o varias de ellas ahora mismo?¿Cuantos de vosotros tenéis alguna puerta o ventana abierta y el aire acondicionado encendido bien fresquito? ¿Cuantos de vosotros tenéis un compañero de trabajo que os pilla de camino y vais cada uno con su coche?¿Cuantos ponéis la calefacción en toda la casa y no os movéis de una o dos habitaciones?¿Cuantos se os pasa por la cabeza poneros una pieza de ropa más antes de subir uno o dos grados la calefacción en invierno?¿Cuantos por las prisas acabáis coleccionando bolsas porque se os olvidan en casa, o cuantos veis la cola de charcutería y acabáis cogiendo embutido o comida envasada?¿Cuantos tenéis por casa objetos de algunas compras irracionales que al final habéis acabado tirando porque estáis hartos de ordenarlo?¿Que os parece el razonamiento de con lo barato que es yo me lo compro por si acaso me hace falta?¿Que os parece que cualquiera pueda desarrollar la afición de coleccionar algo que a su juicio sea valioso y que le permita tener uno igual de cada color?¿A cuantos os parece lógico que una persona que esta en un municipio vaya a trabajar a un municipio que está a 50 Km y precisamente en ese otro municipio haya una persona con el mismo trabajo que se tenga que desplazar hasta el municipio de la primera persona?
Ya os habéis imaginado que cantidad de energía se derrocha si nos ponemos a invertariarla. En el segundo experimento mental imaginad como crece la economía, por ejemplo el PIB, en una progresión geométrica 100, 104, 108.16, 112.48, 116.98, 121.66, 126.53… toda esta producción adicional (26,53% en 6 años) a de salir de fuentes de energía que están la mayoría en declive y el decrecimiento es al contrario 100, 96.15, 92.45, 88.89, 85.47, 82.19, 79,03 ….
Nuestra dependencia de la energía tiene una lectura, no solo ecológica, (que también, entre más daño a la ecología más energía necesitaremos para revertir los efectos climatológicos y más exponencial será el declive de recursos energéticos) es sobretodo supervivencia.
Y cometemos un gran error si pensamos que todo esto lo vamos a solventar con tecnologías que tardan mucho en desarrollarse (y que no existe garantías para que se llegue a desarrollar), con tecnologías con limitaciones físicas que necesitan de materiales escasos, o añadiendo al mix energético con densidad energética muy baja (biocombustibles) o con tasas de retorno energético bajas, como sería el proceso de extraer uranio del agua del mar.
No podemos solucionar un problema de progresión geométrica con una de progresión aritmética. Construir una central nuclear necesita de bastas cantidades de energía, necesita grandes cantidades de energía para mantenerla, grandes cantidades de energía para desmantelarla cuando acaba su vida útil y el Uranio tiene un límite y también declina en una exponencial negativa….
Todo el conjunto de soluciones que se puedan plantear para evitar el colapso de la civilización pasan dos medidas fijas: una economía estacionaria y una reasignación de recursos lo más eficiente posible.
Por lo general los detractores de la nuclear no lo somos por los mitos sobre Chernobyl. Sino por otras razones mucho más profundas. Lo cierto es que hay cuatro argumentos inapelables que me permiten concluir que la energía nuclear no nos salvará de nada.
1. La energía nuclear es cara y tiene unos tiempos de construcción elevados por lo que no es rentable, y encima cada vez es más cara, sobretodo si nos vamos a los reactores de tercera generación, ya no hablemos de los de IVa qué son más como la fusión nuclear, a 30 años ya saben. Y dado que ya disponemos de energías más baratas y limpias, ¿qué sentido tiene hipotecarse con una fuente más cara y con un coste de amortización tan largo? Ninguno. https://www.niusdiario.es/internacional/flamanville-grieta-apuesta-nuclear-francesa_18_2977020049.html
2. La energía nuclear no es escalable con lo que no puede ser solución de ningún problema global. Necesitamos una solución escalable y que lo sea de forma masiva y rápida. Y precisamente los problemas de los residuos, los tiempos de amortización, los límites de la minería del Uranio y la extrema ineficiencia de los procesos térmicos que también contaminan, hay que disipar ese calor de alguna forma y se expulsa en ríos, lagos o al mar. Eso es un derroche energético, calor desperdiciado tirado, para aprovechar tan solo un 30, 40% a lo sumo de la energía para hacer electricidad. Hay muchos más motivos por los cuales no es escalable, aquí están todos. https://phys.org/news/2011-05-nuclear-power-world-energy.html
3. La energía nuclear no se complementa nada bien con las renovables. Por si esto fuera poco encima son tecnologías que se estorban mutuamente. La nuclear es tan cara que para amortizarla los reactores deben estar encendidos tanto tiempo como sea posible, eso casa muy mal con las renovables a menos que estemos dispuestos a encarecer nuestra factura eléctrica innecesariamente debido al curtailment.
4. Existen ya alternativas que sí son baratas, sí son rápidas de instalar y sí son escalables, y además son económicamente rentables, sin duda hablo de la eólica, la fotovoltaica y las baterías y demás sistemas de almacenamiento en desarrollo. Son esas las tecnologías que descarbonizarán el mundo y lo harán mucho más rápido de lo que jamás pudiera planteárselo ninguna nuclear.
Tal vez Jacobson lo explica en resumen mucho mejor que yo en sus 7 razones, merece la pena el somero resumen porque es muy difícil no estar de acuerdo con el análisis.
https://www.leonardodicaprio.org/the-7-reasons-why-nuclear-energy-is-not-the-answer-to-solve-climate-change/
Tema riesgos, creo que Fukushima fue el último clavo en el ataud nuclear. Porque lo que ese accidente nos dejó claro es que podemos prevenir accidentes provocados por nosotros mismos, internos pero ¿quien puede prever lo imponderable? ¿Quien puede proteger una central frente a cualquier cataclismo que pueda ocurrir en el exterior? Nadie, como los edificios anti-terremotos, todos tienen un umbral de seguridad, el sistema antitsunamis de Fukushima tenía un umbral pero el Tsunami lo superó. Lo peor, cuando se produce una catástrofe y esta hace sinergia con una central nuclear eso agraba todo el problema y no es una cuestión de muertes solamente como parece señalar el autor, es que Japón lleva provisionando ya 200.000 millones de dólares en gastos previstos de reparación de la zona accidentada. Y suerte que le ocurrió a Japón y no a un país más pobre porque lo arruina. Y sí algo ha provocado Fukushima es que las nucleares sean todavía más caras elevando más sus estándares de seguridad. Los aviones son máquinas muy seguras, casi nunca se caen pero vuelan tantos cada año que siempre se da la ocasión de ese conjunto de casualidades imposibles de prever, ese factor humano, o el factor externo un misil perdido, a saber. El caso es que ningún fabricante de aviones se atreverá a asegurar que su avión no puede caer, a lo sumo dirá que es muy seguro.
Y esta es la dura realidad de la nuclear y porqué al menos en este siglo, tiene un futuro aciago. Llevamos rumbo puesto hacia ser civilización tipo I de Kardashov. Es decir aquella que es capaz de aprovechar toda la potencia disponible en su planeta natal. Y eso significa fundamentalmente que vamos a saber explotar su potencial eólico, solar, hidráulico y geotérmico a un nivel sin parangón. Algo que empequeñece los logros que pueda conseguir esa vieja y pesada tecnología nuclear de fisión incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos lo suficientemente rápido. Lamentablemente para el autor del libro, la nuclear de fisión, hoy por hoy, es una tecnología que irá siendo cada vez más residual, desarrollándose en la sombra tal vez, pero desde luego no va a salvar el mundo porque eso es imposible.
Me ha gustó mucho la entrevista a Alfonso en CoffeBreak y ahora esta reseña. El libro no lo he leído pero tiene pinta de ser muy divulgativo. Lo único que me tira para atrás el enfoque pro Energía Nuclear que no puede ser de otro modo en una persona que se dedica a esto. Allá por 2008 greenpeace editó «Una energía sin futuro. Desmontando las mentiras de la industria nuclear».
Personalmente me gustaría ver o escuchar un debate a fondo sobre el tema, por ejemplo con Alfonso y alguna persona del mundo anti nuclear que realmente puedan aportar datos económicos de rentabilidad, ecológicos y de seguridad al respecto.
Recuerdo que cuando estaba en el Instituto sucedió la desgracia de Three Mile Island y que realicé un trabajo sobre ese accidente, hoy releyendo en wikipedia se me ponen los pelos de punta. Cuando se dice que la Energía Nuclear es la más barata se comete «pecado» de transparencia. Ya que hay que sumar no solo los gastos operacionales sino los gastos de construcción, de enriquecimiento de Uranio, medioambientales (p.ej. la tasa de cáncer en Andújar es la más alta de España), de trabajos en las catástrofes (por ejemplo en Harrisburg el coste se aproximó a 975 millones de dólares de los 80).
Algunas preguntas
¿qué porcentaje de la demanda total del Sistema Eléctrico Peninsular se intercambia con Francia?
Dependencia exterior:
¿Cuantos kilogramos de Uranio usado en las centrales se enriquece en España?
¿Cuántas reservas de Uranio se calcula que hay disponibles en el mundo? ¿ No es cierto que el Uranio de 2008 es diez veces más caro que el de 2004?
Se dice que la fisión nuclear no produce CO2, lo cual es una verdad a medias ¿Se ha calculado la cantidad de CO2 que se genera para obtener Uranio enriquecido?
Hoy a Alfonso decir que hoy en día se aprovecha en los reactores españoles un 5% del Uranio enriquecido y que el máximo que está alcanzando Francia es un 30%. Si además la Energía Nuclear solo aporta un 7%(este dato puede haber cambiado) del total de la Energía. Muy eficiente no parece.
¿Si se aumentara este porcentaje no estaríamos yendo a una economía de escasez donde el precio de la materia prima se dispararía?
Po otro lado desde el punto de vista científico, médico y de investigación me parece correcto que se utilice la energía nuclear de fisión. Desde el punto de vista comercial creo que hay alternativas con menos handicaps. Me parecería incluso correcto, para no ser talibán, que ya que se hicieron en su momento se vayan cerrando paulatinamente hasta el final de su vida útil. Con lo que ha bajado la energía fotovoltaica en 10 años (un 80%) y con algún que otro avance tecnológico la energía debería tender a ir bajando paulitanamente con lo que la Energía Nuclear será cada vez menos viable económicamente y todos ganaremos en evitar tener bombas de relojería al lado de casa.
Se llama Alfredo, no Alfonso. «Me gustaría ver o escuchar un debate a fondo sobre el tema…» En la cuenta de Twitter de Alfredo tienes muchos, búscalos y disfrútalos. Puedes preguntarle todas tus a Alfredo directamente en Twitter.
Perdón Alfredo no Alfonso
Preferiría que alguien que tenga el nivel adecuado sobre el tema en cuestión hiciera un cara a cara con él para rebatir desde dos puntos de vista: el técnico y el económico. He encontrado un debate (que me imagino es un clásico) que me ha gustado mucho con La gata de Schrödinger.
https://www.youtube.com/watch?v=XTsWRvuPDfE
He empezado a conocer a Alfredo, el otro día en coffebreak, y aunque no pienso en las bondades de la E.Nuclear como él, reconozco que comunica bien sus ideas. Un 10 por eso. y gracias a Francis por su blog.
Hola Francis,
me gustaría saber en qué está basada una de las afirmaciones de los gráficos que muestras en tu reseña pues me parece claramente incierta y bastante publicista: «El combustible usado[….]su radioactividad decrece un 99% en los 10 primeros años».
Con vidas medias de isótopos del orden de decenas de años (en el mejor de los casos, cientos si no miles de años en muchos de los fragmentos nucleares), cómo puede una ley exponencial dar un factor de reducción del 99% si le lleva al menos esa vida media reducir la actividad al 50%?
Gracias de antemano,
Javi
Javi, consulta directamente con Alfredo en Twitter todas tus cuestiones. Por cierto, la respuesta a tu pregunta está en la imagen de este tuit https://twitter.com/OperadorNuclear/status/1251335217513746434
Me gustaría saber la opinión de Francis Villatoro sobre este tema, y si la tiene , saber dónde puedo encontrarla.
Gracias Francis. De la imagen que apuntas, el 99% de reducción entiendo que es de los primeros isótopos en la cadena, que tienen vidas medias «bajas» de unos pocos años, no de los isótopos hijos con vidas mucho más largas.
La frase del 99% me parece que está fuera de contexto temporal, y se me asemeja a decir que el ser humano lleva sobre la tierra un epsilón de la vida del Universo, pero una eternidad para el común de los mortales.
Un saludo
Si desde principios del siglo XX se hubiera desarrollado una potente industria dedicada a crear acumuladores de energía, ya los vehículos eléctricos tendrían autonomías de miles de kilómetros . El problema es que el hombre se va siempre por lo más fácil y que a la larga le sale más caro a las generaciones futuras.
Leí la reseña con el honesto fin de decidir o no leer el libro, pero no encontré lo que me interesaba saber, es decir no encontré como la energía nuclear salvará el mundo.
Llevamos 70 años de centrales nucleares y recién generan el 10% de la energía eléctrica, entonces para salvar el mundo hay que dar las recetas que permitan pasar a un porcentaje que valga la pena, no se trata de explicar que se busco un nombre interesante para un libro dando un ejemplo que cae en eso de mal de muchos, se trata de ver si la energía nuclear puede llegar al menos a un 30% de la matriz eléctrica mundial y eso no se consigue explicando como funciona una central nuclear.
El primer libro que leí del tema era «Energía atómica» de editorial Bruguera de 1971, también incluía un capitulo sobre fisión nuclear en donde se decía que en pocos años sería una realidad.
Son los cambios tecnológicos los que cambian el mundo, la energía atómica, las celdas de hidrógeno, los autos eléctricos, los molinos de viento son tecnologías antiguas que pasaron su momento sin cambiar el mundo y ya no lo harán, mientras, yo sigo esperando que alguien nos cuente como se salvará el mundo y espero alcanzar a leerlo…
fusión.
Me gustaría hacer una comparación entre las fuentes de energía y los distintos juegos de azar.
Tal como está la cosa, las energías renovables estilo eólica o solar en su forma actual son como el cupón de la ONCE. Tienen riesgos bastante frecuentes pero de impacto más bien reducido; uso del suelo, riesgos para las aves… Y es muy poco probable que se produzca un impacto grande por un modo de error inesperado en el diseño.
En cambio, la energía nuclear es el Euromillones. Las posibilidades de un problema, como de ganar el Euromillones, son bastante remotas. Pero si te topas con el premio o problema, éste es gordo de verdad. Y sobre eso hay que trabajar.
Parece, por otra parte, que los finlandeses han podido construir un almacén geológico. A ver si esta vez funciona y se puede usar el modelo, porque hasta ahora el 《ya lo solucionaremos》no es que diera demasiado resultado.