La ciencia de la obesidad en Nature Outlook

Por Francisco R. Villatoro, el 17 abril, 2014. Categoría(s): Bioquímica • Cerebro • Ciencia • Medicina • Nature • Noticias • Recomendación • Redes de Neuronas • Science ✎ 6

Dibujo20140417 obesity - nature outlook

La obesidad es una condición muy común, peligrosa y costosa para los sistemas de salud pública. Combatir la epidemia de la obesidad requiere un enfoque multidisciplinar, desde la neurociencia a la genética, pasando por la psicología y la sociología. ¿Por qué parece que algunas personas tienen predisposición a aumentar de peso? ¿Cómo funciona el apetito? ¿Cuál es la estrategia óptima para combatir la obesidad? Si te interesan estos temas, te recomiendo el suplemento especial de Nature sobre el tema (sus artículos son de acceso gratuito) «Obesity. A growing problem,» Nature Outlook, 17 Apr 2014. Un resumen breve en Tony Scully, «Obesity,» Nature 508: S49, 17 Apr 2014.

Dibujo20140417 public health - society at large - The WHO Global InfoBase

Tony Scully, «Public health: Society at large,» Nature 508: S50–S51, 17 Apr 2014, nos cuenta que la obesidad es un problema creciente a nivel mundial, que afecta a pueblos de cualquier origen cultural y nivel económico. Siendo un factor de riesgo para la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y la hipertensión, la obesidad se ha convertido en una de las principales amenazas a la salud pública en todo el mundo. La prevalencia mundial de la obesidad ha pasado del 6,4% en 1980 al 12,0% en 2008 (con la mitad de este aumento producida entre 2000 y 2008). Desde la década de 1960, las kilocalorías disponibles por persona han aumentado de forma constante en todo el mundo.

Dibujo20140417 tissue turns bad - cells overloaded with lipids outgrow - nature outlook

Brian Owens, «Cell physiology: The changing colour of fat,» Nature 508: S52–S53, 17 Apr 2014, nos habla de los diferentes tipos de células grasas en el cuerpo humano y de su papel en la obesidad. Hay tres tipos de grasa que se diferencian por su color: blanca, marrón y beige. La grasa más común en los mamíferos es la grasa blanca, que se encuentra en todo el cuerpo, sobre todo bajo la piel y en el abdomen; su función es almacenar energía en forma de gotas de lípidos. La grasa marrón ayuda a combatir el frío y está especializada en generar calor a partir de energía química almacenada en glucosa (carbohidratos) y lípidos (grasas). Y la grasa de color beige, muy similar a la marrón, se diferencia porque contiene ciertas proteínas (como PRDM16) y parece menos eficiente a la hora de quemar grasas y producir calor.

Dibujo20140417 color - shades of fat cells - brown beige white fat cells - nature outlook

Para la obesidad no importa sólo el tipo de célula de grasa, también es importante el lugar del cuerpo dónde se encuentra. La grasa blanca subcutánea, excepto la abdominal, no está asociada a trastornos metabólicos y podría tener un carácter preventivo. De hecho, las personas con muy pocas células de grasa, con la enfermedad llamada lipodistrofia, tienen problemas similares a los de las personas con exceso de grasa. El problema surge cuando las células de grasa blanca almacenan un exceso de lípidos, expandiéndose y proliferando de forma rápida en un proceso que se asemeja al crecimiento de un tumor. El suministro de sangre no puede seguir este ritmo y las células comienzan a sufrir por falta de oxígeno. Las células de grasa comienzan a morir, liberando su carga de lípidos, obligando a los macrófagos a tratar de limpiar el desorden. El problema es que los macrófagos no pueden limpiar los lípidos con la suficiente rapidez, por lo que la grasa se extiende al hígado y al páncreas, donde se acumulan hasta producir una enfermedad metabólica, resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.

Muchos expertos creen se puede luchar contra la obesidad y la enfermedad metabólica estimulando el crecimiento de las células grasas marrones y beiges. La forma más natural de hacerlo es la exposición al frío, pero bajar el termómetro no es una terapia práctica. Estimular la bioquímica que activa la respuesta al frío (como el receptor adrenérgico β3 o la hormona FGF21) parece prometedor, pero queda mucha ciencia básica por realizar para comprender el funcionamiento detallado del metabolismo de las grasas. Quizás una solución más barata son las intervenciones conductuales, pero no funcionan en todos los casos, como nos cuenta Emily Anthes, «Treatment: Marginal gains,» Nature 508: S54–S56, 17 Apr 2014Lograr que los pacientes coman menos y hagan más ejercicio no es la solución para ciertos sectores de la población y muchos pacientes tienen problemas para mantener su pérdida de peso. Cambiar la cultura alimentaria de la población parece fácil, pero nadie ha dado aún con la panacea. La obesidad más que un problema médico es un problema político, según D. L. Katz, «Perspective: Obesity is not a disease,» Nature 508: S57, 17 Apr 2014.

Cassandra Willyard, «Heritability: The family roots of obesity,» Nature 508: S58–S60, 17 Apr 2014, nos cuenta que aunque se conocen decenas de genes implicados en la obesidad, aún no son suficientes para dar cuenta de la predisposición de una familia a la obesidad. Los estudios de asociación de genoma completo (GWAS), que comparan los genomas de miles de individuos obesos con los de miles de personas delgadas, han permitido determinar unos 75 polimorfismos de un solo nucleótido (SNP) asociados a la obesidad. Sin embargo, su utilidad diagnóstica se ha puesto en entredicho, pues en su conjunto, las variantes identificadas en GWAS explican sólo entre el 2% y el 4% de la variabilidad genética asociada a la obesidad. Parece que la heredabilidad de la obesidad no sólo depende de la genética, sino también del medio ambiente. Quizás la epigenética sea la clave, pero la herencia de cambios epigenéticos requiere estudios en múltiples generaciones y son muy difíciles de realizar de forma masiva.

 

Otro factor importante en la obesidad puede ser el microbioma, como nos recuerda Sarah Deweerdt, «Microbiome: A complicated relationship status,» Nature 508: S61–S63, 17 Apr 2014. La microbiota intestinal humana, unas mil bacterias que habitan en nuestro tracto digestivo, parece que tienen un importante papel en la regulación del peso corporal. El microbioma (los genes de la microbiota intestinal) está bien correlacionado con la probabilidad de ser obeso, pero no se sabe si es causa o efecto. El consumo de prebióticos o probióticos como estrategia para manipular la microbiota intestinal, que ha tenido cierto éxito en ratones, no está claro si es aplicable a los humanos. Ya se han iniciado los primeros ensayos clínicos en pacientes obesos, pero las personas son mucho más diversas genéticamente que los ratones de laboratorio.

Dibujo20140417 the hunger circuits - nature outlook

Finalmente, Bijal P. Trivedi, «Neuroscience: Dissecting appetite,» Nature 508: S64–S65, 17 Apr 2014, discute la neurociencia del apetito. El núcleo paraventricular del hipotálamo es el centro neurálgico de la conducta alimentaria. El hipotálamo recibe y emite las señales de hambre y saciedad, las señales viscerales de nuestro estómago e intestinos, y las de recompensa y motivación de otras partes del encéfalo. Las neuronas AgRP promueven el apetito (usando optogenética se pueden activar en ratones provocando un apetito voraz). Las neuronas POMC inhiben el apetito (los ratones comen menos alimentos drásticamente y pierden peso corporal). No se conoce el mecanismo exacto, pero se cree que las neuronas AgRP y POMC aumentan y disminuyen, respectivamente, el valor como recompensa de los alimentos. También son importantes las neuronas CGRP que permiten activar y desactivar el hambre (por lo que los ratones pueden morir por inanición).

La investigación en los circuitos neuronales del apetito y las moléculas de señalización involucradas puede dar pistas para el diseño de fármacos para tratar los trastornos alimentarios, como la sobrealimentación y la anorexia. Pero aún se sabe muy poco sobre los mecanismos bioquímicos y fisiológicos implicados, por lo que cualquier intervención terapéutica podría tener efectos secundarios no deseados.

En resumen, la investigación básica en la obesidad y otros trastornos alimentarios es fundamental. Queda mucho trabajo por hacer, pero hay esperanza si se ataca el trastorno desde todos los frentes posibles.



6 Comentarios

  1. Como todos los mamíferos, estamos predispuestos genéticamente para acumular grasa, con el fin de reponer rápidamente el gasto calórico y para tener una reserva energética para los tiempos de escasez. En la naturaleza, las fuentes de grasa son escasas, ya que la grasa es un peso extra que disminuye la supervivencia de los animales: de los que son presas porque no pueden escapar de los depredadores, y los que son depredadores porque no pueden dar alcance a las presas. (La excepción serían aquellos mamíferos marinos que acumulan grasa para aislarse de las bajas temperaturas, pero aún así tienen que encontrar en equilibrio entre peso y agilidad para sobrevivir, tanto si son depredadores como presas). En general, por tanto, la grasa es escasa en la naturaleza. La evolución ha hecho que los carnívoros y omnívoros tengamos avidez por la grasa, ya que al ser escasa es importante que cuando se encuentre se consuma, y para eso lo mejor es programar al individuo para que le guste mucho el sabor de la grasa. Los humanos estamos programados genéticamente para eso, y mientras la grasa fue escasa y difícil de obtener, en la época de cazadores-recolectores, cuando matar a un bisonte costaba mucho esfuerzo y la carne obtenida era magra, se mantenía el equilibrio entre gasto calórico-avidez por la grasa-consumo de grasa. Cuando en ese equilibrio ocurre que:
    -Aumenta la cantidad de grasa a nuestro alcance, con la domesticación de animales.
    – A la vez disminuye el gasto calórico, ya que no hay que cazar para obtener la grasa, e incluso modernamente en nuestra sociedad industrial no hay que hacer esfuerzos físicos en general.
    -Se mantiene el apetito innato por la grasa, porque en estos pocos miles de años de domesticación, y menos aún en los apenas cientos de años de industrialización, no ha dado tiempo a que actúe la selección natural.
    Entonces tenemos que se juntan el hambre con las ganas de comer, nunca mejor dicho. La epidemia de obesidad es una forma de «morir de éxito». Cientos de miles de años luchando contra el hambre y ahora tenemos que luchar contra la obesidad.
    Todo lo anterior vale para el azúcar, es decir, para los alimentos dulces, salvo que el glucógeno(forma de reserva de glucosa en animales) es una reserva energética menos eficaz que la grasa, ya que pesa más por caloría acumulada y sólo sirve para unos pocos días.
    A eso hay que añadir un sistema económico en el que hay que vender para sobrevivir, peor, tienes que vender más cada año, aumentar los beneficios continuamente. Si fabricas productos que engordan, querrás vender más, nunca menos, cuanto más vendas mejor para tí aunque sea peor para los que te los compran. Pero es que, además, están los fabricantes de productos para adelgazar, que también quieren vender más cada año, y para eso necesitan que siga habiendo obesidad. Un sistema perverso y otra forma de morir de éxito.
    Una alternativa sería este modo de vida, aquí no hay obesos, pero claro …
    http://www.youtube.com/watch?v=_ZnZFzbf71c

    1. Efectivamente, y el mapamundi es harto explícito. La incidencia de obesidad coincide estadísticamente con las zonas más prósperas y automatizadas. También saltan a la vista las diferencias puramente socioculturales, por ejemplo, el contraste entre escandinavia y norteamérica. Algunos saben sobrellevar el éxito mejor que otros 🙂

  2. Pero es que 1000 bacterias caben en la punta de un alfiler. Sólo si eres de letras, y perdona si te sientes ofendido, puedes haber interpretado que la frase dice que hay mil bacterias en el intestino. Pero has hecho bien en apuntarlo por si hay más gente de letras leyendo.

  3. Francis sabe de sobra que en general las bacterias miden alrededor de 1 micra, y mil bacterias una detrás de otra ocupan 1 mm. Obviamente el intestino tiene muchas más de mil bacterias. Pero esta discusión ya es absurda. De todas formas entiendo que lo que a algunos nos puede parecer obvio para otros no lo es, porque desconocen el tema.

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Por Francisco R. Villatoro, publicado el 17 abril, 2014
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