«Soy matemática. Y me gusta. [Pero] ¿por qué matemática? [Las] matemáticas son un juego, un juego maravilloso y poderoso: son lo que tienen que ser. Son el lenguaje que describe nuestro mundo, son una forma de razonar con lógica y elegancia. Son la forma de entender nuestro universo. [Las] matemáticas han moldeado mi vida y les ha quedado bastante bien. Las matemáticas me han hecho y me hacen feliz. [Si] eres de los que piensan que no le gustan las matemáticas, déjame convencerte de lo contrario: todo lo que haces está relleno de ellas y son apasionantes. Y si te convenzo solo te pido a cambio un favor: sal a la calle y grita que te gustan las matemáticas. [Ponte] cómodo, relájate y déjate llevar en este paseo por tu cotidianidad. No querrás caer en el lado oscuro, ¿verdad? ¡Qué las matemáticas te acompañen!»
Rotundo inicio del nuevo libro de la gran divulgadora, personal y inconfundible, Clara Grima (con ilustraciones de Raquel Gu), «¡Qué las matemáticas te acompañen!» Ariel (2018) [309 pp.]. Cincuenta y un deliciosos canapés matemáticos, todos ellos con ilustraciones de Raquel García Ulldemolins, que te harán disfrutar y aprender con las matemáticas. Ideal para el verano, para viajar en transporte público y para disfrutar del mundo que te rodea con sus ojos de matemática.
Grima no necesita presentación. Seguro que conoces su blog Mati y sus mateaventuras en la Red de blogs de Naukas, libros como «Hasta el infinito, y más allá” [LCMF, 11 May 2013] y «Las matemáticas vigilan tu salud» [LCMF, 11 Nov 2017], sus intervenciones en televisión (Órbita Laika en La 2 de RTVE), radio (No es un día cualquiera en RNE), sus colaboraciones en multitud de medios y sus múltiples charlas. Además, realiza una intensa labor divulgativa con niños y jóvenes, incluso con presos. Todo un referente en la divulgación en español, toda una fuerza de la Naturaleza, parece imposible que pueda estar en todas partes y que le da a todos los palos, pero así es Clara Grima. Su nuevo libro no te defraudará. ¡¿A qué esperas para hacerte con un ejemplar?!
Tras la introducción «Matemáticas, que no es poco» [pp. 10-15] nos encontramos con 51 canapés de entre 5 y 7 páginas cada uno (no están numerados y todos se inician con una estupenda ilustración de Raquel Gu). El primero es «¡Cuidado! ¡Tu muro de Facebook te cuenta mentiras!» [pp. 18-20], que nos habla de la paradoja de la amistad, «sus amigos tienen, en promedio, más amigos que usted» (sí, Clara trata al lector de usted, aunque su estilo sea bastante informal), y la paradoja de ilusión (o espejismo) de la mayoría. Me gusta que se base en un artículo científico de Kristina Lerman (Univ. Sur de California), pero echo en falta la referencia en una nota al pie, o en un apéndice (Kristina Lerman, Xiaoran Yan, Xin-Zeng Wu, «The ‘Majority Illusion’ in Social Networks,» PLoS ONE 11: e0147617 (2016), doi: 10.1371/journal.pone.0147617, arXiv:1506.03022 [cs.SI]); sobre todo porque las figuras están extraídas de dicho artículo.
El segundo canapé matemático es «Las curvas de Bézier: ¿qué ciencia se encuentra tras los cuadros de Picasso?» [pp. 21-28], muy agradable para un servidor, que ha impartido clases de este tema en una asignatura de gráficos por ordenador en la Universidad de Málaga. Clara afirma que Bézier «trabajó para Citröen y para Renault», pero olvida mencionar que las curvas de Bézier se escriben usando los polinomios de Bernstein (1912), que fueron rescatados por De Casteljau (1959) que trabajaba para Citröen y por Pierre Bézier (1960) que trabajaba para Renault. Por supuesto, un descuido sin importancia.
«La khaleesi no es el personaje más importante de juego de tronos» [pp. 29-33] y «A propósito de la lazada de los zapatos» [pp. 34-38], nos llevan a «Cömo transportar un sofá por un pasillo» [pp. 39-43]; todos estos canapés están basadas en artículos matemáticos publicados en revistas científicas, pero explicados en un lenguaje llano y sencillo, fácil de entender para cualquier lego. Sin lugar a dudas Clara nos muestra sus enormes dotes para la divulgación de matemáticas del más alto nivel. «Por esto las listas de consejos no sirven de nada» [pp. 44-51] usa el problema del viajante (TSP para los iniciados) para hablarnos del problema de la ordenación de preferencias. Destaco su mensaje: «Si todos adoptamos las listas de consejos, no estamos siguiendo un proceso evolutivo: nos estamos estancando en óptimos locales y eliminamos la diversidad».
Clara Grima le da a todos los palos, siempre que sean matemáticos. Que sea experta en matemática discreta y teoría de grafos no supone ninguna traba. «Los peligros del anumerismo» [pp. 52-55], que contesta a la pregunta «¿cuál es la probabilidad de tener esa enfermedad malísima si el test ha dado positivo?». «Caos y meteorología: ¿es realmente posible predecir el tiempo?» [pp. 56-60], «¡Alerta de virus! Por qué hay que vacunarse» [pp. 61-67], y «¿Es posible oír la forma de un tambor?» [pp. 68-71], nos llevan a un consejo higiénico en «Para evitar algunos problemas de pareja» [pp. 72-77]; tras unos cálculos sencillos con probabilidades se concluye: «Ya saben, caballeros, si conviven con una mujer, con muy poco coste energético por su parte pueden mejorar la convivencia [si] bajan la tapa después de orinar por la noche». Por cierto, este es el primero de los pocos canapés que incluyen la fuente como cita a pie de página (solo ocurre en los que tienen como fuente una página web).
Recuerdo que la última vez que vi a Clara junto a su familia por aquí (Málaga, España) estaba con sus hijos buscando ansiosa pokémons por doquier. Me lo ha recordado «Hacer matemáticas con el Pokémon Go» [pp. 78-85], un juego que «nos trae geometría, combinatoria, computación, cálculo de probabilidades…» y que nos motiva a pasear (que no es poco). El canapé futbolero «Real Madrid vs. Atlético: ¿quién ganará?» [pp. 86-94], nos lleva al curioso «¿Cuántos satélites hacen falta para que el GPS encuentre tu posición?» [pp. 95-99] que finaliza con un extravagente «les espero aquí el próximo lunes» que me sirve para recordar que los canapés matemáticos del libro han aparecido publicados en la web, aunque con un título diferente. Como es obvio es mucho mejor leerlos todos juntos en forma de libro que estar buceando por la web en su busca (por ello omito los enlaces).
«¿Por qué los tsunamis impactan con más fuerza en las playas?» [pp. 100-103], «Cómo fabricar perritos con globos» [pp. 104-110], «¿Cuál es el mejor puesto en la cola del cine?» [pp. 111-114] y «Cómo invertir en bolsa con la ayuda de un dado» [pp. 115-119] nos llevan hasta «A propósito de las palomas, el cabello y las hileras de sillas» [pp. 120-125] sobre el principio del palomar, que finaliza con un reto al lector: «cómo se demuestra que si se sientan al azar 9 personas en una fila de 12 sillas, habrá 3 sillas consecutivas ocupadas… Piensen en palomas y palomares…». «¿Verdad o mentira? Cuestión de escala» [pp. 126-130], «Aparcar el coche gracias a un árbol de Perron» [pp. 136] (con cita a un artículo en el blog del genial Terence Tao), «La explicación científica de las olas en los estadios» [pp. 137-140], y «Veladas, saludos y teoría de grafos» [pp. 141-147], preceden a «A propósito de los JPEG y de tus selfis» [pp. 148-157]. «Alucinante, ¿verdad? Pueden llorar de emoción. Yo lo hice cuando me lo contaron. [Ea], pueden seguir con sus fotos de vacaciones».
Este verano, en la playa o en la montaña, es la época de ideal para leer un libro de canapés como el de Clara Grima. Muchos de ellos te harán reflexionar y pensar, uno de los mejores placeres de las vacaciones estivales. «Resolver sudokus con lápices de colores» [pp. 158-165], «Utiliza menos papel para envolver el regalo de San Valentín» [pp. 166-171], «Donuts y máquinas de coser» [pp. 172-177], y «Y estos virus tan monos… ¿por qué?» [pp. 178-181], no acercan a «Aprende a ordenar mejor que tu madre» [pp. 182-188], donde Clara confiesa que usa el algoritmo de ordenación por mezcla (merge sort) para ordenar los exámenes de sus alumnos (yo también lo uso pues la mesa del despacho no permite desplegar un algoritmo rápido (quicksort) que sería más eficiente).
«Dime si usas Twitter y te diré si trabajas» [pp. 189-194] se hace de un trabajo del genial Esteban Moro y varios colegas. «Cómo hacer un buen selfi… aunque lleves una camisa a rayas» [pp. 195-199] nos habla de los patrones de muaré (que yo prefiere escribir como moiré). «A Shakespeare le encantaban los problemas de lógica» [pp. 200-203], nos lleva al interesante canapé «Ascendentes, descendientes, etc.: una tipología de las subastas» [pp. 204-208]. «¿Cuántos caramelos hay en este frasco?» [pp. 209-213], «¿Las palomas son más inteligentes que nosotros?» [pp. 214-218], y «Detectar un spam en Twitter gracias a la ley de Benford» [pp. 219-222], nos llevan a «¿Cuántos cables hay que cortar para desconectar internet?» [pp. 223-228] sobre la teoría de la percolación.
Un tema recurrente en varios canapés es la teoría de grafos y el problema de los puentes de Königsberg (hoy Kaliningrado). También aparece en «El recorrido del cartero y del camión de la basura» [pp. 229-236]. El juego de palabras «¿Qué tiene Penrose en contra de los periódicos?» [pp. 237-244] nos lleva al espléndido «La causalidad implica correlación (pero no a la inversa)» [pp. 245-251], que antecede a «Mind the map: la lógica topológica de los planos de metro» [pp. 252-257], y «¿Cabremos todos en el planeta?» [pp. 258-252]. «Claro está que no podemos garantizar que alcancemos la tecnología suficiente para colonizar miles, millones de planetas en pocos siglos, así que tenemos que hacer algo para limitar el crecimiento de la población humana».
Un año de mundial de la FIFA no podía faltar «Fútbol: las matemáticas aciertan más que el pulpo Paul» [pp. 263-268], que se basa en el artículo de Javier López Peña, Hugo Touchette, «A network theory analysis of football strategies,» arXiv:1206.6904 [math.CO]. Allí se recomienda usar el concepto de centralidad (centrality) para medir lo vital que es un jugador; este concepto se calcula «en función de varios parámetros, principalmente tres: cercanía (closeness), intermediación (betweenness) y popularidad (PageRank centrality)». Tras el fútbol encontramos «¿Vuelan los aviones en línea recta?» [pp. 269-275], que me ha recordado el relato dominical de Clara Grima, «El vuelo fantasma o ¿Por qué odio a Nicolas Cage?» Seispalabras, 26 Dic 2010.
«Lo que las hormigas nos enseñan sobre los algoritmos» [pp. 276-280], y «Google y el Álgebra Lineal» [pp. 281-285], nos llevan al sugerente canapé «A propósito del arroz, el sake y un cubo de madera» [pp. 286-290], donde Clara nos cuenta cómo hacer mediciones exactas usando un caja de madera japonesa llamada masu, algo que le contó su «divulgador favorito de matemáticas [que] es japonés, se llama Jin Akiyama, y [tiene], además, la suerte de que sea [su] amigo». Recomiendo a todos tratar de repetir estas medidas. Finaliza el libro con «Parece que va a llover y otras historias de ascensor» [pp. 291-294], «¿Qué sucedió aquella noche en Montecarlo? Falsas creencias y juegos de azar» [pp. 295-299], y «Criptografía» [pp. 300-305].
Un libro refrescante, ideal para el verano, que nos muestra que hay matemáticas por doquier en nuestra vida diaria. Que aunque parezca un hecho obvio para todo matemático, pasa desapercibido para la mayoría de nosotros. Gracias a Clara Grima todos podemos ver con los ojos del mejor divulgador de matemáticas en español (que es divulgadora), cuya mente está ordenada y cuadriculada, como no podía ser de otra manera, pero cuya pluma es ágil, instructiva y divertida. Sin lugar a dudas, este verano deberías disfrutar de estos canapés matemáticos. ¡No te los pierdas!
La crítica hecha en éste artículo me hace relfexionar acerca de los altos y los bajos del positivismo en un área que, bueno o malo, sólo es entendida por 4 de 15 personas del común. Divulgarlas, según mi juicio, sólo debería consistir en recalcar la importancia las cuatro o seis principales (sumar, restar, dividir, multiplicar, raices y potenciación) para que el ciudadano sienta que en alguna u otra manera las usará sin que estorbe sus pensamientos diarios.
Este libro es apropiado para leer en clase con mis alumnos de quinto de primaria???
Profe, seguro que los estudiantes más maduros lo disfrutarán, pero creo que los menos maduros podrían aburrirse. La labor del profesor será clave para evitarlo.