En la Universidad de Málaga ha dolido mucho que Córdoba, Sevilla y Granada lograran cierta financiación, un premio de consolación, tras pasar la primera fase de la iniciativa de Campus de Excelencia Internacional, que según Lucas Laursen, en Nature, imita una iniciativa similar exitosa en Alemania. Allí, centrada en la investigación. Aquí, con una fuerte componente docente. Matthias Kleiner miembro del comité de evaluación de la iniciativa lo tiene muy claro «German iniciative focuses on research, whereas teaching is a very important part of the Spanish one. Both programs have different goals.» Una iniciativa que ha favorecido claramente a las universidades de Madrid y Barcelona, 73 M€ sólo para 5 propuestas, lo que ha generado gran número de críticas. España otra vez noticia en Nature no por sus logros y avances, sino por los despropósitos de nuestros gobernantes. No sé por qué se creen el «lo bueno es lo de afuera» y tratan constantemente de imitar iniciativas foráneas, descontextualizándolas, generando un batiburrillo que lleva a trifulcas regionales que no favorecen la excelencia. En lugar de aprender de los demás, desaprenden. Una pena. Los interesados en leer más al respecto pueden recurrir a Lucas Laursen, «Spanish awards rekindle old rivalries. Infrastructure programme steers substantial resources to major cities, upsetting some regional centres,» News, Nature 462: 552, 3 December 2009.
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Por Francisco R. Villatoro, publicado el 2 diciembre, 2009
Categoría(s): Ciencia
⇦ Un comunista (Zeldovich), el papa (Juan Pablo II) y un libro rojo • Science opina sobre el robo de información privada en el CRU británico ⇨
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A primera vista puede parecer una idea buena, sin embargo pronto nos podemos dar cuenta de que esto viene a ser como una «triaje», donde unas universidades ya de por sí potentes se potencian más todavía y las que no lo son se dejan a su suerte.
Quizás la cosa podría haberse planteado de otra forma: financiar proyectos interuniversitarios concretos en materias donde nuestras universidades tienen buenos profesionales. Así, en vez de dividir, se uniría y se potenciaría un área concreta con la intervención de muchas universidades (subproyectos), lo cual repercutiría en que todas ellas adquiriesen más conocimiento y experiencia en la materia, en lugar de unas pocas y a título individual.
Una vez más, frente a una estrategia individualista, puede plantearse una colaborativa donde todos ponen, todos ganan y aumenta la conexión entre los distintos grupos investigadores.
Y esto se puede plantear de forma análoga para el caso de la docencia: en lugar de proyectos de investigación interuniversitarios, serían redes educativas donde se compartiesen métodos, conocimientos, experiencias… Sin olvidar la movilidad del profesorado, que permitiría a los alumnos conocer temas que quizás en su universidad no tienen tanto desarrollo.
Creo que hay dos problemas en todo esto:
1. Los criterios con los que se adjudica el estatus de campus de excelencia. Algunos de estos criterios son tan ridículos como «número de másters en inglés ofertados». ¿Por qué no hablan de los cursos de inglés disponibles en esas universidades y de la accesibilidad económica que tienen?
2. Tratan de mejorar las universidades que ya son de or sí mejores, para lo cual puede haber argumentos a favor y en contra. El problema es que nadie habla de aumentar las becas de movilidad para que haya igualdad de oportunidades de acceso a las universidades «de los centros».