Nuestro amigo Kondor me/nos recomendó el documental “La Gran Estafa Del Calentamiento Global” de la BBC, que yo no conocía, pero gracias a dicho enlace pude «disfrutar». El documental nos indica que el problema del cambio climático tiene un origen no antropogénico: no son las emisiones de CO2 las responsables, sino los rayos cósmicos y la dinámica solar que afectan a la inosfera, y a través de la tropopausa, a la generación de nubes en la troposfera. Hemos sido «engañados» por el «establishment». La radiación interestelar tanto de origen solar como extrasolar son los responsables del calentamiento de la Tierra. Según nuestro amigo Kondor, y quizás con razón, «Aquí hay gato encerrado, y personalmente huele mal.» De hecho en el documental de la BBC aparecen personajes tan importantes como el antiguo director del IPCC, quien, obviamente, es un fisico de importancia notable.
Me ha picado la curiosidad. Y eso me gusta.
Lo primero, no soy experto en cambio climático y temas relacionados (física de la atmósfera, climatología, etc.). Si a veces hablo «como si supiera» os quisiera recordar que el autor principal de este blog es «aprendiz de todo y maestro de nada». En este blog sólo ofrezco mis «opiniones sesgadas» (recuerda que toda opinión es sesgada). Más aún, «muy sesgadas». De hecho, no suelo hablar de los temas de investigación a los que me dedico. Estos temas me obsesionan ya lo suficiente como para tratar de evitarlos en este blog. Lo siento. De lo que más podéis aprender de mí, menos os voy a contar (lo cuento en otros foros, revistas internacionales, en inglés y para los «pocos» técnicos a los que les interesa).
Aún así, hablando de la tropopausa, me gustaría confesar, a mi pesar, que estudié algo NWP (predicción numérica del tiempo meteorológico) cuando visité el Department of the Geophysical Sciences de la University of Chicago, junto a los famosos The Hospitals. Como anécdota os contaré que fui el primer ocupante del despacho de Mr. Tornado (Tetsuya «Ted» Fujita), denominado así en un artículo de National Geographic en 1972. Hacía poco más de un año que había fallecido y su despacho estaba repleto de sus papeles personales. Al menos así lo observé mi primer día de trabajo en Chicago, debido a mi «curiosidad» natural (lo confieso soy un poco «cotilla»). Para mi sorpresa, el día siguiente, el despacho estaba limpio. Se habían llevado todo lo que recordara al Dr. Fujita. Me dieron la llave del despacho, del laboratorio, y del edificio. A partir de las 5:00 pm el edificio se quedaba vacío, sin embargo, yo seguía allí. Para mi sorpresa, el vigilante se pasaba por allí cada «par de horas», yo acostumbraba a tener la puerta abierta. La primera vez me pidió la identificación (una tarjeta electrónica con foto incluida que me hicieron el primer día en menos de media hora). Las siguientes veces, el vigilante ya me conocía y comprobaba «que era yo» sutilmente «tratando de no molestar». ¡Qué diferencia con la universidad española!
Lo dicho, de cambio climático mi conocimiento es el propio de un aficionado a la divulgación.
Lo siento, retomo el «hilo perdido».
La posible conexión entre rayos cósmicos y cobertura nubosa fue sugerida por E.R. Ney, «Cosmic radiation and the weather,» Nature 183, pp. 451-452, 14 February 1959 , quien sugirió que la modulación debida al ciclo solar en los rayos cósmicos recibidos en Tierra estaba correlacionada con el tiempo meteorológico, aunque no detallaba la física detrás del efecto, sugería que era debido a la ionización en la ionosfera que se transmitía «de alguna manera» a la troposfera (la parte de la atmósfera en la que vivimos nosotros). Aunque dicha hipótesis nunca ha estado en el mainstream de la climatología, desde entonces se han publicado muchos artículos al respecto, especialmente en la última década (en la que la inversión en cambio climático ha crecido significativamente y, llamadme abogado del diablo, quizás muchos se han «subido al carro» en aras a recabar fondos de investigación).
¿Qué es lo que se sabe sobre dicha hipótesis actualmente? Obviamente, tiene sus defensores y sus opositores. Para estos últimos es un solamente un «mito». Mi opinión, obviamente sesgada por lo que he leído al respecto, va en esta línea, salvo que los «hechos» demuestren lo contrario. La ciencia es así. Las opiniones no tienen valor. Por supuesto, aceptaré que «la verdad me de una bofetada» si mi opinión de inexperto es errónea.
Mi selección de lecturas. Me ha gustado el artículo de Brian H. Brown, «Short-term changes in global cloud cover and in cosmic radiation,» Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics, Volume 70, Issue 7, Pages 1122-1131, May 2008 (que tiene la ventaja de que su preprint es gratuito aquí). Por cierto, yo he leído el artículo en la revista, supongo que el preprint dirá lo mismo, no me he molestado en comprobarlo).
En el artículo se estudia la posible contribución de los rayos cósmicos galácticos (RCG) en los mecanismos de formación de nubes. Estudian la correlación estadística entre la cobertura nubosa a baja altura y el promedio de rayos cósmicos recibidos durante 22 años en intervalos cada 3 horas (sólo en ciertas regiones de los hemisferios norte y sur de la Tierra). Su resultado es negativo: la influencia de los RCG en la nubosidad es ridícula, sólo puede explicar aproximadamente el 3% de las variaciones de la misma.
Los europeos H. Svensmark and E. Friis-Christensen, «Variation of cosmic ray flux and global cloud coverage-a missing link in solar-climate relationships,» Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics 59, pp. 1225-1232, 1997 , usando datos satelitales del ISCCP (International Satellite Cloud Climatology Project) durante 1983-1990 y otros datos durante el periodo 1980-1995, que compararon con datos del flujo de rayos cósmicos en dichos años, concluyeron que hay una clara correlación positiva entre la cobertura nubosa baja (por debajo de 3 km) sobre los océanos y los cambios en lso RCG. Su artículo fue muy criticado (por ejemplo, por que sólo presentaba datos sobre los océanos y no sobre tierra firme) o porque correlacionar dos series temporales no implica relación causa-efecto alguna). Por supuesto, los autores se defendieron: han propuesto una hipótesis y mientras no se demuestre lo contrario…
Los europeos extendieron su estudio hasta el año 2001 en N.D. Marsh and H. Svensmark, «Galactic cosmic ray and El Niño-Southern Oscillation trends in ISCCP-D2 low cloud properties,» Journal of Geophysical Research 108, p. 4195, 2006 . Encontraron cierta divergencia en la correlación entre RCG y cobertura nubosa, pero la atribuyeron a problemas de calibración del satélite durante los años 1994-95. Su conclusión, globalmente no hay correlación, pero la correlación local (regional) a corto plazo es «obvia». Por supuesto, dicho artículo fue también muy criticado. Por destacar un artículo, mencionemos I.G. Usoskin et al., «Correlations between clouds at different altitudes and solar activity: fact or artifact?,» Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics 68, pp. 2164-2172 ( 2006 ), que muestra la aparición de correlaciones espurias entre los datos de RCG y la cobertura nubosa que varían geográficamente. Estas correlaciones dificultan terriblemente la interpretación de cualquier correlación observada previamente.
Es por todo ello que la mayoría de los investigadores, como Brian H. Brown, «Short-term changes in global cloud cover and in cosmic radiation,» Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics, Volume 70, Issue 7, Pages 1122-1131, May 2008 , tratan de buscar correlaciones locales (regionales) entre los RCG y la cobertura nubosa troposférica. Sus resultados muestran que hay una correlación positiva «pequeña» del orden del 4% en las variaciones de la nubosidad troposférica a corto plazo y del 3% en las variaciones de la nubosidad total como resultado de efectos extraterrestres (rayos cósmicos). Un análisis de correlación cruzada entre los cambios del RCG a corto plazo y los cambios en cobertura nubosa muestra una correlación positiva (p<0.05) con un retraso de unos 2 días, pero que sólo explica un 3% de dichos cambios.
Por supuesto, la interpretación de estas correlaciones no es nada fácil (como ocurre con cualquier correlación entre series temporales, ya que no es fácil deducir relaciones de causalidad entre ellas). Además, el filtrado de los datos, muy importante cuando las series temporales son «muy ruidosas» tiene una gran influencia en los resultados. El hecho de que la correlación encontrada es significativa sólo para cambios a corto plazo (entre 6 horas y 3 meses) entre la nubosidad y los RCG (pero no parece que la haya a largo plazo) nos indica que su efecto, existir existe, pero que su influencia climática, de existir, no es uno de los factores determinantes responsables de las variaciones de la cobertura nubosa (como mucho permiten explicar un 5% de dicha variación con un intervalo estadístico de confianza de p=0.06).
En resumen, en mi opinión, la opinión estándar de que el efecto de los rayos cósmicos en el cambio climático es de segundo orden (no es determinante) está bien fundamentada. Pero sólo el tiempo dirá si un inexperto como yo «acierta por casualidad» o «falla estrepitósamente».
Unos dias sin pasarme por tu blog y lo que encuentro! 🙂
Gracias por citarme y dedicar una entrada exclusiva a ello.
Yo no soy de los que defienda esta teoria, pero no me parece más plausible que el CO2 como agente responsable de ello, de hecho, de eso estoy en mi foro interno casi convencido.
Cuando vi el documental y dieron una relación entre el aumento de actividad solar, con la radicción de alta frecuencia como fuente generadora de nubes, «me gusto» más la idea de un agente externo al hombre, ya que eso explicaria vaivenes en la climatologia a lo largo del tiempo. Pero quiza no sea exaxtamente eso.
Desde luego, ésto está aun en pañales, o eso pienso yo.
Por cierto, por curiosidad: ¿ en qué estas especializado en fisica ? 🙂
Un saludo
Kondor, soy físico pero doctor en matemáticas, análisis matemático aplicado. Me dedico a Física Computacional o si prefieres Matemática Aplicada. Desarrollo y analizo métodos numéricos para ecuaciones en derivadas parciales de evolución, que modelan la propagación de ondas en diferentes medios, con énfasis en los efectos «físicos» que introduce el propio método numérico. La física simulada en el «ordenador» coincide con la física «original» sólo cuando los parámetros del método numérico se hacen suficientemente pequeños; sin embargo, en muchos problemas hay que bregar con parámetros numéricos finitos que conducen a «física numéricamente inducida» que hay que considerar a la hora de interpretar «correctamente» los resultados de las simulaciones numéricos.
Vaya, mis respetos 🙂
Yo soy estudiante de fisica. Como veia tantos temas de fisica, por eso pregunté.
Vamos, se podria decir que trabajas en fisica teórica con modelos numeros aplicados a EDPs que no son analiticamente resolubles, nop? :P. Eso suena muy chungo (dificil xD )
Me alegro de haber topado con su blog casi de casualidad.
Un saludo
No soy surprısıng cualquier cosa. Pero gracias.
si trabajaste o viste la bola de papeles del Dr. Fujita, debió ser interesantísimo, después de estudiar los efecto dela bomba atómica y luego idear la escala de medición de tornados no debió ser cualquier cosa, que por cierto le hizo una última actualización un año antes de morir en 2008, que fuerte! en fin, de antemano me da gusto leerte, ciao!