«Si es difícil motivar al público para leer libros de divulgación, no me quiero imaginar lo que costará que tan solo ojeen uno dedicado al mundo de los parásitos. [Se] han utilizado muchas de las estrategias que clásicamente se vienen empleando en la divulgación de la ciencia (analogías, metáforas, trasposiciones…), pero también otras que habitualmente no aparecen en las páginas de este tipo de libros: cada capítulo comienza con una pequeña historia, cada una escrita con un estilo diferente, que introduzca al lector en el tema que a continuación se va a desarrollar».
Cumple con creces su objetivo el último libro de David G. Jara (@Davidgjara), «El encantador de saltamontes, y otros ensayos sobre la historia natural de los parásitos», Guadalmazán (Sep 2015) [235 pp.]. Fresco, el flamante ganador del premio Prismas Casa de las Ciencias a la Divulgación 2014 en la categoría de ‘Mejor texto inédito’ (que por cierto quedó desierta en 2015), me ha gustado mucho. Historias de ficción, notas de tinte autobiográfico, anécdotas y curiosidades, y ciencia, mucha ciencia.
Un libroque se lee de un tirón y será disfrutado por todos los aficionados a la buena divulgación. David González Jara, doctor y licenciado en bioquímica, es profesor titular en la Universidad Internacional de La Rioja.
El libro consta de seis capítulos, cada uno iniciado con una historia de ficción y dividido en dos o tres secciones. Finaliza con una extensa lista de referencias bibliográficas (citadas en el texto). De la introducción, titulada «No dejar de hacerse preguntas» [pp. 11-14], he extraído el texto que abre esta reseña.
El primer capítulo, «Bichos» [pp. 15-49], se inicia con una breve historia de dos páginas. «Sin duda el año 1350 después del nacimiento de Nuestro Señor será el último que verán nuestros ojos, será el último en el que el ser humano pisará este planeta. [Los] hombres de ciencia, tan eruditos como vanidosos, responsabilizan del mal que nos asola a los astros». Se dedica la primera sección [pp. 19-28] a «el ángel exterminador que diseminaba la plaga por toda Europa, [como] ya se han imaginado, la pequeña pulga. [Con un] viajero clandestino en [su] interior, [una] bacteria llamada Yersinia pestis. [La] bacteria de la peste, al igual que Lord Darth Vader, no siempre fue tan mala».
La segunda sección «Agárrate fuerte» [pp. 29-38] nos presenta a «un enorme ácaro chupador de sangre que se postularía como candidato al título de Miss Bicho Asqureoso. [Porque] ¿no sé si alguna vez habéis intentado matar una garrapata? Ni pisándola, ni aplastándola con un kleenex… ¡Este bicho es inmortal!» David G. Jara nos habla de la Borrelosis de Lyme y de «una inquieta bacteria helicoidal de forma similar a los Risketos que devoran mis hijos llamada Borrelia burgdorferi«.
«Amigos para siempre» [pp. 39-49] se dedica a ese «irritante insecto, que a principios de septiembre vuelve junto a nuestros hijos a retomar sus tareas en el cole, el piojo». O mejor dicho, a los piojos (pues nos afectan varias especies) y a la bacteria Rickettsia prowazeki, que «se encuentra inmersa en una espiral de pérdida de material genético similar a la que aquella antediluviana bacteria que ahora conocemos como mitocondria se sometió hace más de 1.500 millones de años».
Tras una historia de dos páginas, «El hospedador humano» [pp. 51-82], el segundo capítulo, se inicia con unos apuntes personales (que, por cierto, decoran todo el libro). «Allí estaba yo, sentado en la última fila con los ojos más rojos que el tío del anuncio de vispring y unas ganas locas de volver a la cama, revisando el tochazo de apuntes que tenía que fotocopiar y, peor aún, estudiar». Y nos lleva a las hembras de Dracunculus medinensis, que infectan a muchas personas en países tropicales. «Una intensa quemazón [que] incita al enfermo a introducir su extremidad en agua fría [es] lo que necesita la lombriz para expulsar a sus embriones».
«El bicho comecerebros» [pp. 63-68], Naegleria fowleri, nos lleva a «La muerte alada» [pp. 69-78], portador del Plasmodium falciparum, que David aprovecha para hablar de selección natural, y a «¡¡No!!, por favor aquí no» [pp. 79-82], sobre la vinchuca (Triatoma infestans) portadora del Trypanosoma cruzi. El libro presenta detalles muy interesantes sobre la biología de los vectores y sus parásitos, así como sobre la situación actual en el mundo de las enfermedades que provocan.
El tercer capítulo, «Manipuladores de mentes» [pp. 83-126], se inicia con una historia de ficción de cinco páginas sobre zombis (aunque no son humanos sino himenópteros). «El culpable de transformar sanas hormigas en decadentes insectos zombis desprovistos de toda voluntad es un simple hongo perteneciente al género de los Ophicordyceps«. David aprovecha para hablarnos de los fenotipos extendidos, «el comportamiento [que] no es consecuencia de la expresión de [los] propios genes sino de la manifestación de los genes del huésped que lo está parasitando».
«Más difícil todavía» [pp. 103-108] nos presenta al trematodo lanceta (Dicrocoelium dentricum), «El encantador de saltamontes» [pp. 109-114] a un gusano del género Gordius, y «La venganza de Micifuf» [pp. 115-126] al famoso Toxoplasma gondii (sí, el de la toxoplasmosis que las mujeres deben evitar durante el embarazo). Yo no sabía que «los hombres infectados por el toxoplasma presentan unos rasgos de personalidad asociales, mostrándose más introvertidos, [pero] las pautas de comportamiento de las mujeres parasitadas [son] totalmente opuestas, [más] empáticas y extrovertidas». Más aún, «los infectados [de ambos sexos] presentan más del doble de probabilidades de verse implicados en un accidente de tráfico que aquellos que no se encuentran afectados por el parásito». Muy curioso.
«Ladrones de cuerpos» [pp. 127-164], el cuarto capítulo, se inicia con una historia de tres páginas y media. Se dedica a los grillos y las moscas Ormia ochracea que los vuelven mudos en la isla de Kauai. Un buen ejemplo de la evolución darwinista. Aprovecho para comentar que el libro presenta muchas erratas tipográficas (cosas como «todas los días»), que el editor debería haber evitado (aparece alguna cada cinco páginas, más o menos, dificultando la lectura ágil).
«Avispas secuestradoras» [pp. 145-150], «Caracoles con… ¡sorpresa!» [pp. 151-156] y «¡Tienes algo en la lengua!» [pp. 157-164] nos ilustran sobre la gran variedad de estrategias evolutivas que usan los parásitos. También muchas curiosidades para degustar, como que los peces payaso (Amphiprion ocellaris) son hermafroditas (todos nacen machos y solo los más grandes se transforman en hembra). «Un dato que no parecieron tener en cuenta los guionistas de la fantástica película de Pixar Buscando a Nemo. [Mejor] ante la enorme confusión que mostrarían nuestros críos si de repente el temeroso y excesivamente protector papá de Nemo se transforma ante sus ojos en una portentosa mamá que, arrastrada por sus hormonas, en vez de buscar a su hijito perdido fuera como loca detrás de otro macho para que fertilizara sus huevos».
El parasitismo no es cosa solo de animales, también se observa en las plantas. Nos lo ilustra a la perfección el quinto capítulo, «Gorrones vegetales» [pp. 165-182]. El muérdago (Viscum album), nos lleva a la Rafllesia, en «Aquí huele a podrido» [pp. 175-178], y a la Cuscuta en «¡Esa planta me está mirando!» [pp. 179-182]
«Replicantes» [pp. 183-230], el sexto y último capítulo, se dedica a los organismos (que no seres vivos) más simples, los virus. Tras una historia con el virus de la viruela como protagonista, se nos habla de la varolización y de la importancia de la vacunación. El sistema inmune está formado por «Los guerreros del organismo» [pp. 205-216], donde el autor aprovecha para enfatizar el mecanismo de acción de las vacunas. El virus del SIDA (VIH) es el protagonista de «El depredador mutante» [pp. 217-222].Finaliza este capítulo con «Nuevas amenazas» [pp. 223-230], sobre el virus del ébola.
Un estupendo libro que concluye con un buen número de referencias bibliográficas [pp. 231-235], ordenadas por capítulos. Sin lugar a dudas un libro muy recomendable, incluso si no te interesan los parásitos per se. Un premio Prismas muy merecido.
Muchas gracias Francis por tan completa y amable reseña del libro 🙂
Un saludo
David G. Jara
David, tengo pendiente la reseña de tu último libro, pero las dos últimas semanas he estado muy liado y no he podido acabar de leerlo; me queda muy poco, pero sin acabarlo no puedo reseñarlo. Si todo va bien aparecerá el sábado próximo.