Sherlock Holmes califica la obra ficticia «Dinámica de un asteroide» del profesor James Moriarty con elogiosas palabras de admiración: «esta obra asciende a tales alturas técnicas en matemáticas puras que se dice que no hay científico en el mundo capaz de criticarla.» Según Alejandro Jenkins, el título fue elegido por Sir Arthur Conan Doyle como referencia a un panfleto satírico repartido en 1865 en la Universidad de Oxford por Lewis Carroll (autor de «Alicia en el país de las maravillas») titulado «The Dynamics of a Parti-cle.» Este panfleto de sátira política aprovechaba que en inglés «partido político» se dice «party» para hacer un juego de palabras con «parti-cle» (con guión explícito en el original). El panfleto tenía por objeto criticar a William Gladstone que se presentaba para su reelección en el «rectorado» («Parliament») de dicha Universidad. Carroll hacía un juego de palabras en el título con un texto científico (en la Inglaterra victoriana había muchos libros de texto titulados «Dinámica de una partícula,» destacando el famoso texto escrito para la Universidad de Cambridge por Peter Guthrie Tait y William J. Steele en 1856, que fue reimpreso 7 veces). La nueva hipótesis sobre el título contradice la propuesta de Isaac Asimov, según la cual el título aludía al movimiento de un asteroide genérico porque alrededor de 1875 (cuando se supone que lo escribió Moriarty) había mucho interés científico en este tema. Hay otras hipótesis, pero la nueva me parece muy sugerente, muy al estilo del genial Sir Arthur Conan Doyle. Más información en Alejandro Jenkins, «On the Title of Moriarty’s Dynamics of an Asteroid,» arXiv:1302.5855, 23 Feb. 2013.
PS: Gracias a un tuit de @ComandanteVimes me entero que «Asimov nunca pensó que el título se refiriera a un asteroide genérico. Lo desarrolla aquí.»
https://twitter.com/ComandanteVimes/status/306350079898431488
Por lo que parece, Asimov en «El Crimen Definitivo» propone que el tratado de Moriarty se refería al problema de los tres cuerpos (problema no integrable, que no posee solución analítica y presenta estocasticidad o caos hamiltoniano). Aun así, hay que tener cuidado, porque el problema del asteroide sujeto a las fuerzas del Sol y Júpiter es prácticamente plano, luego es un problema de tres cuerpos «degenerado» y las dificultades matemáticas del problema general se diluyen. Permíteme un extracto de «El Crimen Definitivo» de Asimov.
«En la novela El valle del miedo, Holmes menciona que Moriarty ha escrito una tesis titulada La dinámica de un asteroide, saturada de elementos matemáticos tan excéntricos y complejos que no había un solo científico europeo capaz de discutir el asunto. (…) Los teóricos se interesan en el problema de tres cuerpos y si Moriarty era un poderoso matemático, entonces justamente sobre eso debe de versar el tratado. (…) Hacia 1866, o algo así (estoy casi seguro que fue en 1866), descubrió el motivo. Cualquier asteroide cuya órbita pasara por esos huecos se habría movido alrededor del sol en un período igual a una fracción simple del período de Júpiter. (…) Un asteroide, cada dos o tres revoluciones, pasa a Júpiter bajo las mismas condiciones relativas de posición. La atracción de Júpiter es en una dirección particular cada vez, siempre la misma, ya sea hacia adelante o hacia atrás, y el efecto se acumula.»
Bueno, faltan dos elementos en el debate: primero, que Conan Doyle estaba hasta los mismísimos de su personaje, que le obligaba a estrujarse los neurones en casos cada vez más enrevesados, que el propio autor calificaba de literatura al borde de la basura; creo que temía que la ocurrencia «degenerara», como así fue efectivamente, en una subliteratura tipo Agatha Christie que actualmente es un género bastante rentable, vamos, que no quería que su nombre pasara a los anales de la literatura como el «padre» de un subgénero que acabó odiando profundamente. Yo no comparto esta visión, pero parece ser que es la suya, y eso que el personaje le dejaba sustanciosos beneficios económicos, alucinantes para la época (cobraba lo que quería, literalmente, y por adelantado).
También, dada la popularidad del personaje, se vio obligado a insertar moralinas políticas continuamente que hoy le dan un delicioso toque historicista (de hecho, es algo que le da un gran valor a esta literatura). Entre ellas, la más importante es el hecho sutil de que el poquísimo conocido hermano de Sherlock (Mycroft Holmes), es un «alto delegado/comisionado/tipo» del gobierno, y se le presenta como alguien que deja al propio Sherlock como un aficionado con muchísimas limitaciones. Más o menos el Imperio Británico depende de las capacidades analíticas de Mycroft, que es lo que le impide ayudar a Sherlock en los casos más enrevesados donde, sin duda, Mycroft no falla sin siquiera hacer acto de presencia (texto escrito con los datos del caso que recibe a vuelta de correo la solución).
Evidentemente, Moriarty es un payaso al lado de Mycroft.
Imagino que también Conan Doyle estaba muy sufrido del éxito de unos personajes relativamente planos (no es exactamente así, y se nota su mano, pero claro, al lado de otros de su pluma «sentía la injusticia», por ejemplo, el nunca valorado y totalmente desconocido en España brigadier Gérard, cuyas traducciones al castellano -al menos en España- hubieron de esperar a la colección Diógenes ¡¡en la década de 1990!!, por cómo relata a los españoles en la guerra napoleónica, descripción por cierto de sacarse el sombrero a todos los niveles. ¿Estuvo en España alguna vez?
¿Y si son las dos soluciones correctas? Vamos, digo yo que puede que Doyle sabiendo que hacer publico su apoyo a Caroll no sería visto con buenos ojos adecuó un Moriarty genio de las matemáticas capaz de solucionar un problema irresoluto hasta ese momento para introducir una referencia al pasquín de Caroll ocultándola tras una referencia a un problema matemático vigente en la época. A ojos de un lector normal habla de un Moriarty genio de las matematicas, a ojos de un Matematico de la epoca Doyle hace un inteligente juego de referencias a un problema matemático solo comprensible para Matemáticos y para los ojos de unos pocos muy relacionados con Oxford notarían la sorna de Doyle defendiendo a Carrol. De este modo solo unos pocos serían capaces de percibir la burla y la honra de todos quedaría a salvo, algo muy importante aun en esa época.