La confianza en uno mismo y nuestro testimonio ante un tribunal

Por Francisco R. Villatoro, el 19 septiembre, 2010. Categoría(s): Cerebro • Ciencia • Noticias • Science

Imagina dos testigos en un juicio. Uno está seguro al 100% de su testimonio; el otro afirma lo contrario, pero está menos seguro. ¿En quién confías más? La mayoría de los tribunales tiende a confiar más en el primero, porque está más seguro de lo que afirma. Esta correlación entre confianza y precisión, aunque a veces es cierta, no es infalible. Puede ser que el primero esté más seguro de su testimonio porque su personalidad le hace estar muy seguro de todo lo que afirma, incluso si su percepción de los hechos es poco fiable. O puede ser que el segundo esté más inseguro porque su personalidad le hace estarlo incluso cuando su versión de los hechos es muy fiable. Se ha publicado en Science un artículo que estudia mediante imagen por resonancia magnética (MRI) del cerebro la diferencia entre la expresión de nuestro nivel de confianza y el nivel de confianza real que tenemos sobre las cosas de las que somos testigos. Todavía es pronto para pensar que este estudio pueda tener repercusión en los tribunales, pero quien sabe, quizás algún día los testigos en los juicios ofrezcan su testimonio con una máquina de MRI observando su cerebro. Nos lo cuentan Hakwan Lau y Brian Maniscalco, «Neuroscience: Should Confidence Be Trusted?,» Perspectives, Science 329: 1478-1479, 17 September 2010, haciéndose eco del artículo técnico de Stephen M. Fleming, Rimona S. Weil, Zoltan Nagy, Raymond J. Dolan, Geraint Rees, «Relating Introspective Accuracy to Individual Differences in Brain StructureScience 329: 1541-1543, 17 September 2010.

La precisión con la que una persona percibe un estímulo («modo 1») y la confianza con la que cree haber percibido dicho estímulo («modo 2») están relacionadas. El modo 2 depende del modo 1, pero también se ve afectado por un sesgo («response bias«) asociado a la personalidad del sujeto. Suponga que un individuo tiene grandes dificultades para realizar juicios precisos («modo 1») sobre los estímulos que recibe (su orientación, por ejemplo). No diferencia un juicio incorrecto de otro que es correcto por pura casualidad; para él todos estos juicios son conjeturas. Su confianza en sus juicios («modo 2») se puede atribuir a su imprecisión de partida («modo 1»). ¿Cómo se pueden separar el efecto de ambos modos cuando se quiere estudiar el segundo, la confianza propia en nuestros juicios? Fleming y sus colegas han estudiado este asunto gracias a un juego por ordenador y 32 jóvenes (15 eran hombres). Para separar el «modo 1» del «modo 2» primero han estudiado el comportamiento durante el juego para determinar quienes son mejores observadores y quienes son peores («modo 1»). En la segunda fase del estudio han seleccionado un juego más difícil para los mejores observadores y uno más fácil para los peores, con objeto de compensar el efecto del «modo 1» en los resultados. En esta segunda fase han observado una menor varianza en la confianza («modo 2») que cuando se omite la primera fase. Por ello creen que los resultados obtenidos en los escáner MRI tras la segunda fase se correlacionan con la confianza en los juicios de valor de los sujetos. Las imágenes MRI del cerebro han revelado que los observadores con alta confianza («modo 2») presentan una intensidad de señal en la materia gris más alta en el lóbulo frontal que los observadores con baja confianza. También se observa esta señal más intensa en la corteza prefrontal dorsolateral y en la corteza cingulada anterior. Estas regiones están ilustradas en la figura que abre esta entrada.

Un estudio aún difícil de interpretar que tendrá que ser confirmado/refutado por estudios posteriores, pero que quizás sea utilizado por los guionistas de series como CSI y veamos a Grissom con una máquina MRI portátil observando el cerebro de los testigos en un juicio.



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