Nature es una revista británica. Quizás por eso su opinión sobre la publicación online de emails y documentos robados del Centro Británico por excelencia sobre el Cambio Climático es muy conservadora. Nature ha consultado a muchos científicos sobre el asunto y la opinión generalizada es que pronto se olvidará el asunto. La opinión oficial sobre el tema es que se exageran e interpretan con mala fe los comentarios privados entre científicos que han sido desvelados. Para los científicos consultados, los emails desvelados sólo muestran que la actitud científica de los climatólogos es la «adecuada,» con discusiones viscerales privadas que se diluyen y suavizan en los resultados que finalmente se publican. La evidencia científica del origen antropogénico del cambio climático está «oficialmente» fuera de toda duda y no se verá alterada por este altercado «menor.» Pronto todo este escabroso asunto será olvidado. En cualquier caso, el asunto es feo y ha salpicado la reputación de Phil Jones, con lo que algunas voces claman por su dimisión inmediata, sino como director del CRU, al menos como miembro del comité científico del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change). Podéis leer el comentario original en Quirin Schiermeier, «Storm clouds gather over leaked climate e-mails. British climate centre reeling over Internet posting of sensitive material,» News, Nature 462: 397, 26 Nov. 2009 (Published online 24 November 2009).
El centro Climatic Research Unit (CRU) de la Universidad de East Anglia (UEA) en Norwich, Gran Bretaña, confirmó el 20 de noviembre el robo de información confidencial que ha sido publicada en la web (fácil de localizar para los interesados en Google o en cualquier programa P2P). Los blogs y las noticias que hablan sobre tema ven en estos datos pruebas claras de todo tipo de conspiraciones a favor del cambio climático desde las instituciones científicas que recaban fondos y financiación para estudiarlo.
Michael Oppenheimer, climatólogo de la Universidad de Princeton, New Jersey, EEUU, afirma que «si alguien piensa que hay algún atisbo de que los datos (científicos) hayan sido adulterados por motivos no científicos, es libre de analizar todos los datos existentes y demostrar que la Tierra no sufre el cambio climático. Muchos lo han intentado desde hace décadas y no lo han logrado.»
Desde Nature se sugiere que el nombre del fichero que se ha publicado «FOIA.zip» apunta a la petición de datos sin procesar que lleva realizando periódicamente, desde 2002, el canadiense Steve McIntyre, editor del blog Climate Audit, especializado en métodos estadísticos usados en climatología al director del CRU, Phil Jones, amparado en el UK Freedom of Information Act, una ley británica el acceso público a la información pagada con dinero público. Sin embargo, McIntyre afirma que él no tiene nada que ver y que no tiene ni idea de quien es el responsable del suceso. Resulta curioso que entre el 24 de julio y el 29 de julio de 2009, el CRU haya rebidido 58 peticiones de McIntyre y otras personas afiliadas a Climate Audit. Nature ya se hizo eco de esta petición en Olive Heffernan, «Climate data spat intensifies. Growing demands for access to information swamp scientist,» News, Nature 460: 787, Published online 12 August 2009. La razón oficial para denegar el acceso a estos datos es que han sido recopilados de diversas fuentes distribuidas por todo el mundo (más de 150 instituciones diferentes) y que el CRU sólo tiene permiso para publicar la versión «procesada» de dichos datos. El permiso para ver los datos «limpios» deben darlo todas las instituciones involucradas en su obtención, algo que no es fácil de lograr.
Esta entrada es provisional todavía… el editorial de Nature hoy seguramente se hará eco de esta noticia. Cuando esté disponible ya os haré un comentario al respecto. NO, NO se ha hecho eco del tema… ¿se nota que Nature es británica? Habrá que esperar la correspondencia la semana que viene…
PS (2 diciembre 2009): Como era de esperar, hoy se publica un editorial de Nature dedicado al caso: Editorial, «Climatologists under pressure. Stolen e-mails have revealed no scientific conspiracy, but do highlight ways in which climate researchers could be better supported in the face of public scrutiny,» Nature 462: 545, 3 December 2009. La verdad es que no aporta mucho a lo ya indicado en esta entrada. La política de Nature es investigar si los artículos publicados en su revista han sufrido algún tipo de fraude. Parece claro para el editor que este no es el caso y que no hay pruebas en los e-mail publicados que apunten a fraude científico. Por ello, Nature no tomará más medidas al respecto. En este número de Nature también dan su opinión algunos expertos climatólogos, como podemos leer en Quirin Schiermeier, «Battle lines drawn over e-mail leak. Climatologists remain sanguine over incident,» News, Nature 462: 551, Published online 2 December 2009. Tampoco hay nada reseñable más allá de la comprensión por parte de los colegas de otras instituciones en relación a este desagradable incidente.