El tiburón de las revistas acientíficas

Por Francisco R. Villatoro, el 26 enero, 2016. Categoría(s): Bibliometría • Noticias • Science ✎ 9

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Publica o perece. La cantidad antes que la calidad. Paga por publicar o perece. Un jugoso negocio de miles de millones de dólares. En los últimos años el número de editoriales depredadoras (predatory publishers) que publican revistas acientíficas depredadoras (que solo buscan ganar dinero) ha crecido de forma alarmante. Cual plaga, proliferan por doquier, sin control (sobre todo en India y en Nigeria). El científico pierde dinero y prestigio, pero ya se sabe que la agonía a veces es preferible a la muerte. O publicas o pereces.

Esta figura de Jeffrey Beall, bibliotecario de la Universidad de Colorado, Denver, EE.UU., es espeluznante. Beall recopila un listado de las editoriales y revistas depredadoras en su blog Scholarly Open Access. Esta figura con forma de aleta de tiburón nos recuerda que el tiburón de las editoriales y revistas acientifícas nos acecha como spam en nuestro correo electrónico. Más aún, el número de revistas secuestradas (cuyo nombre copia el de una revista de prestigio para confundir al científico) también está creciendo. ¿Quién se atreverá a atajar el problema?

El mercado libre tiene estas cosas. Se engaña al consumidor llamándole tonto en su cara. Tonto por caer bajo las redes de la publicidad engañosa. Tonto por no hacer nada. ¿Tiene que hacer algo la Ciencia? ¿Quién es la Ciencia?

La figura está extraída de David Matthews, @DavidMJourno, «Journals and publishers setting sights on the unwary,» Times Higher Education, 21 Jan 2016. Listado de editoriales depredadoras de Beall. Listado de revistas depredadoras. Y, recuerda, hay tiburones que se esconden detrás de un frac. Sé cauto. No te dejes engañar.

Gracias a Enkefalon, @enkefalon, que me recomendara en un tuit el artículo de THE.



9 Comentarios

  1. Trata de explicar a una persona lega en la materia que el artículo que según el demuestra su postura esta publicado en una revista de estas y su diseño es una chapuza. Es más productivo aprender a hacer fuego frotando dos palos.

  2. Visto lo visto, no sería mal negocio montar institución que auditara, examinara y ofreciera el correspondiente certificado de calidad a :
    – Revistas científicas
    – Periodistas o científicos que quieran dedicarse profesionalmente a la divulgación.

    Contad conmigo si alguien se anima. 🙂

    1. Pedro, tu idea es muy buena. La única manera de certificar que algo posee un mínimo de calidad es mediante la certificación por terceros sin ánimo de lucro. Es algo muy extendido en el mundo industrial y en general funciona bastante bien. Un ejemplo son los certificados expedidos por sociedades de clasificación en el mundo naval y del petróleo (ver https://es.wikipedia.org/wiki/Sociedad_de_clasificaci%C3%B3n).

      Como vemos, se puede compatibilizar el mercado libre con la calidad…

      Saludos.

      1. Gracias Enrique. Yo lo había pensado más bien con ánimo de lucro, tal cual se hace con las certificaciones en informática. Cobrando por los exámenes o auditorias (a aquellos que quieran nuestro título de calidad) y obligando a renovarlo cada cierta cantidad de años.

        Si en la informática funcionan la mar de bien no veo por que no ha de funcionar en el mundo científico… jeje.

        1. Que se cobre por algo no significa que la empresa tenga o no tenga ánimo de lucro.

          Las sociedades de clasificación no tienen ánimo de lucro, pero bien que cobran por sus servicios (alguien tendrá que pagar a los profesionales y gastos que acarrean).

          Saludos.

          1. Si hay ánimo de lucro el asunto ya nace condenado a necesitar de su propia medicina: una auditoría de la auditoría, no vaya a ser que los predatory publishers acaben «depredándonos». Ey..es lo que tiene el ánimo de lucro 🙂
            Si no hay ánimo de lucro hace falta algún tipo de auditoría externa periódica que lo verifique y avale.

  3. La explosión de revistas predadoras es una lógica consecuencia de la vorágine existente por la (falsa) competitividad publicadora. Es una burbuja que está creciendo, y es una estafa igual que la de las hipotecas sub-prime.
    Todo empieza porque las revistas se forran vendiendo sus productos a las universidades. Cuando no existía internet, era necesario pagar por ellas porque si no, era imposible saber qué se estaba haciendo. Aunque todo el mundo podía tener sus contactos, y tener pre-prints, estos eran limitados.

    Cuando surge internet, el tema de publicar un trabajo se convierte en algo tan simple como colocarlo en una pagina web. Podría ser la propia de la universidad. El trabajo podía ser evaluado igual por referees anónimos (o no), enviándolo a algún colega que a su vez se lo pasara a otro para que diera su opinión. Una vez que los colegas emitiesen su opinión, listo, trabajo publicado en la web gratuito para todo el mundo
    Y eso es la verdad del asunto. Te dirán que no, que es mejor que haya filtros de terceros, que hay revistas con prestigio, tararí tarará…. Pero el caso es que las revistas se forran con el trabajo de la gente a quien no sólo no paga sino que aún encima cobra (lo del open access ya es como si uno va a comprar un coche y se lo tiene que fabricar el mismo)
    La única excusa que podría ser valida es la de una clasificación «objetiva» pero eso es muy relativo porque google también mide el numero de citas y es gratis. ¿Por qué no se utiliza eso? ¿Por qué la comunidad científica no se revuelve? Por lo de siempre: esto está funcionando bien, a mi me va bien (piensan generalmente los lideres de grupos que no hacen más que mirar como trabaja el resto) entonces, ¿para qué cambiarlo? Total, para publicar en open access paga la universidad. La revista que no es open access la paga el dinero publico. Pues sigamos así, que está bien
    Y ya sabemos que la vivienda nunca baja,, así que todo el mundo acabó comprando…

    Ya sabéis como va a acabar esto… Mal para algunos, porque cuando explotó la burbuja los que llevaron la parte peor fueron los engañados e hipotecados hasta las cejas que se quedaron sin trabajo (básicamente al final de la burbuja, cuando los pisos estaban más caros). En este caso, los curritos actuales, los jovenes que trabajan a pasto para que publique todo el grupo, con contratos basura, pensando en algun día llegar a Contratado Doctor o quizá a Titular, y lo más probable es que tenga que irse de España
    Tranquilos, primero reventará fuera… luego aquí diremos que estamos preparados para aguantar lo que sea. Yo por si acaso me voy tapando…

    1. Yo creo que una parte del problema es la ingente cantidad de trabajos de investigación que hay actualmente.

      Antaño (no hace tantas décadas), ser investigador científico significaba formar parte de una minoría o élite que permitía que una suerte de autoregulación surgiera de manera natural. Aunque el 80% de lo escrito fuera mediocre, cantaba tanto (no se publicaban tantos artículos com ahora) que el sistema surgido de la meritocracia ambiental del mundo científico era capaz de segregar estos investigadores y publicaciones.

      Hoy en día hay miles y miles de universidades, grandes y chicas, prestigiosas y no tanto, además de la investigación privada que generan decenas de miles de artículos científicos. En semejante cascada de artículos vertidos al sistema, es imposible que se autoregule.

      Del mismo modo que un carterista se aprovecha de las multitudes para robar, hay autores que se aprovechan de este «mercado» enorme para publicar sus «trabajos».

      Creo que lo que comenta Pedro, certificar de alguna manera la calidad de los lugares de publicación, podría ayudar mucho. Incluso así se les colaría algo de vez en cuando, pero el sistema de calidad aprende de sus errores y le hace más robusto.

      Saludos.

  4. A nivel individual, todo lo que podemos hacer es ponerles coto. Y para ésto necesitamos información.

    Por supuesto no vamos a publicar «por error» en una revista que no conocemos, pero alguna vez me ha llegado una solicitud de review más que sospechosa, y en éstas es más fácil caer (y perder el tiempo en ello).

    A nivel institucional, cualquier facultad o departamento que se precie debería tener un auditor para evitar mala praxis, y listas como las de Beall harían el trabajo mucho más fácil. Pero quien es Beall para ejercer tal autoridad? ahí tiene que entrar la o las empresa de certificación (y a ver quien la controla..). Por supuesto, mantenidas por el gremio editorial, ya que sale tan rentable.
    Bien pensado, es parecido a las agencias de calificación y va a conllevar los mismos problemas.

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