Ciencia, pseudociencia y divulgación [sobre un artículo de Francisco Blanco Ramos]

Por Francisco R. Villatoro, el 19 julio, 2008. Categoría(s): Ciencia • Docencia • General • Prensa rosa • Televisión ✎ 2

Me ha gustado el artículo Ciencia, Pseudociencias y Divulgación de Francisco Blanco Ramos, del que extraigo algunos pasajes.

«A nuestro alrededor crecen las pseudociencias, prosperan los embaucadores y encuentra fácil audiencia cualquier vendedor de “ancestrales remedios” alternativos a los descubrimientos de la medicina. En esta batalla la lucha es muy desigual, pues a los seres humanos antes nos emociona un misterio que una respuesta. Es más fácil entretener con historias fantásticas sobre duendes y poderes misteriosos, que con explicaciones precisas sobre» física o matemáticas.

«Nuestras inquietudes vitales se llenan más fácilmente con las “certezas” absolutas de una creencia que con la duda sistemática del método científico. Por eso mismo no debería extrañarnos que las elucubraciones de un charlatán tengan más audiencia que las explicaciones de un científico.»

«Para un político la palabra “cultura” (lo mismo que para un periodista o cualquier otro ciudadano) suena a pintura, cine, teatro, espectáculo, … Si soy un poeta puedo permitirme no saber si está más lejos la luna o el sol. Si soy un científico me llamarán ignorante por no haber leído a Calderón de la Barca.»

Para «los medios de comunicación» el «problema parece resuelto: basta encontrar al especialista. Pero… ¿quién es el especialista? ¿será el prestigioso homeópata Dr. Trólez?, ¿o tal vez algún anónimo, despeinado y mal pagado investigador?. ¿Cómo se sabe quién es el verdadero especialista y quién el charlatán?» Si «algo suelen tener en común los pseudocientíficos, es una excelente “puesta en escena” y un arsenal de explicaciones más o menos misteriosas sobre su supuesto saber (incluyendo todo tipo de vocablos de apariencia técnica como ondas, energías, campos magnéticos, …). El distinguir qué son conocimientos científicos y qué son afirmaciones sin fundamento requiere un mínimo de preparación, y ésta no debería faltarle (…) al ciudadano medio de un país moderno.»

Se nota la falta en la escuela de una formación básica en “qué cosa es eso del método científico”. «Se trata de entender cómo sabe» algo «la ciencia. Se trata de distinguir entre lo que es un razonamiento y lo que sólo es una creencia. Se trata de distinguir entre la fiabilidad de una afirmación porque la haga alguna “autoridad”, y la fiabilidad de algo porque puede comprobarse. Se trata de entender qué es una comprobación.»

Pero hay un problema, «el pensamiento crítico requiere mucha madurez, y por ello (…) es esencial una permanente labor de divulgación y concienciación que actualmente es muy escasa.» «Somos los científicos, que quitamos muchas horas al sueño por descubrir los secretos de la naturaleza y muy pocas por dar a conocer al resto de la humanidad cómo los descubrimos.»

A «los profesores de universidad (…) se les exige dedicar todos sus esfuerzos a la enseñanza y el resto de su tiempo a la investigación (todo ello, claro está, sin desatender una abundante burocracia). Es injusto cargar demasiadas culpas en estas criaturas por querer dedicar también algunos ratos a su vida familiar en vez de pasarlos escribiendo trabajos de divulgación (que luego nadie valorará). Ignorar la necesidad apremiante de educar a la sociedad me parece uno de los grandes errores de la comunidad científica. Creo que deberíamos valorar más las tareas de divulgación. Creo que son necesarios más artículos sobre ciencia en la prensa nacional, aunque sea a costa de algunos menos en revistas científicas.»

«En qué consisten esa “educación” y “divulgación” (…) en explicar qué es eso de la ciencia
y cuál es su método: la búsqueda de la verdad desde la razón y el juicio crítico. (…) La sociedad debe saber que el conocimiento es fiable en la medida en que es comprobable, no en la medida en que sea creíble.»



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