Superratón se hipervitaminaba y mineralizaba. Tomar vitaminas en exceso (por ejemplo, mucha vitamina C) es malo para la salud, produce la enfermedad llamada hipervitaminosis. En niños produce progresiva pérdida del apetito, apatía, trastornos digestivos, náuseas, vómitos frecuentes y estreñimiento.
Si mucha vitamina C es malo para nosotros, ¿también lo será para las células cancerígenas? Así lo afirmaban E. Cameron y (el Nobel) L. Pauling, «Supplemental ascorbate in the supportive treatment of cancer: Reevaluation of prolongation of survival times in terminal human cancer,» Proc. Natl. Acad. Sci. USA 75: 4538-4542, 1978 . Muchos lo siguen afirmando como B. Frei y S. Lawson (como no, del Linus Pauling Institute) en «Vitamin C and cancer revisited,» Proc. Natl. Acad. Sci. USA 105: 11037-11038, 2008 . El ácido ascórbico potente antioxidante inyectado directamente en los tumores, los mata (los experimentos son en ratones).
Por supuesto, un anuncio así no está exento de críticas, a veces, enconadas. Ya ha saltado la liebre con el holandés Piet Borst, «Mega-dose vitamin C as therapy for human cancer?,» Proc. Natl. Acad. Sci. USA 105: E95, December 2, 2008 . Los autores han contestado sus argumentos elocuentemente en Balz Frei, Stephen Lawson, Mark Levine, Qi Chen, Michael Graham Espey, «Reply to Borst: Randomized clinical
trials of high-dose intravenous vitamin C in cancer patients are warranted,» Proc. Natl. Acad. Sci. USA 105: E96, December 2, 2008 . Borst empieza recordando la afiliación de los autores, quienes a su vez empiezan recordando que en 1971, el presidente Richard M. Nixon, prometió que la curación del cáncer sería una de las prioridades de su país (EE.UU.). Las nuevas terapias requieren una «mente abierta de miras.»
Al grano. Borst recuerda que la quimioterapia estándar es mucho más efectiva (en tumores en ratones) que la hipervitaminosis C. Los autores recuerdan que aunque el «efecto «C» sea modesto» comparado con la quimioterapia estándar, ello no quita que haya que estudiarla. Incluso estudiar cómo «mezclar» ambas técnicas.
Borst recuerda que hay una larga historia en el uso de compuestos antioxidantes que se han propuesto como terapia contra el cáncer y la vitamina C no es superior a ninguno de ellos. Los autores contestan que la «superioridad» antioxidativa no es el único criterio para preferir la vitamina C. Esta última produce muy pocos efectos secundarios comparada con otros compuestos similares. Los autores recuerdan que en el artículo de Cameron se recomendaba una dosis entre 5 y 45 gramos al día por vía intravenosa para obtener una «efecto sustancial sobre los tumores.» Y no coinciden en que haya ningún sesgo en la selección de los pacientes en dicho estudio (fue una elección «aleatoria» con objeto de evitar cualquier sesgo muestral).
Borst acusa a los autores del artículo que extrapolar los resultados obtenidos con sólo 3 pacientes no es hacer ciencia, es ofrecer una «falsa esperanza a los pacientes.» Borst acusa a los autores de omitir deliberadamente el número de pacientes estudiados a los que el tratamiento no tuvo efecto. Borst cree que el artículo no merece ser publicado en una revista del prestigio de PNAS que puede llevar a mucha gente a pensar que hay «algo de verdad» en la hipervitaminación C contra el cáncer. Fuerte, fuerte es. ¿No te parece?
Los autores se defienden afirmando que este es un «primer» estudio riguroso y que futuros estudios sobre la terapia con altas dosis intravenosas de vitamina C son necesarios. Sólo dichos estudios podrán determinar si la terapia funciona o no. Borst no es quien para afirmarlo. La gran ventaja de la hipervitaminosis C es que tiene pocos efectos secundarios (eso afirman los autores, claro). El «gran» potencial farmacológico contra el cáncer del ácido ascórbico está todavía por explotar. Afirman los autores, «curándose en salud.»
Los autores acaban con un «sería una tragedia para los pacientes enfermos de cáncer que están sufriendo los efectos secundarios de la quimioterapia actual no considerar esta nueva terapia.»
Lo dicho. «Se huele el ambiente.»