La reapertura de las escuelas tras el verano ha puesto sobre la mesa el rol que juegan los niños y las niñas en la pandemia de COVID-19. La revista Journal of Pediatrics publica un estudio con 192 niños (10.2 ± 7 años) con síntomas respiratorios que les llevaron al Hospital General de Massachusetts; en concreto, 18 (9 %) con síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico (MIS-C), 49 (26 %) con PCR(+) y 125 (65 %) con PCR(−) a SARS-CoV-2. La carga viral en muestras nasofaríngeas de los 49 niños con PCR(+) durante los dos primeros días de síntomas fue más alta que en adultos hospitalizados en UCI (valor p = 0.002); más aún, la alta carga viral no depende de la edad (hasta 21 años), aunque los más pequeños tenían una menor expresión del receptor ACE2 (valor p = 0.004). Por tanto, los niños parecen ser una fuente potencial de contagio en la pandemia de SARS-CoV-2 a pesar de que en ellos la enfermedad cursa asintomática o muy leve, salvo en casos muy excepcionales.
Muchos docentes están preocupados, con razón, pero no debemos despertar falsas alarmas. Varios estudios anteriores mostraron indicios de que los menores tienen niveles de ARN del coronavirus en sus vías respiratorias similares a los adultos; más aún, la carga viral se reduce con el tiempo, con lo que no parece una sorpresa que los menores en sus primeros días de infección tengan niveles más altos que los adultos en la UCI, que se infectaron una o dos semanas antes. Más aún, el nuevo estudio no implica que los niños puedan contagiarlo a los adultos con facilidad, pues no se estudia de forma específica la capacidad de contagio y aún se ignora la relación que existe entre la carga viral y la infectividad; de hecho, 9 niños (18 %) con COVID-19 en este estudio no tenían ningún miembro de su hogar infectado. Además, es posible que los niños con síntomas tengan cargas virales mayores que los asintomáticos.
Los docentes deben ser muy cautos con los titulares que lean en relación con las implicaciones de este nuevo artículo. No debemos olvidar que N=49 es una cohorte pobre y se requieren estudios con una mayor estadística para que cualquier conclusión sea firme; por ejemplo, entre los 18 niños con MIS-C solo 2 tenían cargas virales medibles de SARS-CoV-2 (de hecho, presentaron respuesta inmune fuerte a diferentes virus respiratorios, incluidos otros coronavirus, virus de la gripe y virus sincitial respiratorio). Y tampoco que en este estudio se detectó el ARN del coronavirus mediante RT-PCR, pero no se comprobó si los virus (o trozos de virus) en las muestras tenían capacidad infectiva en cultivos celulares.
El principio de precaución siempre debe estar presente, pero no hay que sobrestimar el riesgo potencial. La reapertura de los colegios tras el verano requiere extremar las normas de distanciamiento social, uso de mascarillas, protocolos estrictos de lavado de manos y pruebas PCR o serológicas periódicas. Pero los docentes no deberían apoyar sus miedos en este estudio científico y otros similares basados en niños hospitalizados. El artículo es Lael M. Yonker, Anne M. Neilan, …, Alessio Fasano, » Pediatric SARS-CoV-2: Clinical Presentation, Infectivity, and Immune Responses,» The Journal of Pediatrics (19 Aug 2020), doi: https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2020.08.037; la nota de prensa es «Researchers show children are silent spreaders of virus that causes COVID-19,» Science Daily, 20 Aug 2020; también recomiendo Mary Van Beusekom, «Kids with COVID have more viral RNA in their airways than adults do,» CIDRAP News, 20 Aug 2020.
Por cierto, recomiendo leer esta pieza en Nature sobre cómo reabrir los colegios de forma segura, Smriti Mallapaty, «How schools can reopen safely during the pandemic. Masks, class sizes and hygiene are important, but low community spread is key,» News, Nature 18 Aug 2020 (la clave es tener un número bajo de nuevos contagios); también a Sophie Bushwick, «Schools Have No Good Options for Reopening during COVID-19. Bringing students back into classrooms or keeping them home can both have negative consequences,» Scientific American, 20 Aug 2020. Y en español a Juan Ignacio (Iñako) Pérez Iglesias, «Para abrir las escuelas hay que tomar la delantera al virus,» Conjeturas, Blog deia, 19 ago 2020, y «Han de abrirse las escuelas, aunque haya que cerrar los bares,» Conjeturas, Blog deia, 05 ago 2020.
Los niños estudiados fueron llevados al hospital tras presentar los primeros síntomas (cuando se realizó el estudio no se hacían PCR a los niños asintomáticos). Los síntomas que presentaron los niños con PCR(+) se muestran en esta tabla; te resumo los más relevantes: fiebre (25, el 51 %), tos (23, el 47 %), congestión nasal (17, el 35 %), dolor de garganta (17, el 35 %), secreción nasal (14, el 29 %), dolor de cabeza (13, el 27 %) y pérdida de olfato (10, el 20 %). Estos síntomas, compartidos por muchos de los niños con PCR(−), son tan generales que sugieren que es un error confiar en los controles de temperatura y en la presencia de síntomas para detectar la COVID-19 en los menores de edad (pues podrían ser falsos positivos, síntomas de gripe y de resfriado común).
La cuantificación de la carga viral en frotis nasofaríngeos, frotis orofaríngeos y en suero sanguíneo indica que los niveles más altos se observaron en los hisopos nasofaríngeos y que no se observó carga en el suero sanguíneo. Para bebés y menores de 6 años el frotis nasofaríngeo es difícil de llevar a cabo de forma correcta, pero para niños de mayor edad es el más recomendable. Como curiosidad, se cuantificó la expresión del gen ACE2 a partir de hisopos nasofaríngeos y orofaríngeos; resultó ser mayor en los niños infectados con SARS-CoV-2 (incluido los MIS-C) en comparación con los niños no infectados (valor p = 0.004). Curiosamente, para los PCR(+) la expresión de ACE2 no correlaciona con la carga viral, lo que sugiere que aunque el aumento de la expresión de ACE2 pudo aumentar la susceptibilidad a la infección, una vez infectados, los niños podrían portar cargas virales elevadas independientemente del nivel de expresión de ACE2.
En resumen, el contagio potencial de SARS-CoV-2 entre niños y personal de los colegios (tanto profesorado como personal de servicios) requiere diseñar estrategias específicas para mitigar su impacto. El seguimiento exclusivo de los síntomas es una estrategia ineficaz para identificar a los niños infectados con COVID-19. Parece necesario que las autoridades educativas y sanitarias preparen cuanto antes protocolos específicos para minimizar el impacto en la pandemia de la reapertura de las guarderías, escuelas infantiles, centros de educación primaria, secundaria y bachillerato (en las universidades los protocolos pueden ser diferentes). El riesgo cero no existe, pero como afirma Iñako, «hay que abrir las escuelas, aunque haya que cerrar los bares», pero hay que hacerlo de la forma más segura posible para todos.
No se puede extrapolar con tan pocos casos, si casi hay más outliers que niños en la media. Pero bueno, viene bien como toque de atención para la dejadez que se está teniendo en este tema. Aunque no es cierto que se haya dejado para septiembre la discusión de las medidas (la mayor parte ya están redactadas), más grave es que cada una de ellas lleva la coletilla «en la medida de lo posible». Como no ha habido aumento de plantilla, la mayor parte van a quedar en nada, más allá de obligar a la mascarilla.
Francis, normalmente eres bastante riguroso con las cosas que cuentas. Pero aquí me veo obligado a intervenir porque creo que, aunque te has informado bien, como siempre, de los papers de los que hablas, hay dos aspectos del contexto que te fallan:
-mencionas a los docentes y su «miedo». En realidad entre el profesorado, al contrario que entre las familias, hay poco miedo a volver a las clases presenciales. De hecho, lo estamos deseando. Sabemos que la formación online no es educación. Y nos dedicamos a esto porque nos gusta dar clase. Si quisiéramos un trabajo en el que hay que estar todo el día delante de una pantalla de ordenador, con nuestra formación tendríamos fácil conseguir uno en el que ganaríamos más dinero. La vuelta a las clases presenciales es un riesgo que como sociedad debemos asumir, y los profesores somos los más convencidos de ello.
-hablas de «medidas» de forma generica para garantizar la seguridad, pero no mencionas la principal: bajada de ratios. Con 25 alumnos por clase en primaria, 30 o 32 en secundaria y 35 o más en bachillerato, es imposible que el riesgo sea bajo. Son números extremadamente altos. La mayoría de gobiernos autonómicos se niega a bajar esas ratios, ni siquiera un 10%. Nada. No es difícil encontrar aulas usando espacios de los ayuntamientos, pero se niegan a contratar más profesores para que estas ratios sean más bajas. No se puede, como haces, mencionar aunque sea de pasada el tema de seguridad en los colegios e institutos si no se habla de la ratio.
Como ves no es miedo. Somos un colectivo informado que sabe lo que hay.
En cambio, en muchas familias sí que hay mucho miedo. No todo el mundo tiene que saber de todo. Y va a ser importante el número de padres y madres que se niegan a llevar a sus hijos al colegio. Las comunidades autónomas están fallando estrepitósamente.
Saludos y enhorabuena, como siempre, por el blog.
Gracias por el comentario.
Hola, Encantada. Antes de nada, Enhorabuena y Gracias a Francis por esta revisión.
Quería subrayar que yo también soy docente y sí siento miedo de poder llegar a contagiar a mi familia y a mis hijos. Además, debido a esta falta de previsión, también tengo miedo de que mi hijo, en edu infantil, se contagie, por lo que no lo voy a llevar al colegio. Tampoco comparto lo que apuntas, Sergio, de que que “la formación online no es educación”. Creo que afortunadamente hoy en día disponemos de excelentes herramientas telemáticas para llegar a todas las casas, e impartir las clases sin exponer a niños y familias a la enfermedad, y, que, planificado con rigor, puede aportar y reforzar en los niños competencias más acordes con la realidad del mundo digital y globalizado actual.
Yo no soy profesor, pero mi hermano y mi cuñada si, y ellos si tienen miedo. También tengo un amigo maestro que no tiene miedo porque básicamente dice que la 2a ola es mentira y no existe.
No se debería de hablar en términos absolutos y menos de colectivos tan enormes, ni referido al miedo ni referido a lo informado que se está.
Me interesa saber qué trabajo es ese:
«Si quisiéramos un trabajo en el que hay que estar todo el día delante de una pantalla de ordenador, con nuestra formación tendríamos fácil conseguir uno en el que ganaríamos más dinero.»
Gracias.
Mi pareja es profesor, y sí, tiene miedo. Tiene 60 años e imparte clase a niños de entre 7 y 8. No puedes generalizar tan fácilmente. No tendrás miedo tú, pero hay muchas otras personas que ven con miedo y bastante preocupación la vuelta al colegio.
«Como ves no es miedo. Somos un colectivo informado que sabe lo que hay.»
Creo que sobreestimas al colectivo. No es lo que veo en mi entorno. Lo que veo es pánico por la responsabilidad que supone y los poco medios a su alcance, también veo poca formación para llevar adelante una digitalización de la formación (algo que por cierto en es totalmente viable en muchos campos de educación superior».
Sobre: «Si quisiéramos un trabajo en el que hay que estar todo el día delante de una pantalla de ordenador, con nuestra formación tendríamos fácil conseguir uno en el que ganaríamos más dinero.» Déjame que te abra los ojos, la mayoría del profesorado de primaria y secundaria son perfiles muy poco tecnológicos, tampoco sé muy bien en qué sectores crees que podrían ser competitivos los profesores con su formación y sin experiencia fuera del ámbito docente, lo que sí te adelanto es que no ibais a cobrar más dinero, los profesores estáis en el corte superior salarial, bastante por encima de la media.
Solo podría afirmar algo así (y depende) un desarrollador back senior que se ha metido a formación o algún otro trabajador técnico similar.
Sin ánimo de ofender: Por qué dices «los niños y las niñas»?
No se supone que el español -y considero lo bonito del lenguaje- es neutro?
Con «los niños» sería suficiente, no?
Cierto.
Con «los niños» sería suficiente, pero eso no implica que «los niños y las niñas» esté mal. De hecho, si quieres usar lenguaje «inclusivo» es la única manera gramaticalmente correcta de hacerlo.
En mi humilde opinión, salvo para los chiquillos más pequeños, no le veo gran diferencia con lo que viene siendo ir a trabajar a la oficina. Si se permite ir a una oficina repleta de gente, con las medidas de seguridad que todos conocemos, no veo por qué no hacer lo mismo con las clases…
Con bastante experiencia como enseñante, le puedo asegurar que la principal diferencia con un ambiente laboral, es el propio comportamiento de un colectivo de niños/adolescentes, dispuestos a desafiar las normas por su propia naturaleza y edad.
Además, en los trabajos la distancia mínima es de 1,5 metros, en educación la Xunta indica 1 metro de distancia mínima. En mi trabajo hay ventilación, en el centro educativo de mi hija no hay ventilación. En el aula de 50m2 estarán más de 30 alumnos y el profe….
Cuando toca el timbre, cada uno de los 4 pasillos de mi instituto se llena de 200 alumnos que se cruzan, rozan, chocan… 7 veces en una mañana.
Eso no se parece ni de lejos a una oficina. Por muy concurrida que esté.
Hola Francia. Te leo con asiduidad, y hoy he querido dejar un comentario en este tema tan sensible porque para mi no se puede ser concluyente en ese paper. El medir ARN viral en las muestras nasofaringeas no implica capacidad de contagio. Ya hemos visto en personas curadas, volver a positivizar la PCR hasta pasados 40 días, concluyendo que se tratan de restos de células eliminadas con restos del virus de la infección pasada y no reinfecciones capaces de contagiar. Extrapolando ello, en este caso, este paper adolece de un problema fundamental. Que los niños eliminen gran cantidad de material vírico no significa que sean más contagiosos. Para poder afirmar tal cosa, sería necesario realizar cultivos del virus y entonces se podría llegar a una conclusión definitiva. Ahora mismo solo es una elucubración.
Totalmente de acuerdo con Asdew: para escribir en español hay que hacerlo según sus reglas gramaticales aprobadas y difundidas por la R.A.E.; todo lo demás es seguir los dictados del «plural inclusivo» extraño a nuestro idioma.
El estudio del Journal of Pediatrics es sobre menores (bueno, de 0 a 22 años) enfermos o con síntomas, ingresados o en urgencias, con comorbilidades (obesidad, asma…) y busca entender mecanismos moleculares de la enfermedad. A partir de ahí especula con riesgos epidemiológicos pero no pasa del «may be» porque no tiene apoyo en datos epidemiológicos empíricos de población escolar en contexto escolar, sino de una cohorte pequeña de menores ingresados en un hospital.
Hay un estudio escandinavo, que me parece mucho más pertinente (https://t.co/CnXGVFSaxC?amp=1) que sí compara datos de población escolar general de dos países y busca identificar -con datos de campo, insisto- si la apertura de colegios ha tenido impacto en la evolución de la epidemia.
Son 2 tipos de estudios muy diferentes (uno inductivo y otro deductivo) sobre grupos no comparables, con objetivos distintos. El estadounidense infiere posibles riesgos (no demostrados) mientras el escandinavo se base en datos empíricos, masivos y diversos que evidencian si ha habido influencia real o no de la apertura de colegios.
Gracias, Juanjo.