Reseña: «On the future» de Martin Rees

Por Francisco R. Villatoro, el 2 febrero, 2019. Categoría(s): Ciencia • Libros • Recomendación • Science ✎ 6

«Este libro ofrece esperanzas, miedos y conjeturas sobre lo que nos avecina. Sobrevivir a este siglo, y lograr un futuro sostenible a largo plazo para nuestro mundo cada vez más vulnerable, depende de acelerar el avance de ciertas tecnologías, mientras se frena de forma responsable el de otras. [Este] siglo es especial. Es el primero en el que una especie, nosotros, es tan poderosa y dominante que tiene el futuro del planeta en sus manos».

El famoso astrónomo Martin Rees se apunta a la moda de la «tecnofuturología» en su último libro de divulgación, «On the Future. Prospects for Humanity,» Princeton University Press (2018) [272 pp.]. Rees se declara «tecnooptimista», sobre todo en lo que respecta a los progresos en medio ambiente, biotecnología e inteligencia artificial. Sus argumentos son todos muy conocidos. Pero, aunque el libro no aportará nada nuevo a los aficionados al «tecnofuturismo», está muy bien escrito, siendo su lectura muy agradable y se disfruta desde la primera página. Así que si te animas, no creo que te arrepientas.

Debo confesar que me he leído este libro para poder hablar de él en el podcast Coffee Break: Señal y Ruido, al hilo de un artículo de José Manuel Nieves, “Las tres formas en que un acelerador de partículas podría destruir la Tierra”, Ciencia, ABC, 29 Ene 2019. He leído mucho sobre tecnofuturología, tanto a tecnopesimistas, como a tecnooptimistas; ya estoy bastante cansado de leer siempre los mismos argumentos; ni siquiera el ubérrimo Hariri me aporta nada nuevo. Quizás mi caso es excepcional. Quizás muchos lectores de este blog disfrutarán con el breve libro de Rees como con los gruesos libros de Hariri. ¡Quién sabe!

El libro consta de cinco capítulos tras el prefacio y la introducción [pp. 1-10]. En ella Rees se declara tecnooptimista y resume el contenido del resto de los capítulos. En el capítulo 1, «Deep in the anthropocene» («Sumergido en el antropoceno») [pp. 11-60], empieza el autor hablando de su libro «Nuestra Hora Final: ¿será el siglo XXI el último de la humanidad?» Crítica (2004) [224 pp.], cuyo título original era «Our Final Century?» pero que en la edición estadounidense se cambió por «Our Final Hour». ¿Por qué volver a escribir un libro sobre lo mismo? ¿Y por qué no?

La amenaza nuclear todavía se cierne sobre nosotros, la población humana seguirá creciendo a buen ritmo hasta 2050, el cambio climático parece imparable y de forma urgente hay que resolver la crisis energética. El tecnooptimismo de Rees le lleva a proponer que habrá soluciones a todos estos problemas en la segunda mitad del siglo. Por ejemplo, para el problema de la energía propone la fusión nuclear como fuente de energía; en su opinión no solo es factible, sino que además ayudará a combatir el cambio climático.

En el capítulo 2, «Humanity’s future on Earth» («El futuro de la humanidad en la Tierra») [pp. 61-119], tras recordar a Robert Boyle (siglo XVII) como futurólogo, se mencionan los riesgos de la biotecnología y las técnicas de edición de genes CRISPR/Cas9. ¿Cómo evitar el mejoramiento humano? Así pasamos a la robótica y la inteligencia artificial, con buenos elogios a DeepMind con AlphaGo y AlphaGo Zero. También se elogian los robots de Boston Dynamics y se discute el problema de la pérdida de puestos de trabajo asociada a la automatización.

Rees nos propone que nuestro futuro podría ser trabajar menos horas a la semana y dedicar gran parte de nuestro tiempo al aprendizaje a lo largo de toda la vida. Aunque los robots asesinos podrían ser un riesgo, en su opinión es bajo. Así llegamos al singularismo de Kurzweil, las inteligencias artificiales conscientes y las potenciales superinteligencias. Finaliza el capítulo con los riesgos para la Tierra y el Universo asociados a los colisionadores de partículas, motivo del artículo de Nieves en ABC (más en el episodio 200 del podcast Coffee Break: Señal y Ruido, LCMF 01 Feb 2019). Rees afirma que el riesgo es cero, pero destaca que hay físicos que opinan lo contrario.

Nuestro planeta es tan pequeño a escala cósmica que la humanidad desea ir más allá del Sistema Solar. Nos lo cuenta Rees en el capítulo 3, «Humanity in a cosmic perspective» («La humanidad desde una perspectiva cósmica») [pp. 120-164]. Se contrastan las misiones de exploración espacial tripuladas por humanos y por robots, con especial mención a las dos tragedias de los transbordadores espaciales de la NASA (Challenger en 1986 y Columbia en 2003).

Rees sueña con un enorme telescopio en la cara oculta de la Luna y con los ascensores espaciales para llevar turistas al espacio. Sin embargo, no concibe emigraciones masivas de humanos desde la Tierra al resto del Sistema Solar. Como todo libro sobre tecnofuturología, se discute la cuestión del posthumanismo. ¿Habrá inteligencia extraterrestre? Quizás la vida es muy común en el universo, pero la inteligencia es excepcional hasta el extremo.

Así llegamos al capítulo 4, «The limits and future of science» («Sobre los límites y el futuro de la ciencia») [pp. 165-200]. Tras mencionar el juego de la vida de John Conway se discute la emergencia de la complejidad en sistemas regidos por leyes sencillas. Se comentan de pasada cuestiones interesantes, como la complejidad de Kolmogorov, pero el objetivo es adentrarse en argumentos filosóficos que exceden el dominio de conocimientos del autor (y se nota bastante). Por supuesto, Rees no olvida recomendar sus libros anteriores, como «Antes del principio», Tusquets (1999) [312 pp.].

«Will Science ‘hit the buffers’?», que yo traduciría como «¿tendrá la ciencia un final?», nos lleva de la mano de Rumsfeld y sus «unknown unknwons» hasta Deutsch y su «realidad calculable» (en el sentido computacional del término); ¿puede resolver la ciencia (y la tecnología asociada) todos los problemas presentes y futuros de la humanidad? Rees opina que sí. Pero si no, se pregunta ¿habrá que recurrir a Dios? Rees se confiesa cristiano practicante, pero no creyente («I would describe myself as a practising but unbelieving Christian»). Así que no tiene miedo de mencionar el diseño inteligente como camino hacia la esperanza. Obviamente, asume que el lector no comparta sus ideas.

Finaliza el libro, como no, con el capítulo de conclusiones [pp. 201-228]. Según Rees la ciencia ahora es labor de jóvenes de grupos grandes de científicos, salvo en casos excepcionales. Nuestro futuro depende de nuestras elecciones ahora. Tenemos que decidir qué ciencia promovemos y cuál obviamos. No es labor de los científicos tomar dicha decisión. La humanidad debe ser quien la tome. Por ello las esperanzas y los miedos son compartidos por todos. Debemos ser optimistas, pero tenemos que pensar a nivel global, de la forma más racional posible. Nos jugamos el futuro de la humanidad.

Finaliza el libro con una extensa recopilación de notas [229-236], que incluyen muchas referencias bibliográficas, y el habitual glosario de términos de los libros anglosajones.



6 Comentarios

  1. Adquirí «On the future» desde el lanzamiento porque el libro «Just six numbers» de Martin Rees es uno de mis libros favoritos de divulgación de la ciencia, es realmente fabuloso, tiene un formato memorable (explicando el modelo cosmológico de consenso con seis capítulos dedicados a sus seis parámetros libres) y humildemente lo recomiendo mucho a los lectores de Francis y los amantes de la ciencia en general.

    Respecto a «On the future» estoy de acuerdo con Francis, sobre tecnofuturismo hay mucho escrito y es difícil hacer alguna innovación, el libro de Rees está bien escrito pero nunca terminó de quedarme claro que es lo que oferta que no haya sido dicho antes o sea intuitivo y eso que a diferencia de Francis he leído muchísimo menos (cualquiera ha leído menos que Francis). El libro se siente ligeramente carente de personalidad y tal vez no es su culpa.

    Off-topic:

    Sí corréis el riesgo de aburriros con tecnfuturismo en general, la solución es buscar tecnologías en particular que llamen vuestra atención; por ejemplo: Si buscáis algo de tecnofuturismo recomiendo «How Smart Machines Think» de Gerrish y Scott, aunque cae más bien en la categoría de «actualidad» y está enfocado en «deep learning, neural networks», videojuegos etc., es super interesante y si eres neófito (como yo) va a atraparte.

    Gracias por la reseña Francis.

  2. Como Francis y Ramiro señalan el libro no parece aportar nada nuevo e interesante (yo no lo he leído, solo me baso en la reseña de Francis por lo que puedo equivocarme) y parece escrito para la «América profunda», ¿Porqué un astrónomo reputado menciona el diseño inteligente como una posibilidad a tener en cuenta? ¿Porqué menciona los riesgos de CRISPR/Cas9 en lugar de sus evidentes ventajas? ¿Por que menciona la «chorrada» de la destrucción del mundo por parte de un acelerador de partículas? Parece como si quisiera atraer al lector con creencias religiosas lo que de ser cierto, sería lamentable. Como dice Francis se hecha de menos, dentro de la divulgación, libros innovadores y originales. No hace falta inventarse nada, la realidad misma es lo suficientemente fascinante. Yo hace algún tiempo que no leo divulgación general y no se si hay libros realmente interesantes sobre ciencia moderna: ¿paradoja de la información en AN? ¿inflación? ¿gravedad cuántica? ¿cosmología cuántica? ¿holografía,entrelazamiento,tensor-networks, etc? Pienso que hay mucha gente joven (y no tan joven) que quedaría cautivada por estos temas si leyesen un buen libro de divulgación sobre ciencia moderna. ¿Alguna recomendación? Yo aún recuerdo que quedé atrapado por la Física cuando leí «Agujeros negros y tiempo curvo» de Kipp Thorne y cuando leí aquel especial sobre misterios de la Mecánica Cuántica en Investigación y Ciencia de 1997, recuerdo que tenía la sensación de estar leyendo ciencia ficción en lugar de Física real ¿como podían ser reales esos fenómenos físicos tan extraños? ¿como algo tan increíble podía ser completamente ignorado por la mayoría de la gente? Recuerdo que una vez le hice un comentario sobre relatividad a un compañero de trabajo (un ingeniero bastante inteligente y competente) y me contestó algo como: «todo eso no son más que tonterias, eso no puede ser cierto», aquelló confirmó lo que ya intuía: 100 años después de Einstein aún nadie (casi nadie) entiende nada de lo que hizo y no es por falta de capacidades sino por falta de interés, quizás un buen libro de divulgación podría revertir esto. Un buen libro de divulgación debe atrapar al lector de forma que este sienta la necesidad de profundizar en el tema y leer documentos más técnicos, debe de incluir y explicar alguna fórmula sencilla para que el miedo a las Matemáticas comience a disiparse y debe incluir referencias a libros o documentos que el lector neófito pueda utilizar sin miedo a caer en la tentación de abandonar el tema por considerarlo demasiado técnico o complejo. La divulgación de calidad es fundamental, sin ella, el número de gente interesada en ciencia bajará y el número de ignorantes «aborregados» subirá, aumentando el número de gente que visita los canales de astrología, tarot, telebasura, antivacunas, terraplanistas, veganos, cazaovnis y demás «fauna contemporánea» 🙂

    1. Planck:

      De acuerdo como siempre; es preocupante que el número de libros de gente como Hossenfelder aumente y tengamos una sequía de libros de divulgación de física o matemáticas de frontera (no me atrevo a incluir otras disciplinas porque desconozco), sería increíble ver en estanterías o catálogos la historia de los «firewalls», un libro de divulgación moderna sobre teoría cuántica de campos, algo en la línea del eslogan de Francis «La realidad está hecha de campos», uno de supersimetría, algo que recapitule los avances recientes en materia condensada (orden toológico, líquidos cuánticos etc.)

      Mi libro favorito de divulgación de todos los tiempos (por razones sentimentales) es el libro de Yuval Neeman «Cazadores de partículas», se que no es una historia moderna pero a mi parecer es muy poco popular y es una verdadera belleza, si alguien se anima a leerlo le encantará.

      P.d. Me alegra muchísimo que hayáis disfrutado “Agujeros negros y tiempo curvo” amigo. Recuerdo con inmensa alegría mi descubrimiento y tiempos de lectura de ese libro. En el mismo estatus recuerdo «La guerra de los agujeros negros» de Susskind, en particular el episodio en que elucubra con Thorlacius por vez primera la idea de «complementareidad», hubo un antes y un después en mi vida tras leer la explicación de Susskind.

      A nivel egoísta eso es lo que (creo) buscamos en la divulgación de la ciencia, algo tan impactante que os motive a encontrar un tiempo o la fuerza para sentarse y buscar aprender en serio.

  3. Ramiro Hum-Sah dice: «…algo en la línea del eslogan de Francis “La realidad está hecha de campos”.

    Me gustaría ver alguna vez una nota de Francis sobre la ontología de las partículas dentro de la teoría de campos. Algo muy discutidas en varias notas tales como «There are no particles, there are only fields» de Art Hobson.

    Comprendo que no hay modelos que den una respuesta definitiva. Solo me gustaría conocer la opinión de Francias sobre el fundamento de la idea de partículas en una teoría de campos, sobre todo en partículas compejas como el protón y su extraordinariamente persistente período de vida, algo mucho mas difícil de concebir que la de una entidad puntual como el electrón.

    Ojalá que en algun momento nos ofrezca Francias una nota con su visión del tema.

      1. Gracias Ramiro, no tenía registrado esos artículos de Francis. Acabo de leerlos.

        Dice Francis:
        «De hecho, hasta fechas muy recientes no hemos empezado a entender cómo un protón está formado por quarks y gluones. Pero desde el punto de vista conceptual y metafísico, la interpretación correcta de una molécula no es otra que un conjunto de excitaciones de campos en interacción mutua».

        Creo entender que el consenso básico actual es que la interpretación de entidades complejas como un protón o una molécula no pueden presentarse con rigor matemático porque no tenemos una estructura teórica desarrollada para interacciones tan complejas y persistentes en el tiempo.
        Sin embargo el concepto de campos interactuando sigue siendo el consenso.

        Pues bien, es lo que hay, lo que tenemos hasta el presente en esta aventura que podríamos llamar fronteras de la ciencia. Gracias a Francis y a tí, Ramiro.

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Por Francisco R. Villatoro, publicado el 2 febrero, 2019
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