El calor y el «calor» humano, más próximos de lo que imaginas

Por Francisco R. Villatoro, el 24 octubre, 2008. Categoría(s): Ciencia • General • Termodinámica ✎ 1

Termodinámica y Ciencias Sociales, áreas del conocimiento muy alejadas, pero al mismo tiempo muy próximas: todos nosotros somos Motores Térmicos y nuestras relaciones interpersonales se ven influidas por ello, como han estudiado Lawrence E. Williams y John A. Bargh, «Experiencing Physical Warmth Promotes Interpersonal WarmthScience, 322: 606-607, 24 October 2008 . La «calidez» humana es uno de los rasgos positivos que más destacamos cuando juzgamos a una persona. Los psicólogos ya habían resaltado la importancia del contacto físico, el sentir el «calor» corporal de nuestros padres, durante la infancia para el futuro desarrollo psicosocial en la edad adulta. La relación entre la temperatura (calor) y la «calidez» interpersonal se ve modulada por la corteza insular de nuestro cerebro, también llamada simplemente ínsula, que se encuentra ubicada en la superfice lateral del cerebro, dentro del surco de Silvio, que separa las cortezas temporal y parietal inferior. ¿Somos conscientes del efecto de la temperatura termodinámica en nuestras relaciones personales? ¿Es algo inconsciente?

Williams y Bargh han experimentado con sujetos con objeto de verificar la hipótesis de que las experiencia de física de calor (o frío) aumenta la sensación de «calor» interpersonal (o «frío»), sin que la persona sea consciente de esta influencia. Su estudio es realmente curioso. Estudiaron el comportamiento social  de individuos delante de una taza de café caliente o con hielo. A mucha gente no le gusta el café con hielo, le parece «poco gustoso» (por ejemplo, a la mayoría de los latinoamericanos). En el experimento, los sujetos tenían que juzgar la personalidad de otros (si son «cálidos», generosos) tras un contacto interpersonal (claro, la mano de los que consumían café caliente estaba más caliente que la de los que lo consumían helado). Los resultados confirmaron la hipótesis ,en una escala de 1 («persona fría») al 7 («persona cálida») los sujetos juzgarón con un 4.71 (en media) a los que antes habían tocado brevemente una taza de café caliente y con un 4.25 a los que habían tocado la taza más fría.

En un segundo experimento, se utilizó una almohadilla terapéutica fría o caliente que ciertos participantes tenían que evaluar ante la atención de otros. Estos últimos, podían premiar a los participantes que consideraran merecedores de premio por su actitud, a los que considerarían «más amigos», con un ticket de descuento de un dólar para una heladería cercana. Además, a la mitad de los participantes se les pidió que elegieran entre recompensarse a sí mismos por su trabajo de «jueces» o recompensar a los «buenos» participantes. Los «jueces» ignoraban el hecho de que había dos tipos de almohadillas (frías y calientes).

La hipótesis en estudio se vio confirmada, los participantes a los que le tocó evaluar una almohadilla caliente fueron más premiados que los que tuvieron la «mala suerte» de recibir la fría. Los «jueces» preferían autoregalarse (75%) que regalar a un participante si éste había tocado la almohadilla fría, pero, sin embargo, no les importaba premiar a los otros (54%).

En resumen, el «calor» humano tiene una componente termodinámica más importante de lo que imaginamos.

PS: Había olvidado que «El calor de la madre es importante,» en El País nos lo recuerdan (11/nov/2008).



1 Comentario

  1. A Marcel Grossmann se le atribuye una frase -de cuando colaboraba con Einstein en los primeros pasos de la relatividad general- que viene muy al caso:

    «Antes, cuando me sentaba en una silla y sentía el calor dejado por mi predecesor, solía estremecerme un poco. Ya he superado esto completamente, pues sobre este punto la física me ha enseñado que el calor es algo completamente impersonal»

    Al final va a resultar que esto también era relativo. 😉

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