Parece increíble, pero un grupo de científicos del Instituto Karolinska en Suecia lleva 18 años mencionado letras de canciones de Bob Dylan en sus artículos científicos. Todo empezó en 1997 con el artículo en Nature Medicine titulado «Nitric oxide and inflammation: the answer is blowing in the wind” y ha acabado con 213 artículos científicos.
Nos lo cuentan Carl Gornitzki, Agne Larsson, Bengt Fadeel, «Freewheelin’ scientists: citing Bob Dylan in the biomedical literature,» BMJ 351: h6505 (14 Dec 2015), doi: 10.1136/bmj.h6505, pero se desveló en septiembre de 2014 gracias a Sean Michaels, «Scientists sneak Bob Dylan lyrics into articles as part of long-running bet,» The Guardian, 29 Sep 2014; Rachel Feltman, «Scientists confess to sneaking Bob Dylan lyrics into their work for the past 17 years,» The Washington Post, 26 Sep 2014.
Artículos con títulos como «The times they are a’changin’,» (1970) PMID: 5203179, (1992) PMID: 1541666, (2011) PMID: 22912219, o «Knockin’ on pollen’s door,» (2015) PMID: 25954283, «Knockin’ on pHeaven’s door,» (2014) PMID: 24499941, «CCR7/CCR9: knockin’ on the thymus door» (2010) PMID: 20223929, «Dietary nitrate – a slow train coming,» (2011) PMID: 22086244, o «Like a rolling histone» (2013) doi: 10.1016/j.bbagen.2012.08.011.
Quizás te lo preguntes, ¿mencionar a Dylan genera más citas? Parece ser que no. La comunidad científica parece inmune a los títulos basados en letras de Dylan. De hecho, un análisis bibliométrico indica que dichos artículos se citan un poco menos que la media. Quizás sea pura casualidad.
Hay científicos a los que este tipo de cosas les parece algo gracioso, o cuanto menos curioso. A otros les parece una falta de respeto. Pero para la mayoría es algo irrelevante. ¿Qué opinas al respecto?
Yo lo encuentro positivo: me parece que es una forma de mostrar que los científicos no son extraterrestres, sino gente tan común y corriente que puede admirar a Bob Dylan.
Pues a mí no me parece serio, la verdad.
Creo que hay apuestas divertidas sin mayor repercusión como ésta, colar imágenes o bromas en conferencias, etc..
Mientras no afecte a la calidad, tan solo demuestra una actitud humana, que puede favorecer la productividad o que incluso puede ayudar a la comunicación entre colegas.
Hay otras apuestas un poco más reprochables como poner coautores inventados con nombres divertidos. Quieras o no es cometer fraude en la autoría, y esto ya es más serio.
Desde mi punto de vista es irrelevante; lo importante es el trabajo que haya en ellos.
No va mas allá que una pura anécdota en un mundo dominado a veces por un exceso de celo en los formalismos y la rigurosidad. Todo forma parte, yo creo, de abrir un nuevo frente para la divulgación de la ciencia.
No tiene la mayor importancia.