Historias de la ciencia: Isaac Newton (I)

Por Francisco R. Villatoro, el 27 diciembre, 2015. Categoría(s): Ciencia • Historia • Personajes • Science ✎ 5

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El Buen Doctor, Isaac Asimov (1920–1992), no tenía dudas sobre quién fue el talento científico más grande que jamás haya visto el mundo: Isaac Newton (1642/43–1726/27). “Tenía sus faltas, viva el cielo: era un mal profesor, tenía algo de cobarde moral y de llorón autocompasivo, y de vez en cuando era víctima de serias depresiones. Pero como científico no tenía igual” [1]. La vida de Newton está repleta de anécdotas e historias curiosas.

El 25 de diciembre algunos celebramos el día de la Newtondad, en honor a la fecha de nacimiento de Newton, el 25 de diciembre de 1642. Por supuesto, sabemos que durante su vida hubo dos calendarios vigentes en Europa. Según el calendario juliano vigente en Inglaterra y en la Europa protestante u ortodoxa, Newton nació el 25 de diciembre de 1642. Ese día fue el 4 de enero de 1643 en el calendario gregoriano actual, vigente entonces en la Europa católica romana. La diferencia entre ambos calendarios en 1642/43 eran diez días.

Newton falleció con 84 años el 20 de marzo de 1726 según el calendario juliano y el 31 de marzo de 1727 según el gregoriano. La diferencia entre ambos en 1726/27 había crecido a once días. Además, en Inglaterra el año juliano 1727 empezaba el 25 de marzo, pero el año gregoriano empieza el 1 de enero. Un terrible lío de fechas que trataré de evitar adoptando siempre el calendario gregoriano. Inglaterra adoptó el calendario gregoriano en el año 1751/52; su año juliano 1751 duró entre el 25 de marzo y el 31 de diciembre, empezando el 1 de enero el año 1752 igual que en el resto de Europa.

Dibujo2015227 filostro on Twitter Feliz Newtondad a todos

Todo el mundo conoce alguna versión de la historia de la manzana de Newton. Con la Luna visible en el cielo, entre manzanos, cayó una fruta delante de él. De repente, ¡eureka!, descubrió que la fuerza de la gravedad que atrae a la manzana es la misma que atrae a la Luna hacia la Tierra. La Luna está cayendo igual que la manzana. Gracias a esta observación, Newton descubrió que la gravitación es una fuerza universal. Una bonita historia para explicar el germen de su ley de la Gravitación Universal. Sin embargo, la asociación judeo-cristiana entre la manzana y el conocimiento, para algunos biógrafos de Newton, podría estar detrás de esta anécdota.

En el año 2010 la noticia en muchos medios fue que se había resuelto el misterio de la historia de la manzana. Con motivo del 350º aniversario de la Royal Society, la academia de ciencias británica hizo públicos en su web la versión escaneada de múltiples documentos de los siglos XVII a XIX. Uno de ellos es el manuscrito de la biografía Memoirs of Sir Isaac Newton’s Life de su amigo William Stukeley (1687–1765), el primer arqueólogo que investigó el monumento megalítico de Stonehenge. Este libro se publicó en 1752 y, aunque algunos medios sugerían que su manuscrito fue escrito en 1727, no hay constancia de ello. No se sabe cuando Stukeley escribió el manuscrito de esta biografía, pero muchos historiadores opinan que fue unos 25 años después de la muerte de Newton. En aquella época la historia de la manzana ya era muy popular.

En su libro Stukeley nos cuenta [2] que el 15 de abril de 1726, «después de cenar, como hacía buen tiempo, salimos al jardín a tomar el té a la sombra de unos manzanos. En la conversación me dijo que estaba en la misma situación que cuando le vino a la mente por primera vez la idea de la gravitación. La originó la caída de una manzana, mientras estaba sentado, reflexionando. Pensó para sí ¿por qué tiene que caer la manzana siempre en perpendicular al suelo? ¿Por qué no cae hacia arriba o hacia un lado, y no siempre hacia el centro de la Tierra? La razón tiene que ser que la Tierra la atrae. Debe haber una fuerza de atracción en la materia; y la suma de la fuerza de atracción de la materia de la Tierra debe estar en el centro de la Tierra, y no en otro lado. Por esto la manzana cae en perpendicular, hacia el centro. Por tanto, si la materia atrae a la materia, debe ser en proporción a su cantidad. La manzana atrae a la Tierra tanto como la Tierra atrae a la manzana. Hay una fuerza, la que aquí llamamos gravedad, que se extiende por todo el universo».

La historia de la manzana se hizo vox pópuli [3] gracias a una caricatura de John Leech (1817–1864) en la revista londinense de sátira y humor Punch [4]. Esta revista nació en 1841 y a partir de 1843 incluyó caricaturas y tiras cómicas que se volvieron muy populares. La caricatura aparece reproducida en el libro La Historia del Cómic en Inglaterra del humorista inglés Gilbert Abbott à Beckett, ilustrado por Leech [5].

El gran vulgarizador en Europa de la filosofía newtoniana fue Voltaire, pseudónimo literario de François-Marie Arouet (1694–1778), gracias a su obra Elementos de la filosofía de Newton. La historia de la manzana se menciona de forma breve en su segunda edición, publicada en 1741 en Londres, pero no en la primera publicada en 1738 en Amsterdam [6]. Este libro de Voltaire pretendía popularizar la obra de Newton en el continente europeo, aunque le granjeó gran número de enemigos entre la élite intelectual francesa y europea. No se sabe por qué la anécdota no aparece en la primera edición [7].

Voltaire contó la historia en más detalle en Cartas inglesas (Lettres écrites de Londres sur les Anglois, et autres sujets). La primera edición se publicó en 1733, traducida al inglés, apareciendo la original en fráncés en 1734. En las páginas 127–128 Voltaire relata la historia de Newton y la manzana, citando como fuente a la sobrina de Newton (era hija de una de sus hermanastras), Catherine Barton (nombre de soltera). Se le suele llamar Sra. Conduitt, porque era la esposa de John Conduitt (1688–1737), asistente de Newton en sus últimos años de vida. Voltaire visitó y vivió en Inglaterra entre 1726 y 1729, pero no logró entrevistarse con Newton, aunque sí con otros afamados intelectuales; tras su deceso en 1727, entrevistó a los esposos Conduitt para recabar más información sobre el genio inglés.

La historia que nos cuenta Voltaire en 1733 difiere en algunos detalles de la de Stukeley [8]: «Habiéndose retirado en 1666 al campo, cerca de Cambridge, un día que paseaba por su jardín y que veía caer los frutos de un árbol, se dejó arrastrar a una meditación profunda sobre esa gravedad de la que todos los filósofos han buscado durante tanto tiempo la causa en vano, y en la que el vulgo ni siquiera sospecha misterio alguno. (…) Este poder que hace descender a los cuerpos graves es el mismo, sin ninguna disminución sensible, a cualquier profundidad que se esté bajo tierra y sobre la más alta montaña. ¿Por qué este poder no se extendería hasta la Luna? Y, si es cierto que penetra hasta ella, ¿no hay toda la apariencia de que ese poder la retiene en su órbita y determina su movimiento? Pero, si la luna obedece a ese principio, sea cual fuere, ¿no es también razonable creer que los otros planetas están igualmente sometidos a él?»

Voltaire ya citó de pasada la historia de la manzana [9] en la página 104 de la primera edición inglesa de su libro La Henriade, publicada en 1727 con el título Epick Poetry. Este poemario describe la historia épica de Francia y el original en francés se publicó en 1723 sin dicha mención a Newton [10]. Escribe Voltaire que «Sir Isaac Newton paseando por sus jardines tuvo la idea de su Ley de Gravitación tras ver caer una manzana de un árbol».

Quizás te preguntes por qué Voltaire fechó en 1666 la historia que le contó la Sra. Conduitt en 1727. No hay constancia de que ella supiera la fecha. Se cree [11] que sacó la fecha tras hablar con Henry Pemberton (1694–1771), autor del libro A view of Sir Isaac Newton’s philosophy que se publicó en 1728. Pemberton no cuenta la historia de la manzana, pero fecha en 1666 la concepción de la gravitación universal.

También citó la manzana en 1727 el filósofo inglés Robert Greene (c. 1678–1730) en su libro Philosophy of the Expansive and Contractive Forces. El libro está escrito en inglés, pero incluye un largo apéndice en latín. En la página 972 podemos leer [12]: «Esto que he escrito sobre la teoría de la gravitación de Newton (…) es una afirmación universal cuyo origen, pues todo conocimiento lo tiene, está en una manzana. Me lo contó el más sabio y más ingenioso de mis amigos, Martin Folkes, miembro excelso de la Royal Society. A quien menciono con el máximo respecto». Martin Folkes (1690–1754) fue vicepresidente de la Royal Society entre 1723 y 1727, nombrado por Newton (presidente entre 1703 y 1727); entre 1741 y 1752 ostentó por sus méritos el cargo de presidente.

La historia de la manzana se hizo tan popular que todos los visitantes de la casa natal de Newton querían ver el famoso manzano. La casa Woolsthorpe Manor se encuentra cerca de Grantham, en el condado de Lincolnshire, a unos 150 kilómetros al Norte de Londres. Sus familiares eligieron uno de los manzanos del jardín y aprovecharon el tirón turístico. Este manzano de la variedad flor de Kent murió a finales del siglo XVIII. Hoy en día se conserva otro en su lugar, que es visitado por decenas de miles de turistas todos los años. Más aún, hay clones distribuidos por todo el mundo. En España tenemos uno en la Casa de las Ciencias de A Coruña, que se plantó el 11 de marzo del 2005, una idea del entonces director de los Museos Científicos Coruñeses, Ramón Núñez [13].

No sabemos si la historia de la manzana ocurrió de verdad o fue inventada por el propio Newton para ilustrar la universalidad de la gravitación ante sus amigos legos en la materia [14]. Me gusta imaginar a Newton, ya anciano con más de 80 años, recordando historias de juventud ante algunos de sus familiares y amigos (Catherine Barton, John Conduitt, Martin Folkes o William Stukeley). Seguro que todos ellos disfrutaron oyendo la historia de la manzana. Me gusta pensar que esta historia muestra la otra cara de la bestia negra de Newton en el siglo XVII.

Referencias

[1] Isaac Asimov, Cien preguntas básicas sobre la ciencia, Alianza Editorial (1999). Traducción al español de Please explain, Dell Publishing (1975).

[2] Traducción publicada en Malen Ruiz de Elvira, «Newton y la manzana salen de los archivos de la Royal Society», El País, 18 Ene 2010; http://goo.gl/OqCfIc.

[3] Patricia Fara, «Catch a falling apple: Isaac Newton and myths of genius», Endeavour 23: 167–170, 1999; doi: 10.1016/S0160-9327(99)80040-4.

[4] «Punch (magazine)», Wikipedia [diciembre de 2014]. http://goo.gl/wuwHry.

[5] Gilbert Abbott à Beckett, The Comic History of England, George Routledge And Sons, New York (1848); vol. 2, p. 273, http://goo.gl/4jnm6x.

[6] Edward N. da Costa Andrade, «Newton and the Science of His Age», Proceedings of the Royal Society of London. Series A, Mathematical and Physical Sciences 181: 227–243, 1943; doi: 10.1098/rspb.1943.0003. Versión ampliada de «Newton and the Science of His Age», Nature 150: 700–706, 1942; doi: 10.1038/150700a0.

[7] Edward N. da Costa Andrade, Isaac Newton, Parrish, New York (1950); reeditado con cambios como Sir Isaac Newton, Collins, London (1954).

[8] Traducción de Fernando Savater publicada en Voltaire (François Marie Arouet), Cartas filosóficas, Alianza Editorial (1998).

[9] Forence Donnell White, Voltaire’s Essay on Epic Poetry. A study and an edition, Brandow, Albany, New York (1915); la página 104 del libro de Voltaire se discute en la página 131 de este libro. Copia digital en http://goo.gl/jXBWjb.

[10] D. McKie, G. R. de Beer, «Newton’s Apple: An Addendum», Notes and Records of the Royal Society of London 9: 333–335, 1952; doi: 10.1098/rsnr.1952.0020.

[11] Forence Donnell White, Voltaire’s Essay on Epic Poetry. A study and an edition, Brandow, Albany, New York (1915), p. 131. Copia digital en http://goo.gl/STsaHI.

[12] Mi traducción libre e inexperta de: «Haec a me Scripta fuerunt, cum Newtoni Gravitationem reputarem effe omnium Rerum Principium. (…) Quae Sententia Celeberrima, Originem ducit, uti omnis, ut fertur, Cognitio noftra, a Pomo. Id quod Accepi ab Ingeniofiflimo & Doctiffimo Viro, pariter ac Optimo, mihi autem Amiciffimo, Martino Folkes Armigero, Regiae vero Societatis Socio Mertiffimo. Quem hic Honoris Caufa Nomino».

[13] Rodri García, «El fructífero manzano de Newton», La Voz de Galicia, 12 Jun 2011; http://goo.gl/mpxOXs.

[14] Richard S. Westfall, Isaac Newton: una vida, Cambridge University Press, (1996); edición española de The Life of Isaac Newton, Cambridge University Press, (1993).

 



5 Comentarios

  1. Hola Francis. Lo primero es desearte unas felices fiestas y felicitarte por tus magníficos posts, de los que soy un rendido admirador. Me los leo todos y siempre aprendo algo. Te animo a seguir con ellos en 2016 para poder seguir disfrutando con sus lecturas. Cambia por favor en éste este «delante suya» que desmerece al resto del artículo. Un abrazo

  2. No tiene sentido lo que dice ese tal Gonzalo, no es verdad que Newton lo viera de esta guisa, de hecho la idea no gustaba a todos aquellos que justamente buscaban una solución cinemática del asunto ( la más lógica y cabal ,por cierto , para el conocimiento de la época) como Huygens.
    Para Newton era una acción a distancia tal cual, que solo le era posible explicar a través de dios.

  3. Cierta o no la historia de la manzana, ya es todo un símbolo de inspiración científica. En mi ciudad -A Coruña- hace diez años que el Ayuntamiento plantó frente a la Casa de las Ciencias un ejemplar clónico del manzano que existe en la casa natal del genial Newton. La ciencia también necesita sus mitos. Felices fiestas y mucho éxito en 2016!

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