Los sinuosos caminos de la ciencia (o sobre la sugerente Nobel Lecture de David Politzer)

Por Francisco R. Villatoro, el 20 octubre, 2008. Categoría(s): Ciencia • Física • Historia • LHC - CERN • Personajes

¿Conoces al señor de la foto? Es un físico teórico. Se llama David Politzer. ¿Sabes por qué es famoso? Entre otras cosas, si has leído el título de esta entrada, por recibir el Premio Nobel de Física de 2004 (1/3 del premio) junto a David J. Gross y Frank Wilczek (los otros 2/3). Él descubrió lo mismo que los otros dos juntos, la así llamada libertad asintótica de las teorías cuánticas de campos de tipo Yang-Mills. No entraré en los detalles técnicos ni en su historia, que glosa muy bien en su Nobel Lecture David J. Gross, «The discovery of asymptotic freedom and the emergence of QCDReviews of Modern Physics, 77: 837-849, 2005. Si lo vas a leer, te recuerdo que las Nobel Lecture en Reviews of Modern Physics son de acceso gratuito para todo el mundo y que deberías leer primero la Nobel Lecture de Frank Wilczek, «Asymptotic freedom: From paradox to paradigmReviews of Modern Physics, 77: 857-870, 2005, que te situará mejor en el contexto antes y después del descubrimiento de esta importante propiedad. Pero el motivo de esta entrada no es otro que la Nobel Lecture del propio Politzer, «The dilemma of attribution,» 77: 851-856, 2005. Apasionante. Sinceramente, merece la pena. Nos muestra de verdad qué es la ciencia en «estado puro.» En una palabra: «interesantísima». Os la recomiendo. Debería traducirla entera, pues lo merece, pero sólo os ofreceré algunos botones de muestra.

Hoy en día no podemos entender la teoría cuántica de las partículas elementales, llamada teoría cuántica de campos, sin las ecuaciones matemáticas de Yang-Mills, descubiertas en 1954. Pero Politzer nos recuerda que en 1970, muchos físicos, como él (un estudiante de doctorado) habían oído hablar de estas teorías (también llamadas no abelianas) pero poco más. Eran técnicamente extremadamente complicadas. Prácticamente nadie sabía para qué podían servir y para la mayoría de los investigadores senior (incluidos premios Nobel como Feynman, Glashow, Salam, o el mismo Weinberg) era un tópico extremadamente complejo del que no querían discutir en cursos de doctorado o en conferencias, quizás por no dominarlas con seguridad. Hoy en día, un físico (teórico) no debería obtener su título universitario sin saber lo que son.

Las teorías de Yang-Mills se convirtieron en el «tema de moda» tras la demostración en 1971 del estudiante Gerard ‘t Hooft (Nobel 1999) de Tini Veltman (también Nobel 1999) de su renormalizabilidad (cuando su simetría está espontáneamente rota). Según Politzer: «no conozco a nadie que haya entendido los detalles de la demostración original del artículo de ‘t Hooft. Todos la hemos aprendido del artículo de Ben Lee, que combinaba sus propias ideas sobre renormalización con las de ideas de los rusos Fadde’ev y Popov». La renormalización dimensional, la técnica usada en la demostración de ‘t Hooft, hoy es parte de cualquier curso de doctorado en física cuántica de campos (y hasta a mí me parece sencilla). El propio Politzer nos confiesa «es sorprendente lo fácil que es resolver un problema cuando se sabe que la solución existe.»

Politzer nos recuerda que en una conferencia internacional en 1970 le sorprendió la charla de T. D. Lee (Nobel 1957) sobre la nueva teoría de la interacción débil desarrollada en 1967 por Steve Weinberg (Nobel 1979). En aquella época, prácticamente nadie había leído el artículo de Weinberg. Cuando le dieron el Nobel en 1979, Coleman (director de tesis de Politzer) explicó que nadie había mostrado atención por el trabajo de Weinberg hasta 1971, tras el trabajo de ‘t Hooft, momento en que el interés por él «explotó». Un descubrimiento que merece el Nobel, pasó completamente desapercibido durante un lustro.

De hecho, Politzer nos recuerda su propia experiencia. Fue alumno de un curso de doctorado en 1970 de Glashow (Nobel 1979), sobre teoría de las interacciones débiles. En dicho curso, Glashow nunca mencionó su propio trabajo sobre el tema, su tesis doctoral bajo la dirección de Schwinger (Nobel 1965), ni el trabajo de Weinberg y Salam (con quienes compartió el Nobel en 1979 por dichos trabajos sobre la teoría (electro)débil). Politzer nos confiesa que no conoce a nadie que se haya leído los trabajos originales de Salam, salvo quizás, opina, John Ward (el coautor de dichos trabajos, quien no ha recibido el Nobel, aún).

¡Increíble! Un investigador que ha realizado un trabajo que merece el Nobel, una década más tarde, imparte un curso doctorado sobre el tópico de dicho trabajo, ¡y no lo menciona! Tampoco menciona el trabajo de otros investigadores quienes más tarde comparten el Nobel con él. ¡Increíble! ¿Por modestia? Quizás no. En su momento eran solamente ideas teóricas. Ideas que el viento se lleva con gran facilidad. A veces, la Naturaleza nos muestra que son correctas (y los demás las premiamos con el Nobel). Otras, el viento se lleva las ideas que son olvidadas por la eternidad.

Así es la física. Así es la investigación. No es un camino de rosas. Es un camino de espinas. Un físico teórico (sin experimento) nunca sabe si lo ha hecho bien. Quizás la teoría física más importante del s. XXI ya haya sido descubierta (y publicada). Quizás el propio autor ignora su importancia. Hay que esperar a que la Naturaleza «hable» a través de los físicos experimentales.

Si te ha llamado la atención este botón de muestra, el artículo «The dilemma of attribution»  realmente merece la pena. Sinceramente te lo recomiendo, aunque no te interese la física teórica. ¡Aprovecha que es de acceso gratis!



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