«La selección natural es un buscador automático de razones, que «descubre», «respalda» y «se centra en» las razones a lo largo de muchas generaciones. Lo pongo entre comillas para recordar que la selección natural no tiene una mente, no tiene razones por sí misma, pero sin embargo es competente en esta tarea de perfeccionar diseños. Asegurémonos de que sabemos cómo eliminar las comillas. [Las] razones existían mucho antes de que hubiera razonadores. [Hay] competencia sin comprensión. [Las] esponjas hacen cosas por razones, las bacterias hacen cosas por razones, incluso los virus hacen cosas por razones; pero ninguno de ellos posee estas razones, no necesitan poseerlas».
«La biología es ingeniería inversa, y la metodología de la ingeniería inversa está comprometida con consideraciones de optimización. [Al] aplicar ingeniería inversa a un organismo, lo que los biólogos suelen descubrir es algo así como el «código espaguetti» enmarañado e indescifrable de los programadores poco cuidadosos. [Uno] de los distintivos del diseño por selección natural es que está lleno de errores, en el sentido de un programador informático (bugs): fallos que solo se revelan en situaciones muy improbables, situaciones que nunca se dan en los procesos finitos de I+D que completan el diseño y, por tanto, tras generaciones de retoques aún no se han parcheado ni esquivado».
El filósofo Daniel C. Dennett, siempre en la cuerda floja, más hegeliano que nunca, nos ofrece su visión de la conciencia humana desde el punto de la teoría de la evolución en «De las bacterias a Bach. La evolución de la mente», Pasado y Presente (2017) [429 pp.]. Si eres aficionado a la filosofía seguro que has leído alguno de sus libros. Si no lo eres y quieres disfrutar de uno de los pensadores actuales más originales, sin lugar a dudas este libro es el mejor punto de partida para conocer a Dennett. Este libro se acerca a un testamento filosófico, ya que a sus 75 años describe el culmen de las teorías que ha desarrollado a lo largo de su vida. Las primeras cien páginas se leen de un tirón, aunque luego no siempre resulta fácil de leer. Te lo recomiendo si te interesa la visión de Dennett sobre quién realmente eres tú.
El libro está dividido en tres partes, «El mundo, patas arriba», capítulos 1-5, «De la evolución al diseño inteligente», capítulos 6-13, y «Nuestras mentes vueltas del revés», capítulos 14-15. Tras el Prefacio [pp. 9-11], la Introducción [pp. 15-31] se inicia con «Bienvenidos a la selva», el intento del autor de contestar a la pregunta «¿cómo es que hay mentes?». «Nuestro viaje a vista de pájaro» resume el objetivo del libro, explicar la mente al hilo de la teoría de la evolución. Dennett nos recomienda leer el libro Yo soy un extraño bucle (2007) de Douglas Hofstadter, «conducirá a vuestra imaginación por una montaña rusa y descubriréis muchas verdades sorprendentes». Descartes protagoniza «La herida cartesiana», que nos lleva a «La gravedad cartesiana», «irresistible cuando se acerca tanto a la superficie del planeta Descartes».
Dennett nos «plantea los procesos evolutivos como procesos de diseño, [pero] esta perspectiva adaptacionista, o de ingeniería inversa, se ha visto envuelta por unas sospechas inmerecidas; tal como veremos, al contrario de la creencia generalizada, el adaptacionismo continúa sano y salvo dentro de la biología evolutiva». Y así llegamos al capítulo 2, «Antes de las bacterias y antes de Bach» [pp. 33-40], que se inicia con «¿Por qué Bach?». Sin pelos en la lengua, se afirma que «no ha habido ningún supergenio femenino, todavía. ¿Qué es lo que podría explicar esta situación? [Los] genes pueden explicar las capacidades animales básicas, pero no pueden explicar la genialidad. [La] evolución cultural es tan «autor» de nuestros logros más espectaculares como lo pueda ser cualquier gran pensador».
«El mundo prebiótico como una partida de ajedrez» nos ofrece el punto de vista de Dennett sobre el origen de la vida desde la perspectiva de la ingeniería inversa . «Hasta la aparición de sistemas que pudieran denominarse estrictamente sistemas reproductores, los procesos en marcha eran solo protoevolutivos, semidarwinianos, análogos parciales de la evolución por selección natural. [Como] dijo Francis Crick, enunciando lo que llamó la Segunda Regla de Orgel, «la evolución es más lista que tú»».
El capítulo 3, «Sobre el origen de las razones» [pp. 41-57], se inicia rotundo con «¿Muerte o resurrección de la teleología?», sobre el telos proscrito por Darwin. «La evolución por selección natural no es, por sí misma, algo diseñado. [Una] aparente paradoja: por un lado, son procesos ciegos, sin sentido, sin objetivos; pero, por otro lado, generan una abundancia de entes diseñados, muchos de los cuales son competentes artesanos [y] unos pocos incluso llegan a ser diseñadores y constructores inteligentes: nosotros». Tras «Los diferentes sentidos de «por qué»» llegamos a «La evolución del «por qué»: del «cómo es que» al «para qué»», finalizando con la generación de patrones en «Creced y multiplicaos».
«Dos extrañas inversiones del razonamiento» [pp. 59-77], el cuarto capítulo, se inicia con «El hechizo que rompieron Darwin y Turing», donde el autor se moja y afirma que «mientras Darwin descubrió la evolución por selección natural, Turing inventó la computadora (y subrayo la diferencia entre descubrió e inventó). [Si] la competencia sin comprensión es tan y tan fecunda (capaz de diseñar un ruiseñor, por ejemplo), ¿por qué necesitamos comprensión? (capaz de diseñar odas a ruiseñores y computadoras). ¿Por qué y cómo apareció en escena la comprensión al estilo de los humanos?».
En computación la comprensión (semántica) viene descrita por una ontología. Dennett nos lo recuerda en «Ontología y la imagen manifiesta» que le lleva al concepto de algoritmo en «El ascensor automatizado» y a «Los diseñadores inteligentes de Oak Ridge y de la GOFAI» (Good Old-Fashioned Artificial Intelligence). «Antes de Darwin [el] diseño sin un diseñador inteligente se juzgaba imposible. [La] extraña inversión del razonamiento de Darwin y la inversión de Turing, igualmente revolucionaria, son aspectos de un mismo descubrimiento: la competencia sin comprensión».
El capítulo 5, «La evolución de la comprensión» [pp. 79-100], finaliza la primera parte. «Animales diseñados para ocuparse de ofrecimientos» se inicia con una curiosa pregunta: «Si aterrizarais en un planeta lejano y estuvierais buscando señales de vida por una orilla, ¿qué os entusiasmaría más, una almeja o un rastrillo para almejas? [Así] podemos ver cuán extraña y radical es [la] inversión: se trata de un proceso sin diseñador inteligente que puede crear diseñadores inteligentes que pueden diseñar cosas que nos permiten comprender cómo un proceso sin diseñador inteligente puede crear diseñadores inteligentes que pueden diseñar cosas».
Por supuesto, acaba apareciendo el «concepto del Unwelt de un organismo, el entorno conductual formado por todas las cosas relevantes para su bienestar. En «Animales superiores y sistemas intencionales: el surgimiento de la comprensión» Dennett afirma que «para comprender las plantas y las bacterias, las antropomorfizamos. No es ningún pecado intelectual; es correcto denominar comportamiento a sus acciones, atribuir a los organismos tales competencias y explicar su existencia señalando motivaciones que tienen en cuenta las ventajas [que] obtienen en su lucha por la supervivencia. [El] único desliz es atribuir comprensión al organismo o a sus partes». Por supuesto, hay «Diferentes grados de comprensión» (decorado con la famosa fórmula de Einstein) donde Dennett introduce las criaturas darwinianas, skinnerianas, popperianas y gregorianas (solo los humanos somos de estas últimas).
La segunda parte se inicia en el capítulo 6, «¿Qué es la información?» [pp. 103-128]. Tras «Bienvenidos a la era de la información», entramos en el grano con «¿Cómo podemos caracterizar la información semántica?». «¿De dónde procede toda la información del ADN? [Procede] de la transformación del ruido en señal, a lo largo de miles de millones de años en un proceso gradual, sin propósito, sin milagros». En «Secretos comerciales, patentes, derechos de autor y la influencia de Bird en el bebop» nos dice Dennett que «a veces sugiero a mis estudiantes que la evolución por selección natural no es nada más que un «plagio universal»: si te sirve de algo, cópialo y úsalo».
El séptimo capítulo, «Un entreacto de espacios darwinianos» [pp. 129-140], no me ha gustado demasiado; el autor nos introduce «Un nuevo recurso de pensamiento sobre la evolución» que le lleva la «Evolución cultural: la inversión de un espacio darwiniano». El octavo capítulo, «Cerebros formados por cerebros» [pp. 141-162] se inicia con «Computadoras de arriba abajo y cerebros de abajo arriba» (título que se entiende mejor en inglés «Top-down computers and bottom-up brains«). Tras «Competición y colaboración en el cerebro», donde aparece la frase retórica «los cerebros están vivos; las computadoras, no», llegamos a «Neuronas, mulas y termitas», donde se afirma que «igual que las mulas, las neuronas tienen padres, pero son estériles, de modo que su bien supremo es mantenerse con vida en su nicho desdarwinizado».
«¿Cómo recoge el cerebro los ofrecimientos?» nos aclara que «el Unwelt del organismo se rellena mediante dos procesos de I+D: la evolución por selección natural y algún tipo de aprendizaje individual». El aprendizaje profundo, tan de moda, aparece por primera vez en el libro. «La ciencia cognitiva [responde] a cómo el cerebro recoge y usa la información semántica disponible: la codificación predictiva jerárquica bayesiana (Hinton 2007 y Clark 2011). [Clark aventura que] las mentes animales son máquinas bayesianas de expectativas que se basan en las probabilidades extraídas de las impresiones pasajeras para guiar su comportamiento. [Las] mentes animales son colonias de termitas, no diseñadores inteligentes». Lo que nos lleva a «¿Neuronas salvajes?» donde Dennett introduce el gran protagonista del resto del libro, los memes.
En el capítulo 9, «Palabras y evolución cultural» [pp. 163-186], el autor afirma que las palabras son el mejor ejemplo de meme. «La evolución de las palabras», donde se presentan los árboles glosogenéticos (análogos a los árboles filogenéticos de los biólogos), nos lleva a «la idea de que las lenguas evolucionan, de que las palabras de hoy son, de algún modo, descendientes de las palabras del pasado». «Una mirada más atenta a las palabras» nos lleva a «¿Cómo se reproducen las palabras?». Así llegamos al breve décimo capítulo, «El punto de vista de los memes» [pp. 187-199], que se inicia con «Palabras y otros memes». «Los memes son información semántica, diseños que vale la pena robar o copiar. [Las] palabras son el mejor ejemplo de memes». Pero, «¿Qué tienen de bueno los memes?»
«Problemas con los memes: objeciones y réplicas» [pp. 201-224], el capítulo 11, trata de contestar a los críticos al concepto de meme. «¡Los memes no existen!», «Los memes son discretos y transmitidos con fidelidad. El cambio cultural, no», «Los memes, a diferencia de los genes, no tienen alelos con los que competir en un locus» y «Los memes no añaden nada a lo que ya sabemos sobre la cultura» nos llevan hasta «La pseudociencia de la memética no es predictiva». Quienes hayan leído a Dennett, o incluso sobre memética, conocerán estas críticas y se imaginarán las respuestas del autor. «Los memes no pueden explicar los rasgos culturales; las ciencias sociales tradicionales, sí» y «La evolución cultural es lamarckiana» finalizan estas respuestas a los críticos. Por cierto, me ha resultado un poco aburrido, por reiterativo, este capítulo.
El capítulo 12, «Los orígenes del lenguaje» [pp. 225-252], se inicia con «El problema del huevo y la gallina» y finaliza con «Los tortuosos caminos hacia el lenguaje humano». También me ha aburrido este capítulo, así que me limitaré a destacar un detalle curioso de la edición. El libro no tiene figuras en color, siendo sustituidas por códigos QR que llevan a un fichero PDF en la web [este]; una buena medida para ahorrar costos en la edición. «A medida que aumentaba la competencia lingüística, no solo se aceleró la evolución cultural, sino que el propio proceso (de evolución cultural) pudo evolucionar hacia algo menos darwiniano, menos de abajo arriba, lo que allanó el camino a la comprensión de arriba abajo, uno de los frutos más recientes del árbol de la vida, y al inicio de la era del diseño inteligente».
«La evolución de la evolución cultural» [pp. 253-295], el capítulo 13 que finaliza la segunda parte, empieza con «Unos inicios darwinianos» y nos lleva a «Las motivaciones flotantes de la comunicación humana». Como no, el gran protagonista es el filósofo del lenguaje H. P. Grice. «Usando nuestros recursos para pensar», «La era del diseño inteligente» y «Pinker, Wilde, Edison y Frankenstein» mezclan ideas de la ingeniería informática con la evolución de la cultura. Me ha resultado curioso «Bach como hito del diseño inteligente», donde Dennett contesta a la pregunta: «¿por qué ha habido tan pocas mujeres genios famosas? ¿Se trata de los genes, de los memes o de una mezcla de ambos? Nuestra privilegiada perspectiva actual nos sugiere que la respuesta estará más en las características culturales que en la corteza cerebral». Finaliza el capítulo y esta parte con «La evolución del entorno selectivo para la cultura humana».
La tercera parte se inicia en el capítulo 14, «La conciencia como una evolucionada ilusión de usuario» [pp. 293-329]. «Por fin estamos listos para juntar todas las piezas y examinar la conciencia humana como un sistema de máquinas virtuales que han evolucionado, memética y genéticamente, para tener papeles muy especializados en el »nicho cognitivo» que nuestros ancestros han construido a lo largo de milenios», una larga frase que resume muy bien el contenido del libro y que abre «Una mente abierta acerca de las mentes». No esperes que «¿Cómo consiguen los cerebros humanos una comprensión «global» a partir de competencias «locales»?» te ofrezca ninguna teoría de la conciencia, Dennett es un filósofo, no un neurocientífico. «Nuestro pensamiento es posible gracias a una máquina virtual formada por máquinas virtuales formadas por máquinas virtuales» es decir tanto como no decir nada (y sigue la moda de poner al aprendizaje profundo en primer plano).
«¿Cómo se nos hizo manifiesta nuestra imagen manifiesta?» nos habla del «uno mismo» (la autoconciencia). «¿Por qué experimentamos las cosas del modo en que lo hacemos?» y «La extraña inversión del razonamiento de Hume» nos llevan a los qualia. No me convence Dennett, no creo que tenga respuestas que convenzan a muchos en estas cuestiones. Aún así se lee fácil y te hace pensar, la gran labor de los filósofos. «Una raya roja como un objeto intencional» y «¿Qué es la gravedad cartesiana y por qué se mantiene?» nos lleva a que «la conciencia humana es diferente a todos los otros tipos de conciencia animal, en el sentido de que, en buena parte, es un producto de la evolución cultural, que instala una abundancia de palabras y demás recursos de pensamiento en nuestros cerebros».
Finaliza la tercera parte y el libro con el capítulo 15, «La era del posdiseño inteligente» [pp. 331-366]. «¿Qué límites tiene nuestra comprensión?» nos presenta «la idea de la comprensión distribuida o compartida». ««Mira, mamá… ¡sin manos!»» anticipa que la inteligencia artificial podría acercarse a la humana. «La estructura de un agente inteligente» ofrece una idea que comparto, que «el aprendizaje profundo (hasta el momento) identifica y distingue, pero no se da cuenta«. En mi opinión, aunque no sabría decir si también en la de Dennett, el aprendizaje profundo como ahora lo concebimos no nos llevará a inteligencias artificiales conscientes.
«¿Qué será de nosotros?» nos remarca una carta abierta de Douglas Hofstadter a un estudiante que trabaja en Google, de la que destaco: «Quiero que las máquinas sean fiables y mecánicas, no que estén siempre desviándose de lo que yo les pido que hagan. La presunta «inteligencia» de las máquinas puede ser útil de vez en cuando, pero también puede resultar muy contraproducente e incluso perjudicial». Por supuesto, debes leer las varias páginas finales del libro que discuten esta idea y no considerar que este extracto representa la opinión de Dennett (y quizás tampoco la de Hofstadter).
«Por fin en casa» finaliza con cierto tecnooptimismo: «Si nuestro futuro sigue la senda de nuestro pasado (una cosa que, en parte, depende de nosotros), nuestras inteligencias artificiales continuarán dependiendo de nosotros a medida que nosotros, cautelosamente, nos volvemos más dependientes de ellas». Amén.
Finaliza el libro con un Anexo con algunas aclaraciones puntuales, llamado «Algunos antecedentes» [pp. 367-376], el listado de «Notas» [pp. 377-393], la extensa «Bibliografía» [pp. 393-412], el glosario o «Índice alfabético» [pp. 413-425], el «Índice de ilustracoines» [p. 426] y el «Índice» [pp. 427-429]. En resumen, si ya conoces a Dennett, te gustará este libro y, si no lo conoces, será una buena puerta de entrada a sus ideas siempre frescas.
Aun cuando Dennett es el mejor de su generación como filósofo de la mente, gracias a haber estado siempre atento a los avances científicos, y por lo tanto alejado de conceptos tan tontorrones como zombis o qualia, NO ha conseguido desembarazarse de las anticuadas definiciones de conciencia y libre albedrío del siglo XX, que al mezclarse con los avances en neurociencia y computación actuales, nos tienen anclados en dos puntos de vista opuestos, extremos y absurdos, o que tomas las decisiones conscientemente (falso) o si no, vas en plan piloto automático (falso también).
Dennett es cojonudo, ha ido siempre y va (me falta leer este último libro) en la dirección correcta, pero ya NO es “uno de los pensadores actuales más originales”, no es verdad, Francis, fijémonos en otros pensadores que también están haciendo los deberes en ciencia, como Thomas Metzinger por ejemplo. Estamos en el siglo XXI.
Hoy la ciencia sabe que tomamos las decisiones antes de ser conscientes de ellas, y también podemos, en laboratorio, engañar a la mente para simular situaciones extra corporales, o hacer creer a un sujeto que su cuerpo es otro. Sabemos que tendremos IA que tomará decisiones gracias a todo el entramado de software no controlable ni por nosotros ni por la propia IA que lo posea….Por lo que la ciencia nos está diciendo a gritos que el libre albedrío, de existir, no es a nivel consciente, no somos nuestra conciencia, pero no por ello vamos por ello en piloto automático, porque somos la globalidad, y la consciencia es un intermediario, un parámetro de entrada buenísimo de nosotros mismos y nuestro entorno, que es genial para la toma de decisiones a nivel interno…
Dennett siempre hace malabarismos para intentar que la conciencia sigamos siendo únicamente nosotros, pero al tiempo, donde no se tomen las decisiones, y siempre acaba trasquilado, porque no sale del siglo XX.
Señores, siglo XXI; ya está bien de IA fuerte y suave, de cuántica en la conciencia, de qualia, de zombis, de determinismo laplaciano, de que si de libre albedrío en conciencia o si no eres un autómata, y demás chorradas…
Gracias, Pedro, por la aclaración.
No veo cómo el paso del siglo XX al XXI puede solucionar el problema de los qualia. Parece que os es más cómodo obviarlos como «problema de antes del 2000». De hecho, es el único punto en el que nunca he conseguido seguir a Dennett.
Pues porque no hay respuesta desde esa perspectiva. Tan solo queda mirar para otro lado y no reconocer que el problema está encallado y así seguirá porque tienen un problema de base. Es como pretender explicar la semántica a través de la gramática. No se puede. Es ese viejo sueño imperialista y bastante totalitario de la Ciencia Unificada, desde Parménides a Russell, todos con la misma cantinela que han de abandonar si tienen un mínimo de coherencia. Y Dennet es un cartesiano de manual, como lo es el señor Mascarós. Lo de llamarlo Hegeliano es de risa, oiga que Dennet está en Descartes pero lisiado, con la única pata de la res extensa. Como Churchland y otros que en vez de dedicarse a hacer ciencia pretenden hacer filosofía, aunque bastante caduca. En fin.
Estoy básicamente de acuerdo en lo que dice Pedro en el comentario anterior. Sin querer ofender a los filósofos y los amantes de la filosofía es evidente que esta disciplina cada vez tiene menos valor para explicar el mundo que nos rodea incluidos nosotros mismos. Además, muchas veces los «filosofetes» en vez de ayudar a comprender lo que consiguen es crear más confusión utilizando conceptos y «etiquetas» poco claras y sin apenas base científica. El problema es que la mayoría de filosofetes no tienen ni puñetera idea de ciencia. Para tratar de comprender la mente humana necesitas tratar con neurocientíficos, biólogos, informáticos, psicólogos evolutivos, químicos y matemáticos no con filosofetes. Está claro que nadie sabe aún como funciona el órgano más complejo del Universo conocido, sin embargo, ya sabemos bastantes cosas. Mientras nosotros hacemos cosas conscientemente nuestro cerebro hace millones de cálculos inconscientemente: procesa la información de los sentidos y elabora rápidas respuestas a esta enorme cantidad de información. Si tuviera que hacer esto conscientemente la respuesta sería mucho más larga. Por ejemplo, el cerebro procesa inconscientemente las distintas frecuencias de la luz que llega a las células de la retina y las interpreta, las «interioriza» como diferentes colores. Probablemente un proceso similar de «interiorización» sucede con los sabores, los olores y lo que interpretamos como sentimientos o emociones.
El cerebro simula la realidad como lo haría un computador y realiza inferencias bayesianas a medida que «entrenamos» el simulador. Nadal es mejor que tu jugando al tenis porque su simulador está mucho más entrenado que el tuyo para esta tarea. El deporte premia a los individuos con un simulador más entrenado. Probablemente la «calidad» del simulador tiene un factor genético lo que explicaría la diferencia entre individuos con entrenamiento similar y las diferencias entre el simulador de los hombres y las mujeres: ciertos estudios indican que estas tienen unas capacidades de visión espacial algo inferiores a las de los hombres lo que se traduce en menor destreza para conducir, jugar a los dardos, o pilotar un avión. En resumen no hay ninguna paradoja ni conflicto en tener una parte consciente y una «automática», de hecho, probablemente la primera surge como un proceso emergente de la acción de la segunda y más concretamente de la acción del «simulador».
Respecto al tema de las diferencias entre hombres y mujeres creo que ya está bien de decir estupideces y mentiras politicamente correctas para quedar bien con colectivos feministas y «progesistas», la ciencia debe decir la VERDAD y tratar de explicar LA REALIDAD, no decir lo que los incultos grupos sociales de turno quieren oir. La evolución ha creado diferencias genéticas importantes entre hombres y mujeres (a ver si las feministas radicales estudian genética y evolución de una puñetera vez) y esto se debe fundamentalmente a los diferentes roles de unos y otros a lo largo de miles de años, en el fondo, las diferencias están en la diferencia de tamaño y movilidad de los gametos de hombres y mujeres (de esto los hombres no tenemos la culpa a no ser que pensemos que la evolución es machista 🙂 Las mujeres, en general, de media, están más interesadas, por motivos evolutivos, en las relaciones humanas que en como funcionan las cosas por dentro. Esta es la verdadera explicación de porque hay menos mujeres interesadas en ciencia especialemente en Física y Matemáticas. ¿Tan difícil es esto de entender? ¿De verdad tenemos que recurrir a estúpidas historias para explicar algo tan evidente? (Había incluso un estudio de una «científica» que afirmaba que los hombres son mejores en ciertas cuestiones como el tiro parabólico por que están más familiarizados al orinar de pie).
Por último me gustaría destacar algo interesante: la evolución ha «aprovechado» las oportunidades que le permiten las leyes de la física para ir «construyendo» organismos pluricelulares cada vez más sofisticados y por tanto, mejor adaptados: se utiliza la información que portan ondas de distanta frecuencia para poder oir (como la onda portadora de la radio-televisión), se utilizan ultrasonidos para poder orientarse y poder volar, la información de la luz para ver, la información de determinadas moléculas en el aire para poder oler, la información de las moléculas más energéticas para producir la sensación de «buen gusto»., etc. ¿Como poder procesar de forma óptima toda esta información? La respuesta está clara: con un potente computador, nuestro cerebro es un eficiente microcomputador de lógica cableada que utiliza billones de conexiones neuronales para funcionar. La naturaleza inventó el computador miles de años antes que nosotros ¿No es increíble? También parece claro que si la naturaleza lo ha conseguido la ciencia también puede lograrlo e incluso mejorarlo la pregunta es ¿De verdad queremos crear seres conscientes de forma artificial? Esta claro que algo asi debe ser controlado aunque parece que aún estamos bastante lejos de lograr algo así. Sea como sea una cosa está clara: la ciencia (con hombres, mujeres, máquinas o extraterrestres) avanzará imparable en la tarea de entender nuestro Universo y todo apunta a que este es totalmente diferente de lo que nuestros sentidos y nuestra intuición nos quieren hacer ver…
Vaya, aprovechemos la revisión de un libro para meter una cuñita machista (sí, porque lo contrario al feminismo es el machismo). Pero metámonos sólo con el feminismo “radical” (con el “moderado” sí que estamos de acuerdo), ese que practican un par de locas iletradas que no saben nada de evolución y biología (o por lo menos no tanto como los machistas), y que no terminan de entender que todo esto de los techos de cristal, de la educación, de los sesgos sexistas, etc. ya lo explicó Mendel hace años cruzando guisantes, pero que igualmente lo podemos aplicar a la especie humana. Esto de que las mujeres (salvo la señora Curie, la excepción que confirma la regla) al parecer no estén “interesadas” en ciencia debido a la diferencia de movilidad y tamaño de los gametos (faltó que el Sr. Planck nos indicara la referencia del paper de Nature en cuestión), que sería igualmente válido para explicar por qué los negros (los más “radicales” sólo) son todos una panda de gandules debido a su mayor contenido en melanina, lo que les permite estar más tiempo tumbados al sol. Triste que el autor de este excelente blog no haya borrado el discursito falaz y machista del Sr. Planck.
A ver, yo no he dicho que las capacidades y aptitudes de las mujeres sean inferiores a las de los hombres solo he dicho que son DIFERENTES. Yo no he dicho que las mujeres tengan peores capacidades que los hombres para la ciencia solo digo que (de media) la ciencia NO LES INTERESA tanto como otras disciplinas basadas en humanidades o relaciones personales. Echar la culpa de este hecho a los hombres, a los padres, a los profesores, al PP o a que los hombres orinan de pie es estúpido. Tachar una hipótesis científica (o un hecho científico) de machista solo porque a mi no me gusta no es una actitud científica sino una actitud autoritaria y sectaria. Por cierto yo no me considero una persona machista en el sentido en que nunca he discriminado (que yo sepa) ningún trabajo u opinión de ninguna persona por ser hombre, mujer, asiático o afroamericano y por supuesto todos debemos tener los mismos derechos y obligaciones. Lo que critico es la patética moda de negar las diferecias naturales de género para contentar a ciertos grupos sociales o a inventarse estupideces del calibre de la «ideología de género»: cualquiera que piense que un niño es un niño porque sus padres le han educado para ser niño y viceversa o es un estúpido o es un ignorante de categoría máxima. Como dije anteriormente, probablemente sobran asignaturas inútiles y faltan otras esenciales como una de genética y evolución. Un saludo.
Tu comentario no es solo machista sino que es erróneo desde un punto de vista científico. Intentar defender el supuesto interés por la ciencia en base a diferencias genéticas entre hombres y mujeres es falaz desde el minuto uno. Se trata de un problema social, cultural y de educación. La “verdadera” explicación de porqué las mujeres no están interesadas en ciencia (falso), ni en cómo funcionan las cosas por dentro (salvo el palo del escobillón, claro) no tiene nada que ver con el tamaño y movilidad de los espermatozoides y óvulos. Esta especulación es simplemente de risa, por no decir peligrosa, dado que suena a supremacía de raza, color y/o sexo, esa ideología que tanto se ha utilizado perversamente a lo largo de la historia para justificar la esclavitud, el nazismo, o enfundar a las mujeres en un burka. Todo esto que quieres justificar de forma torticera basándote en la genética y la evolución se explica fácilmente de la siguiente forma. Gracias a personas como tú, con tus prejuicios, una mujer se cruzará algún día contigo en un puesto de decisión e intentarás que desvíe su carrera a “cosas de mujeres”, ya sabes esas que tienen que ver con las relaciones humanas: enfermera, azafata, camarera de hotel… Nos lo cuenta en primera persona el divulgador negro Neil deGrasse Tyson en este video https://www.youtube.com/watch?v=z7ihNLEDiuM. Pero mi comentario no iba dirigido a ti, del que no esperaba una rectificación, sino al autor y moderador de este blog magnífico, que por omisión permite que con tus comentarios se insulte a las muchas mujeres que están interesadas en ciencia y siguen su web. No nos perdemos nada si no leemos tu perorata insultante y falsa; no supone un debate ni científico ni de ningún tipo y, dado que es degradante para las mujeres, debería ser eliminado. Ah, y por cierto, soy hombre y orino sentado. El tiro parabólico, salvo a la línea de flotación, nunca fue lo mío.
Ya sabía yo que al final la culpa iba a ser mia 🙂 Negar que hombres y mujeres tenemos diferentes preferencias y formas de pensar de forma innata es como negar la existencia de las nubes o el sol, hasta un niño pequeño se puede dar cuenta de ello. Solo una mente ignorante o carcomida por las ideologías o los prejuicios puede negarlo. Tu actitud hacia una posible explicación científica de un hecho innegable es muy tolerante y productiva: como no encaja con lo que tu deseas es falso y hay que eliminarlo, esa si es una actitud sectaria y fascista.
PD: Francis, como lo último que quiero ensuciar tu blog con hilos que no conducen a ningún lado puedes borrar si quieres todos mis comentarios en este post.
Yo creo que el verdadero problema en los países desarrollados, no lo es tanto el prejuicio por sexo en lo laboral, si no el que tienen aquellos chicos y chicas que les gustaría dedicarse a las humanidades, enfermería, hostelería..etc y tienen que escuchar eso de «pero chica/o, con los lista/o que tú eres, ¿cómo te vas a dedicar a eso?»
Si no quieres ser de ingeniero para arriba, tienes un problema, especialmente si eres chica, porque parece que estás dándole la razón al contubernio machista de los hombres.
Es importante que los científicos estudien Historia de la Teoría Feminista, que tengan conocimientos de derechos humanos. La ciencia masculina (me refiero con esto a impulsadas por intereses como: dominar, guerrear, etc, etc) nos llevará al desastre y la destrucción. Claro que las mujeres nos intersamos más por seres humanos y los varones, por cosas. Casualmente somos la fábrica de seres humanos. Esto lo lleva mal el machismo, acomplejado y luchando por inventar artefactos a cual más mortífero (prácticamente todas las ciencias y tecnologías sirven a la industria bélica). En los países androcéntricos, patriarcales, sin democracia, donde los valores femeninos no cuentan, esos gobiernos con armamentos del siglo XXI y mentes medievales nos van a llevar al desastre. De qué sirve inventar artefactos (mira el caso de la bomba atómica) sin ética… ¿De perfeccionar la industrialización de la muerte que traen estos simios tecnológicos? A ver si estudiamos un poquitín los derechos humanos (la gran «novedad»· es que ahora los derechos de las mujeres también son derechos humanos, hasta ahora eran solo los de los hombres. Se llaman «feminismo». La estupidez y arrogancia del varón es un tema de estudio importante. Sin valores que protegen a los seres vivos y el planeta.. de qué sirve tanto invento? Mujeres en el planeta de los Simios, el problema es que el simio ha inventado la metralleta. Hay que j…drse.
Sustancialmente estoy bastante de acuerdo con Mascarós y con Planck. Cuando en el diseño de los prototipos de inteligencia artificial acudimos a las redes neuronales y al «aprendizaje profundo» muchos se rasgan las vestiduras porque no se conoce a fondo lo que ocurre en lo que se ha dado en llamar la la «caja negra», cómo la superposición de capas neuronales procesa los datos de entrada y las respuestas de salida. Pero lo cierto es que todos llevamos una «caja negra» en nuestro cerebro, y no sabemos cómo funciona, y cada cual puede juzgar como nos va. Sin embargo, la evolución ha dispuesto de varios millones de años para modelarla y nosotros tan solo llevamos algunos años para conocer este insondable mundo. Por eso no me parecen nada descabelladas las hipótesis de ciencia ficción que se plantean sobre la inteligencia artificial y el futuro de la humanidad. Solo hace falta tiempo.
En el otro aspecto, en el debate consciente-inconsciente-seres humanos-inteligencia artificial-futuro pienso que para entender cómo se posiciona cada uno es necesario tener clara una cuestión: ¿qué es lo prioritario, la permanencia y expansión por el universo de los seres orgánicos, o de los seres humanos, o de lo que se trata es de la expansión de la «inteligencia» por el universo? ¿sería factible un universo inteligente donde los seres que lo habiten, en un remoto futuro, fueran partícipes de sus leyes?
Vaya Vicenta, profunda reflexión! y eso que, si eres mujer, tienes los gametos pequeñitos. Planck estará confuso.
Efectivamente, Vicenta hizo una buena y profunda reflexión pero te equivocas en algo: si es mujer tendrá los gametos grandes (los de los hombres son más pequeños). Un gameto no es un dedo del pie 🙂
Thomas Nagel comparte tu insatisfacción con los capítulos dedicados a la consciencia:
http://www.nybooks.com/articles/2017/03/09/is-consciousness-an-illusion-dennett-evolution/
La ciencia y la filosofía no son la misma cosa. Esta afirmación tan evidente no está en la mente de todos los científicos ni de todos los filósofos. Algunos científicos creen que todo lo que dice la ciencia es cierto, asimilando verdad científica con verdad absoluta. Algunos filósofos creen que todo es opinable y que toda verdad científica es solamente susceptible de ser creída. Quizá a estos últimos filósofos es a los que por ahí arriba se refieren como «filosofetes», como si no existieran «cientifiquetes»
Se puede hacer ciencia y se puede hacer filosofía independientemente de que se sea filósofo o científico. De hecho, si no fuera por la filosofía y por los filósofos, el hombre nunca se habría preguntado por la consciencia, por ejemplo, y Libet no habría realizado sus famosos experimentos de acerca de la libertad de decisión. Si no cuestionáramos, con criterio, las cosas que damos por ciertas, seguiríamos intentando trepar a los hombros del primer gigante.
Por otra parte, es cierto que Dennet es un filósofo del siglo XX, no del XXI, pero no es menos cierto que Darwin es un científico del XIX, lo que no le hace ni más ni menos actual.
Emilio, nadie ha acusado a Dennett de ser un filósofo del siglo XX, solo de no haber conseguido despegarse de ideas del siglo XX, pero por supuesto, Dennett podría seguir en lo cierto, la mente es un tema que aun no ha sido finiquitado.
Cuando Plank habla de filosofetes, se refiere a los filósofos que pretenden resolver problemas de la naturaleza; por supuesto que la filosofía es básica, pero si me permites, haré lo que Vicenta te pide, y la respuesta es que la filosofía provee de base a la ciencia (la ciencia es realista por ejemplo, empírica en su gran mayoría de especialidades, hay una actitud…etc etc lease a Bunge para estas cosas) pero sus logros en la adquisición de conocimiento sobre la realidad es muy escasa, por no decir, nula, lo cual no es ni malo ni bueno; simplemente no es ciencia.
En fin, Mascarós, si como afirmas «sus logros en la adquisición de conocimiento sobre la realidad es muy escasa, por no decir, nula» no se me ocurre que base puede aportar a la ciencia que esta no consigue si apoyarse en ella. Si pensamos que hoy, en pleno siglo XXI, desapareciera en un acto de imaginación esa disciplina, de qué manera se resentirían las Facultades científicas universitarias, sus programas, sus asignaturas, sus laboratorios, etc., creo que ni un ápice. Luego, ¿qué base es la que aporta para poder desarrollar la ciencia?. ¿No es esa afirmación una reminiscencia del pasado?
No, no, Vicenta, del pasado no, de ahora. La ciencia tiene una filosofía de base, lo que se llama «Filosofía de la ciencia» que es una rama importante y necesaria, pues nos dice cómo funciona la ciencia. Por ejemplo, la ciencia es «Realista», es decir, no se cuestiona si existe una realidad ahí fuera a la que atendemos con nuestros sentidos y aparatos de medida. Hay disciplinas que utilizan el método «Hipotético deductivo» otras que usan el «Inductivo deductivo», la cuántica, por ejemplo abusa a veces del «A priori deductivo»…etc, Las ciencias fácticas son empíricas, no lo son las formales…etc..Esto es filosfía de la ciencia
Los filósofos de la ciencia nos enseñan, por ejemplo, que no podemos aunar un solo método científico para todas las especialidades, que no existe realmente «El método científico» como tal, sobre todo cuando las matemáticas y la geología entraron dentro de las ciencias, y la aparición de la mecánica cuántica, pero sí, una «Actitud científica» que aúna una serie de actitudes que comparten todos los científicos, y que por ejemplo no lo tiene la pseudociencia o las religiones.
Un filósofo de la ciencia, como por ejemplo Mario Bunge, por citar a alguien muy conocido, puede decirte perfectamente bien en qué se diferencia una ciencia emergente de una pseudociencia consolidada, algo que no es tarea baladí aunque a bote pronto te pueda parecer sencillo.
Es decir, sin filosofía, es imposible hablar de la ciencia; siempre estamos filosofando.
Cuando los amantes de la ciencia nos metemos con los filósofos, nos metemos con aquellos que pretenden resolver problemas de la naturaleza en su sillón, y se la trae al pairo lo que la naturaleza tiene que decir.
Dennett es un buen filósofo de la mente, por que se atiene a lo que la ciencia tiene que decir; mi crítica iba encaminada a que no está, desde mi punto de vista, sacando las conclusiones adecuadas con lo que nos dice la ciencia.
La filosofía es importante, Vicenta.
Hola Mascarós,. Todo lo que tú dices que nos puede enseñar un filósofo de la ciencia, lo puede realizar perfectamente un científico. O es que para distinguir o explicarla la distinción entre ciencia y pseudociencia tiene que venir un filósofo de la ciencia a decírnoslo. Hay excelentes páginas que se dedican a eso dirigidas por científicos, aunque muchas veces ni siquiera sería necesario esa cualificación. La mayoría de los filósofos de la ciencia que conozco (hay algunas excepciones como Jesús Mosterín, por ejemplo, recientemente fallecido, o Quintanilla), que la mayoría de las ocasiones se dedican a realizar ataques furibundos contra la ciencia, aplicando unos estándares de ciencia infusa de la que parecen estar dotados. En conclusión, esa actividad que tú le otorgas a los filósofos de la ciencia, y que a mí me parece innecesaria, la pueden realizar perfectamente los científicos y de hecho la realizan, en los debates en congresos y en revistas especializadas y de divulgación, ademas de lo que transmiten en los medios habituales de comunicación.
Un saludo.
Vicenta, ¿Y quien ha dicho que no lo puede hacer un científico? Mario Bunge ha sido físico teórico. Pero, tanto hacer ciencia de calidad, como investigar cómo funciona, requiere mucho tiempo y esfuerzo, por lo tanto no podemos pedirles a los científicos que investiguen en sus especialidades y que al mismo tiempo anden investigando el funcionamiento de la ciencia…
Dices que la filosofía de la ciencia es innecesaria…. madre del amor hermoso… ¿Con qué criterios puedes decir que la homeopatía no es una ciencia emergente??, ¿pero quienes crees que se dieron cuenta primero que la teoría de cuerdas no era tal, si no un marco teórico, y han sabido convencer a los físicos de parar un poco los pies a los amantes de la deriva matemática sin posibilidad empírica?? ¿¿Cómo crees que consiguió despegarse de sus prejuicios previos, S Jay Gould para dar con el equilibrio puntuado en biologia de la evolución??
Me parece E. Cáceres, que tu comentario sería mucho más eficaz si hubieses acompañado tu comentario con tu opinión sobre cuál es el papel que la Filosofía desempeña en la adquisición de conocimiento sobre la realidad en que vivimos, ya que lo cuestionas casi todo.
Dices que «Algunos científicos creen que todo lo que dice la ciencia es cierto, asimilando verdad científica con verdad absoluta». Puede que haya algunos científicos que piensen así o quizás cosas más absurdas, pero eso es irrelevante porque no representa al verdadero científico ni a la auténtica esencia de la ciencia.
Si fueras científico sabrías que la respuesta se halla en la misma Historia de la Ciencia. Las verdades científicas, en gran número de ocasiones, forman parte de un proceso de «aproximaciones sucesivas», donde nuevas ideas o nuevos hallazgos corrigen, complementan o integran conocimientos anteriores. Cada uno de estos hechos supone un paso hacia adelante o un mayor conocimiento que el establecido hasta entonces. Esto no es que me lo invente yo, lo manifiesta la Historia de la Ciencia. Por tanto, afirmar como dices tú que el científico piensa que las verdades de la ciencia son verdades absolutas, supone hablar desde una periferia muy alejada de la ciencia.
En cierta ocasión, escuché a un catedrático de filosofía de cierta universidad decir que el principal objetivo de la filosofía actual era, precisamente, determinar cuál es su objetivo. Espero que tú puedas aclararlo.
Saludos
Hola de nuevo. Solo por la alusión «si fueras científico sabrías…», soy biólogo y licenciado en ciencias ambientales y actualmente estoy terminando mi tesis doctoral en filosofía.
Sobre la aportación de la filosofía a la ciencia, podría poner el ejemplo del desarrollo de la lógica como forma de validación de las argumentaciones, una sean científicas o no. Pero no creo que nos refiramos a eso.
Como bien dices, la Historia de la Ciencia es una forma de ver como la ciencia ha ido cambiando a lo largo de los tiempos, pero no siempre como se cuenta. La mayoría de las historias de la ciencia tratan los acontecimientos pasados de la misma manera que tu has hecho, como aproximaciones a una verdad que se alcanzará en un futuro más o menos lejano. Pero esa idea hegeliana de progreso de la que hablas, de mejora hacia, es una proyección presente sobre ideas pasadas que no estaban en la mente de nadie, y que probablemente no sean comparables. Supongo que conocerás la idea de inconmensubarilidad de Kuhn, que a pesar de haber pasado a la historia como filósofo era físico. Tendemos a pensar en conceptos pasados como versiones previas de los conceptos actuales, cuando en la mayor parte de los casos lo que hacemos es acomodar ideas presentes a conceptos pasados. Un ejemplo es la idea de gen. Se tiende a pensar en la idea que tenía Mendel como una versión primitiva de la idea actual, cuando ni siquiera la idea actual es comparable a la de Monod. Proyectamos una idea para entender la idea de progreso científico.
Yo no cuestiono casi todo, simplemente entiendo que si siempre se dieran por verdaderas las ideas de un momento dado, nos quedaríamos en ese momento dado.
Conceptos como los de nivel de organización de la materia, el de vida, el de especie, el de gen, el de progreso de la ciencia, el de libre albedrío, el de consciencia, no están cerrados. La filosofía (la haga un filósofo o un científico) ayuda a plantear preguntas, la ciencia se encarga de resolverlas.
Recomiendo la lectura de Subrena E. Smith (traducido por César Tomé), «Por qué la filosofía es tan importante para la educación científica,» Cuaderno de Cultura Científica (CCC), 16 Nov 2017.
Continúo con la respuesta anterior. Me tuve que ausentar
Como bien dice Mascarós, otro papel de la filosofía es el del estudio de la propia ciencia. La Filosofía de la Ciencia sienta las bases de lo que es ciencia o no lo es. La ciencia no puede explicarse a si misma, ni determinar cuales son sus campos, sus límites y sus métodos. La ciencia es un método, y es necesario definir ese método desde premisas no científicas. Se habla del método hipotético-deductivo como la forma de trabajar de la ciencia, pero muchas veces, por no decir la mayoría, se trabaja de forma inductiva. Las limitaciones de la inducción descritas por la filosofía. Lo mismo pasa con las explicaciones probabilíticas, ¿qué tipo de demostración es aquella que se cumple en un determinado porcentaje de los casos?¿Por qué aceptamos unos márgenes de confianza en las demostraciones probabilísticas y no otros? Popper, por ejemplo, trabajó mucho sobre el tema. Este modelo, denominado nomológico-deductivo (N-D)original de Oppenheim y Hempel y desarrollado por Popper, resulta válido para muchas ciencias como la física, pero, ¿qué ocurre con la biología? ¿Por qué apenas tiene ecuaciones al margen de algunas muy generales sobre poblaciones? ¿Es válido el modelo N-D u otras variantes como el estadístico-deductivo o el estadístico-inductivo?
Pues resulta que no, en su día, von Bertalanfy, en su variante filosófica, desarrolló la teoría general de sistemas muy utilizada en biología de poblaciones. Y que decir de lo modelos de explicación basadas en mecanismos (Glenann, Craver, etc), esenciales en biología molecular. La relación entre explicación y cosa a explicar debe estar establecida antes de hacer ciencia válida.
Ante esto, la pregunta que hace Vicenta sobre si «para distinguir o explicarla la distinción entre ciencia y pseudociencia tiene que venir un filósofo de la ciencia a decírnoslo», tiene una respuesta evidente: si. Otra cosa es que los científicos hayan asimilado la explicación de los filósofos a cerca de su campo, la ciencia, y sean capaces de explicarlo, pero alguien lo definió antes.
Vicenta, te propongo una pregunta que te parecerá sencilla, pues seguro que usas el concepto con naturalidad, ¿qué es la causalidad?
Por cierto, sirva esto como ayuda para el tema que trata Dennet. Se tata de un curso de la UNED sobre neurociencia y libre albedrío. El curso es de pago, pero el material es accesible:
https://formacionpermanente.uned.es/tp_actividad/idactividad/9645
Con retraso pero ahi va: pregunto ingenua y sinceramente ¿Dennett ha aportado algo constructivo al entendimiento? (sea particular científico, general académico, social etc) Si ha aportado aunque solo sea nuevas preguntas a la ciencia, creo que hemos de concluir que es importante su contribución. Aparte de esto quiero señalar (confesando que solo estoy leyendo «La conciencia explicada») que aclara muchas veces que su teoría es empírica, no dogmática, y adopta la posición humilde del que sabe que su construcción está sujeta a revisión desde el principio, lo cual no quita para explorar las interpretaciones de su modelo de versiones multiples, igual que los físicos interpretan filosóficamente sus modelos de partículas.
¿Estan en desacuerdo sus teorías con la evidencia científica actual? Y mi otra preguntas, más importante, seria ¿que otros autores recomendais, Francis y Pedro, para leer sobre conciencia? (aparte del mencionado Thomas Metzinger)
Felicitaciones Francisco por esforzarte en mantener el punto de exposición, conversación, discusión y aportar todo lo posible.
Todos. Absolutamente todos los expositores están carentes de un ADN llamado sujeto colectivo -unido a otro- llamado proceso social.
El llamado grupo humano -como lo vivimos- es un grupo integrado por las actividades «anónima» de millones de grupos. Sobre las profundas diferencias genéticas de toda clase -y de las cuales somos bastante ignorantes- (Alguno de todos los expositores saben por qué los habitantes andinos pueden vivir con 6 u 8 de hemoglobina y son geniales pilotos de aviones de combate).
Todo eso existe. Y se supera totalmente con la sociedad «hacedora de cosas» -objetos de madera, de hueso, de piedra, y hoy de biología molecular y física cuántica».
Os guste o no. El mundo no se mueve por hormonas. Se mueve por «instituciones» (Senado Romano, Consejo de la General y Santa Inquisición, Consejo de Indias. Casa de Contratación de Sevilla) o si os parece buscais los nombres actuales.
Las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki , costaron 3 mil millones de dólares (1940) los aviones estaban listos desde 1938. Participaron algunas decenas de miles de técnicos, científicos, masas humanas extrayendo materiales, procesándolos -todos decisivos- . Ponen la cara (es la cultura made in usa. Robert Openheimes y el general Lesly Grow) ¿ quién es más importante el piloto del avión, el artillero o los que hicieron el aeropuerto más grande de toda la historia humana, en las islas Marianas. ¿Hitler, Eichman’? ¿Y los millones de mujeres nazi-fascistas que parieron obedientes «hombres-mujere» que hicieron las guerras hasta hoy?
Francis sin grupos y sin procesos históricos se llega a esta estéril discusión. No se avanzó una millonésima en resolver lo urgente: EN CUALQUIER MOMENTO NOS QUEDAREMOS SIN SATÉLITES O EN LARGO INVIERNO ¿climático, nuclear, financiero? Eso decide la vida más que las hormonas que determinan sexos.
Gracias Francis por dar la oportunidad de que se salga de esa estéril vida «académica» cuando cada 9 segundos muere un niño de hambre, 900 millones se acostarán hoy sin comer nada y mil millones no tienen agua potable. Tu y cualquiera sabría -que fuera del espacio cubículo, laboratorio de la Universidad- EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO.
Estoy totalmente de acuerdo con Planck que la ciencia se ideologiza en muchos terrenos; uno de ellos en el de género. Y es evidente que quien haya estudiado un poco de psicología evolucionista y neurociencia sabe que hombres y mujeres funcionan de forma muy diferente; y no sólo que funcionan, sino que incluso se aprecian diferencias significativas en sus estructuras cerebrales, desde la amígdala, el cuerpo calloso, las áreas de Wernicke y Broca, y podríamos señalar cientos de diferencias signitivativas sólo a nivel cerebral. Y sin entrar en el tema hormonal y de neurotransmisores, con los diferentes niveles de testosterona, oxitocina, etc. Todo ello genera una maravillosa diferencia entre hombres y mujeres que, en cooperación, nos ha permitido la supervivencia. Le recomiendo a los lectores, por ejemplo, para los libros del cerebro masculino y el cerebro femenino de Brizendine. El constructivismo y relativismo tienen sus límites en lo que respecta a la supervivencia.
¿El cerebro procesa «inconscientemente»? ¿y como hace el cerebro éso?. Obviando la evidente falacia mereorológica, (el cerebro «calcula» o hace millones de «cálculos» como si fuera un contable o un matemático) mezclas alegremente niveles de explicación mental y biológica (inconsciente, consciente) sin ninguna base empírica. Y es que no conozco ningún neurofisiólogo o paper que haya «visto» neuronas o cerebros o conexiones sinápticas actuar de manera inconsciente o calcular nada.
Tu machismo en los genes está sacado de la psicología evolucionista, pseudociencia de las «just so stories», como lo fue la sociobiología en los setenta, y da bastante verguenza ajena. Estadística usada para confirmar prejuicios previos.
Lo de que la naturaleza «inventa» los ordenadores antes que nosotros y que nuestro cerebro es un «potente ordenador» es ya de vértigo. Estás confundiendo el plano ontológico con el epistemológico, una cosa es utilizar la ingeniería inversa y pensar el cerebro «como sí» fuera un ordenador, y otra muy distinta es creerse literalmente éso.
Hablaba Althuser de que cuando los científicos se dedicaban a pensar en términos filosóficos, sin ninguna preparación filosófica previa, estaban condenados a hacer «filosofía expontanea», mala filosofía, mistificadora, oscura a poco que se discurra. Pues eso es tu post.