2010 Nobel, Medicina: Los difíciles primeros pasos de la fecundación in vitro

Por Francisco R. Villatoro, el 4 octubre, 2010. Categoría(s): Ciencia • Historia • Medicina • Noticias • Prensa rosa • Science ✎ 1

En agosto de 2010 en la revista Human Reproduction se afirmaba que no se entendía por qué Robert Edwards no había sido nombrado Sir (caballero en el Reino Unido) por sus méritos como padre de la fecundación in vitro, que desarrolló junto al ginecólogo Patrick Steptoe (ya fallecido) en 1978. Edwards, anciano, frágil, ha recibido el reconocimiento merecido con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 2010. Muchos premios Nobel se han obtenido gracias a luchar contra marea. Los primeros años de la investigación de Edwards y Steptoe fueron muy difíciles. En 1971, el Consejo Británico de Investigación Médica (MRC), la fuente principal de financiación para la investigación médica británica, por razones éticas y políticas, les negó financiación y siguió negándosela durante toda la década de los 1970. Ellos tuvieron que buscar dinero privado y gracias al mismo nació Louise Brown en 1978, transformando la investigación en obstetricia, ginecología y embriología humana. Tras el nacimiento de los dos primeros bebés probeta, el MRC cambió de opinión y apoyó de forma entusiasta estas investigaciones, como nos cuentan Martin H. Johnson, Sarah B. Franklin, Matthew Cottingham, Nick Hopwood, «Why the Medical Research Council refused Robert Edwards and Patrick Steptoe support for research on human conception in 1971Human Reproduction 25: 2157-2174, July 24, 2010 [el artículo es de acceso gratuito].

El primer nacimiento humano tras una fecundación in vitro representó todo un hito en la historia de la ciencias de la reproducción. Steptoe y Edwards dirigieron en 1978 el equipo médico que confirmó la eficacia del método de fecundación in vitro que habían desarrollado en 1969 el propio Edwards, Bavister y Steptoe («Early stages of fertilization in vitro of human oocytes matured in vitroNature 221: 632-635, 1969). En febrero de 1971 habían solicitado financiación para un programa de investigación sobre la fecundación humana. La solicitud fue rechazada. Siguieron trabajando en ello, en gran parte con dinero privado. Tras el nacimiento de Louise Brown, el propio Edwards y muchos medios de masas ejercieron presión sobre el MRC, que cambió su decisión y empezó a apoyar las investigaciones en fecundación in vitro. Este cambio de política puede parecer obvio, ya que el rechazo original no tenía justificación razonable, sin embargo, la decisión de 1971 se tomó tras una revisión técnica muy detallada (se dudaba sobre la seguridad del paciente en el procedimiento y sobre si los hijos nacidos por este procedimiento serían «normales»), pero la decisión de 1978 se tomó de forma precipitada por la fuerte presión de los medios. El artículo de Johnson y sus colegas afirma que han estudiado los archivos del MRC que recogieron la revisión por pares de las solicitudes de proyectos de investigación de Edwards y Steptoe, y que han realizado entrevistas a los implicados, incluyendo al propio Robert Edwards.

La idea de la fecundación in vitro (FIV) y de la transferencia de embriones ya apareció en el siglo XIX, pero se convirtió en una línea investigación a mediados de la década de 1930, gracias al trabajo del estadounidense Gregory Pincus. A finales de los 1960, se había demostrado la FIV en el conejo, el hámster y el ratón. En 1969 también se había logrado en la cabra, la oveja, el hurón, la rata y el cerdo. Parecía que era el momento de pensar en su uso en humanos (aunque algunos científicos lo veían aún como ciencia ficción).

Robert Edwards nació en 1925 en una familia de clase trabajadora en Batley, Yorkshire, estudió agricultura y zoología en la Universidad del Norte de Gales, e hizo su formación doctoral y post-doctoral en genética del desarrollo en el Instituto de Genética Animal de Edimburgo, entre 1952 y 1957. Tras varias estancias postdoctorales, se incorporó en 1963, con 38 años, a la Universidad de Cambridge. Publicó más de 40 trabajos de investigación sobre espermatozoides, la maduración del óvulo, biología embrionaria de gametos y sobre otros aspectos inmunológicos de la reproducción. A finales de los 1960 investigó las condiciones requeridas para madurar ovocitos de animales y humanos con objeto de utilizarlos para fertilizar óvulos in vitro. Edwards conoció a Patrick Steptoe en una reunión en la Sociedad Real de Medicina en 1968 después de leer uno de sus artículos. Steptoe (1913-1988), que tenía 12 años más que Edwards, se había formado en Londres en el King’s College y la Facultad de Medicina del Hospital St. George, también en Londres. Pionero en la introducción en el Reino Unido de la cirugía laparoscópica ginecológica, está considerado junto a Raoul Palmer (Francia) y Frangenheim Hans (Alemania) como uno de los tres padres fundadores de la laparoscopia. La colaboración entre Edwards y Steptoe dio su primer fruto en 1969 con el artículo en la revista Nature que publicaron junto a Barry Bavister (un estudiante de doctorado en Cambridge). El editor principal de la revista Nature era entonces el famoso John Maddox, un gran defensor de las ideas de Edwards sobre fecundación in vitro en humanos. Periódicos como The Times publicaron artículos de prensa anunciando el próximo desarrollo de bebés probeta y otros llegaron a afirmar que se podría elegir el sexo del futuro bebé. Edwards y Steptoe se convirtieron en el centro de atención del espejo público.

Las solicitudes de financiación pública de Edwards y Steptoe para recabar fondos para estudiar a medio plazo la fecundación in vitro en humanos recibieron importantes críticas, tanto por sus méritos científicos, como por sus aspectos éticos y por la magnitud de la ayuda solicitada. Aunque los revisores alabaron el alto nivel científico de la propuesta del Dr. Edwardse y su originalidad, todos tenían serias dudas sobre los aspectos éticos de las investigaciones propuestas, especialmente las relativas a la implantación en las mujeres de los ovocitos fecundados in vitro. La gran objeción es que no había habido estudios preliminares en primates y que se desconocían los posibles riesgos involucrados. También se expresaron reservas sobre el procedimiento de la laparoscopia con fines puramente experimentales. Se rechazaron las solicitudes y se propuso en varias ocasiones a Edwards que estudiara primero sus técnicas en primates. No debemos pensar que no recibió financiación alguna ya que también solicitó otros proyectos de investigación (en ratones) que sí la recibieron, además de cierta financiación con fondos privados.

Los grandes medios no olvidan, para disgusto del MRC, por lo que aparecieron múltiples artículos en prensa durante los 1970 recordando lo inminente de la fecundación in vitro en humanos. Muchos de estos artículos recibieron fuertes críticas por grandes autoridades científicas, como el Premio Nobel James Watson de la Universidad de Harvard que atacó duramente a Edwards. El embriólogo británico Anne McLaren llegó afirmar que «temía que el Dr. Edwards podría ir demasiado lejos y demasiado rápido en su deseo de ser el primero en lograr la fecundación in vitro en humanos; aún así, en su opinión, los bebés producidos en un tubo de ensayo serían un proceso rutinario en los siguientes veinte años.» La prensa aprovechó estos comentarios para divulgar las dudas del MRC sobre el trabajo de Edwards.

Aún así, Edwards y Steptoe continuaron en sus trece y gracias a financiación privada lograron la primera inseminación in vitro. A mediados de 1978, todos los medios se hicieron eco del nacimiento inmediato de Louise Brown. Y la presión de los medios sobre el MRC aumentó después del nacimiento el 25 de julio. Un grupo de trabajo que revisó la investigación (a posteriori) tomó el 26 de octubre la decisión de aprobar científicamente la investigación de Edwards y de calificar la fecundación in vitro como un procedimiento terapéutico sometido a los requisitos éticos estándares entre médico y paciente. Un cambio radical en la política del MRC que reconoció de inmediato todo lo que le había negado a Edwards y a Steptoe. A partir de este momento el MRC se convirtió en un fuente importante de financiación en la investigación con embriones humanos y en la fecundación in vitro. Edwards y Steptoe, contra viento y marea, lograron vencer la oposición del MRC. Edwards siempre se comparaba con Pincus que también tuvo grandes problemas para desarrollar su investigación en la Universidad de Harvard en la década de los 1930. Los valores y el discurso ético son armas de doble filo. Hoy en día nos cuesta comprender los problemas éticos que los revisores del MRC argumentaron en los 1970. Pero hoy debemos alegrarnos de que Edwards, finalmente, ha logrado el tan ansiado y bien merecido Premio Nobel de Medicina.

PS: Os recomiendo la lectura del breve artículo de Maikelnai, «Robert Edwards, el hombre al que miró un blastocisto,» Amazings.es, 04/oct/2010.



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